CUENTO CLÁSICO REINVENTADO
Se llamaba Juan y le apodaban Sin Miedo, porque nunca lo había sentido. Incluso tenía curiosidad por llegar a percibir algún día esa sensación. El anuncio que puso el rey ofreciendo la mano de su hija a aquel caballero que fuera capaz de pasar tres días y tres noches en el Castillo Encantado, le vino como anillo al dedo para ponerse a prueba. Ni el fantasma de la primera noche, ni la bruja de la segunda, ni el dragón de la tercera consiguieron perturbar su tranquilidad, por lo que quedó acreditaba su valentía y se casó con la princesa. Una semana después de la boda, mientras dormía, su mujer le echó una jarra de agua helada por la cabeza y le dio un susto de campeonato. Le agradeció que hubiera conseguido hacerle experimentar por fin el miedo, pensando que ella compartiría su felicidad; pero nada más lejos de la realidad. La chica perdió la admiración que le tenía y antes de dos meses se fugó con un jardinero de palacio que, aunque tampoco era valiente, estaba mucho más bueno.
Jajajaja, claro, es que puestos a elegir entre dos cobardes pero se elige al que está más bueno.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana.
Voto para la princesa.
EliminarUn abrazo y feliz semana también para ti, Marigem.
Pobre Juan, el matrimonio arruinó su vida y su reputación.
ResponderEliminarNo midió las consecuencias de querer sentir el miedo.
EliminarEl jardinero era miedoso pero muy goloso...Saludos.
ResponderEliminarGolosos eran los dos, lo que pasa que se quedó con el caramelo el que menos lo esperaba.
EliminarSaludos.
Solo una mujer puede vencer à un heroé..
ResponderEliminarHeroina entonces.
EliminarJajaja le asustó su mujer.
ResponderEliminarBesos y feliz día .
Besos y feliz día también para ti, María.
EliminarLo que no consiga una mujer, jajajaja. Pero da penita que su señora lo dejara por el jardinero. Qué superficial es.....
ResponderEliminarBesos y feliz inicio de semana.
También es superficial casar a una hija con el que pase tres noches en un castillo encantado sin hacerse en los pantalones.
EliminarBesos y feliz inicio de semana también para ti.
Le echó un jarro de agua fría... literalmente.
ResponderEliminarEl jarro de agua fría vino después de la jarra de agua fría.
EliminarPor una jarra de agua fría, perdió a su heroína.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fue a ella a la que se le cayó la venda que le tapaba la cobardía de su héroe.
EliminarUn abrazo.
Su deseo lo perdió
ResponderEliminarAbrazos
Por la boca muere el pez.
EliminarAbrazos.
La admiración y el encanto van de la mano y si se pierden todo se va al traste....
ResponderEliminarUn abrazo.
Se cayó el pedestal en el que había subido al chico.
EliminarUn abrazo.
jajajaja... Pa que te fíes... :(
ResponderEliminarSalud y abrazo
Las mujeres, que son muy caprichosas.
EliminarSalud y abrazo, Genín.
Vaya con la princesita...
ResponderEliminarBesos.
Y eso que este marido solo tenía miedo, que si llega a salirle chorizo como a otras...
EliminarBesos, Carmen.
No tiene nada de raro el comportamiento de la princesa... tal como anda la sociedad de hoy en día.
ResponderEliminarAbrazos.
Sobre todo que el comportamiento de la princesa del cuento clásico, tapando la debilidad de su marido como correspondía a una esposa como Dios manda, resulta cantado y aburrido.
EliminarUn abrazo.
Y colorín colorado el jardinero se la ha llevado.
ResponderEliminarUn cuento con un final a la carta.
Un abrazo.
Es que el final clásico no me gustaba, por demasiado previsible.
EliminarUn abrazo, Matías.
Juan El Lerdo...
ResponderEliminarSaludos.
¿No querías miedo? Pues ahí lo tienes y paga sus consecuencias.
EliminarSaludos.
jodo chema, te dejo un ratico solo y te me pones a hablar de jardineros buenorros??
ResponderEliminarNi que hubiera hecho una tesis doctoral del jardineros buenorros.
