Contaba el otro día Miguel su visita al
Mercado de la Seda de Pekín. Como buen residente en su bendita tierra canaria
tiene incorporada la mentalidad regateadora a su rutina diaria, de cuando allí funcionaban
los mercados hindúes. Me recordó mis visitas a los zocos árabes en mis viajes a
Túnez, Marruecos y Turquía. Yendo con
mujeres es imposible que ése no sea uno de los principales alicientes del viaje,
además de la certeza de que una buena parte de la estancia se va a pasar dando
vueltas por allí.
Lo principal para hacer una buena compra en
un zoco es cambiar la mentalidad. Comprar una cosa a mitad de precio (una buena rebaja en una tienda normal por estos lares) allí es hacer el canelo. Como
decía Miguel, hay que dejarse orientar por los guías para saber por dónde van
los tiros. Con frecuencia el objeto a
comprar puede adquirirse por menos de la décima parte de lo que empiezan
pidiéndote por él. También es importante no ser tan engreído de pensar que puedes engañar a
alguien que, además de no ser precisamente tonto, se dedica a eso. Cuando tú
vas el vendedor ha ido y vuelto tres o cuatro veces, a pesar de que te dé coba
diciéndote que se ha resignado a tener poco beneficio porque se ha dado cuenta
de que sabes lo que te llevas entre manos. Tranquiliza tu conciencia. Si del
trato va a salir alguien porculizado,
puedes tener por seguro que serás tú.
Son muy simpáticos y más listos que el
hambre. Cuando llegas a la altura del puesto ya saben de qué país vienes. En
nuestro caso la única duda que se les puede plantear es si somos italianos o
españoles. Los rasgos físicos, el comportamiento latino y la similitud de las
lenguas les puede llevar a ese error,
del que salen enseguida. Con frecuencia te
saludan con una frase que no conoce fronteras: "Hola, Pepsi-Cola, más barato que en Andorra". Algunos
han actualizado su información y saben que los precios de nuestros vecinos ya
no resultan tan atractivos, por lo que deciden sustituir Andorra por otros nombres propios que nos resulten familiares: Pryca, Carrefour o el mismo Corte
Inglés.
A continuación tratan de llevarte a su
terreno. Saben que si entras a su garito o
te paras en él tienen mucho camino
adelantado: "Sólo ver, no
comprar". Luego viene la manifestación de que no te consideran un cliente
cualquiera: "Español barato, porque
es pobre como nosotros. Caro para los
americanos". A continuación se entra en materia, bien porque te has fijado en algo, bien
porque te han adivinado lo que andas buscando. No te muestres ilusionado con el
hallazgo, sino más bien al contrario. Tratarán de que seas tú quien dé un
primer precio, cosa que debes evitar.
Terminarán por hacerte una oferta, que
evidentemente será una burrada, pero ya tienes un punto de partida