EliminarJajaja, así le va a la aristocracia... Si por lo menos lo hubiera dejado por un jardinero inteligente...
ResponderEliminarBesitos.
A lo mejor también era inteligente. Eso no nos lo han dicho.
EliminarBesos, Sara.
La princesa fue un poco hgp no?
ResponderEliminarUn beso
Será alguna cosa fea oculta tras las siglas, pero ahora no le pillo el sentido a "hgp"
EliminarBesos.
Jajaja muy bueno con el final inesperado...
ResponderEliminarGracias, Carlos.
EliminarSaludos.
jajajajajajaja, eres la caña... no viene a cuento pero tu cuento me ha recordado a un artículo que leí ayer "La España de miedo" y resumiendo decía que tenemos miedo hasta de lo que no se menea me encantó, decía verdades como puños...Kiss sin FM
ResponderEliminarCreo que hay motivos para tener miedo en España, aunque haya llegado un momento en que se nos antojen los dedos huéspedes.
EliminarVaya con la princesa. Tantas pruebas superadas y acabar con una jarra de agua fría, pobre Juan sin miedo y es que como siempre en la mesura está la clave, tener muchos miedos no es bueno y no tenerlos es ser un poco tonto.
ResponderEliminarBesos
Eso creo yo, que en el miedo también está la virtud en el término medio.
EliminarTu "sin miedo" me ha vuelto a hacer pensar. Tú lo has escrito como lo hicieron sus inventores, los hermanos Grimm. Como yo lo he escrito ("Sin Miedo") es como escriben el de Juan I, duque de Borgoña. Y todo junto ("Sinmiedo") es el nombre artístico del actor y músico murciano Juan Guillén.
Besos, Conxita.
Se ha notado que soy de las lecturas de los hermanos Grimm, de hecho recuerdo que debían ser de mis primeras lecturas hace muchísimos añosssss.
EliminarInteresante ese aporte que desconocía, gracias por hacérmelo conocer.
Besos
Estaba dudando cómo escribirlo y me salió esa información en wikipedia. A pesar de eso, no me gustaba escribirlo en minúsculas como los hermanos Grimm.
EliminarBesos.
Pobre Juan; con lo que me gustan los jardines... a él yo creo que ya no.
ResponderEliminarA lo mejor buscó consuelo en ellos para quitarse el disgusto. Eso si no lo echó el rey del palacio, por haber dejado marchar a su hija con el jardinero.
EliminarHola que precioso cuento no me acordaba de el como todos tiene su moraleja
ResponderEliminartanto miedo no es buenos y no tener nada muy arriesgado. Saludos
Con ese final no podrías acordarte, porque es lo que le he cambiado.
EliminarGracias por tu visita.
Saludos, Nany.
Besos.
ResponderEliminarAhora Juan sin mujer yampico tendrá flores.
Besos, Amapola.
EliminarVAYA CONCLUSIÓN!! JEJEJEJEEJ.
ResponderEliminarABRAZOS
Hay que cambiar el final de los cuentos, porque todos tienen el mismo.
EliminarUn abrazo.
Jajajajjaja. Tonta no era la niña.
ResponderEliminarMuy bueno.
Gracias, Tecla.
EliminarEs que tener miedo, en la justa medida, es hasta sano. El miedo es un mecanismo de de defensa y eso debió ocurrirle al pobre Juan, que como no tenía defensas le birlaron la novia.
ResponderEliminarUn abrazo
Juan no estaba contento sin el miedo, sin darse cuenta de que eso era lo que había encandilado a la parienta. Descubierto el miedo, se acabó el encandilamiento.
EliminarUn abrazo, Ámbar.
Siempre se puede hacer un poco más infeliz el final, tienes razón.
ResponderEliminarSaludos.
Jajaja ya se sabe, lo del jarrón de agua fría, hasta el más cojonudo se acojona. Hombre si el jardinero estaba más bueno, aunque fuera un cagado creo que hizo muy bien. Total hay valientes que eso les pasa; a la primera de cambio, se les arruga el pellejo.
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
Un abrazo, Rafa.
EliminarLa estética impera desde el mundo clásico. Es infrecuente encontrarse con un fantasma, una bruja o un dragón, por tanto un tío bueno es una apuesta más segura, salvo accidente.
ResponderEliminarUn beso.
Qué brujas sois. Cómo defendéis a la fresca de la chica y al pobre Juan que le den.
EliminarBesos.
Ay, Macondo, ese final me ha encantado...jejeje
ResponderEliminarMe gusta esa fina ironía tuya.
Saludos.
Me alegra que te haya gustado.
EliminarGracias, Maripaz.
Saludos.
Los jardineros, y los bomberos, son peligrosísimos...
ResponderEliminarSimpatico relato, amigo
No sabía del peligro de jardineros y bomberos.
EliminarGracias, Ildefonso.
Es que esa manía siempre de ofrecer la mano de la princesa.... bien por ella que busco lo que quería :))
ResponderEliminarBesos!
Pues es una obsesión en todos los cuentos de reyes con hijas.
EliminarBesos.
Todos en algún momento tuvimos miedo.
ResponderEliminarYo creo que en este caso los temblores fueron de frío, más que de miedo, pero ellos sabrían.
EliminarEl final es apoteósico, jajajaja
ResponderEliminarYo creo que le chica le tenía ya echado el ojo al jardinero y solo necesitaba una excusa.
EliminarVaya forma de acabar un cuento... Es delirante, Chema !!!
ResponderEliminarUn abrazo y buenas noches, amigo.
Gracias, Joaquín.
EliminarBuenas noches.
Un abrazo.
Fue valiente al reconocer haber tenido miedo… Y después del sacrificio de las tres tortuosas noches; pobre Juan… Habría que ver al jardinero buenorro si le saliera de entre las plantas un dragón de esos echando fuego…
ResponderEliminarUn placer leerte en esta noche, querido amigo. Gracias por las sonrisas, y por romper con aquello de los finales felices comiendo perdices…
Abrazo grande, y muy feliz semana 😘
La verdad es que el jardinero nunca dijo que fuera valiente. Parece que sus encantos eran más de saltar a la vista y al final fue lo que prevaleció a los ojos de la princesa.
EliminarFuerte abrazo y muy feliz semana también para ti.
Se entiende que la chica haya perdido la admiración cuando dejó de ser el Sin miedo, dejó de tener la cualidad que le había llamado a la atención. Me gusta más tu versión que el cuento original, al que no le encuentro sentido.
ResponderEliminarSaludos.
Es que si quieres buscarle sentido a la mayoría de los cuentos tradicionales, puedes volverte loco.
EliminarSaludos.
Apreciado, Macondo, por lo visto deja entender tu cuento, que puede más el macho de cama, que aquel del aplauso de fans. Lo dice el jardinero, que le quitó, supongo yo, con su bravura en la cama, la mujer a Juan sin miedo. Me pregunto, dónde andarán?. Un abrazo, Carlos
ResponderEliminarNo te puede decir cómo les fue a unos y otros. No les he seguido la pista.
EliminarUn abrazo.
Mi abuelo me lo explicaba con final un poquito diferente, pero sí, que viva Juan sin miedo
ResponderEliminarUn abrazo
Tu abuelo te contaría la versión oficial. O quizá tenía también su propia versión.
EliminarUn abrazo.
Y es que los vivos somos más de temer que los fantasmas y dragones.
ResponderEliminar;)
Besos
Ni punto de comparación.
EliminarBesos.
Insisto en ello ;)
ResponderEliminarEsto pasa por casarse en base a las apariencias.
Un abrazo.
Bastante complicado es acertar en el matrimonio como para que encima te den elegida la pareja.
EliminarUn abrazo.
Es que las mujeres siempre se salen con la suya, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn abgrazo.
Siempre ha sido así. Incluso en los cuentos como Dios manda.
EliminarUn abrazo.
Bueno... Habrá que ver co o responde el jardinero al jarro de agua helada en enero. Espero que lo haga la noche antes de que pase el butanero...
ResponderEliminarDonde haya un butanero...
Saludos macondo
Saludos, Gabiliante.
EliminarJuan el Lerdo puse, jajjaja
ResponderEliminarLo reafirmo.
Saludos.
Eres muy consecuente con tus comentarios anteriores.
EliminarSaludos.
Vaya, no tenía miedo a casarse y no supo con quién lo hacía je, je, je. Menos mal que no habían hijos de por medio, eso ya le hubiera rematao, XD.
ResponderEliminarUn abrazo, Chema.
Lo de los hijos requiere más tiempo que los dos meses que aguantaron.
EliminarUn abrazo, Pepe.
Ja, ja, ja... Si es que uno tiene que guardar como oro en paño los contados encantos que la Naturaleza tiene a bien ofrecernos. Aunque, por si acaso, no conviene tener cerca ni jardineros buenorros ni canguros macizas. Estupenda reinvención, Macondo. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarGracias, David.
EliminarUn fuerte abrazo.
Si es que dicen que somos pequeñas pero matonas, jajaja...quien no ha sentido alguna vez miedo. Muy bueno amigo.
ResponderEliminarFeliz noche. Un fuerte abrazo.
Bienvenida, Carmen.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Tanto tiempo ha pasado y Juan sigue con sus miedos 😁😁😁
ResponderEliminarEl que tuvo retuvo.
EliminarHay que ver como estaba la princesa. Probablemente no era muy agraciada pero a Juan no le daba miedo y además disfrutaba las comodidades del palacio. Ahora; empapado, frío y desconcertado, la experiencia seguramente le resultó tan traumática que agradeció se fuera con el jardinero.
ResponderEliminarUn abrazo Macondo.
No eres el primero que opina que el favoricido de los "cuernos" es el portador de los mismos.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Es una forma positiva de verlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cosas que pasan...
ResponderEliminarBesos.
Pues sí.
EliminarBesos.
No se que tienen los jardineros que siempre lo estropean todo...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
No sabría decirte, Ildefonso.
EliminarUn abrazo.
A partir de ahora tendrá miedo, no a los fantasmas ni las brujas, sino a la traición y la mala idea, que es a lo que de verdad hay que temer.
ResponderEliminarEs cierto que el verdadero peligro está en las personas.
EliminarNo vi venir ese desenlace. Muy bueno!
ResponderEliminarGracias.
EliminarDonde esté un buen jardinero que se quiten todos los demás y si además está bueno mejor que mejor je je je
ResponderEliminarUn abrazo Chema
Puri
Otro abrazo para ti, Puri. Y bienvenida.
EliminarA la princesa le iba la marcha y puede que Juan no se la diera.
ResponderEliminarBuena semana. Cuídate.
Un abrazo.
Los valores del rey y su hija eran distintos, evidentemente.
EliminarCuídate tú también.
Un abrazo.
Para fiarse de las dulces princesitas...
ResponderEliminarAsí es la cosa.
Eliminar"Sé valiente y aguanta el tipo que un buen susto quita el hipo" (Rótulo a la entrada del castillo encantado del Tibidabo) Menos mal que Juan nunca tuvo que enfrentarse a un ataque de hipo. Me ha encantado la ilustración tan de tebeo vintage.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Borgo.
Gracias por tu visita y comentario.
EliminarSaludos.
Querido Macondo.
ResponderEliminarMuy nutrida tu interesante historia de D. Juan sin miedo.
Abrazo grande, pleno de valor y de fe en que pueda yo vencer al temible miedo.
Eres un experto en afrontarlo y ayudar a los demás a hacerlo.
EliminarUn abrazo.
Ya le había leído y comentado este cuento hace tres años, madre mía como pasa el tiempo, Chema.
ResponderEliminarBesos.
Siempre me pregunté que fue de ellos después del último susto, está bien saberlo :)
ResponderEliminarBesos!
Para gustos hay de todo, el encanto de Juan era precisamente su tranquilidad y parsimonia. Terminada su atracción ...lo cambiaron. Me gustó el arreglo, Macondo.
ResponderEliminarSaludos y voy en retro por los cuentos
Celebro que te gustara, Ceciely.
EliminarSaludos.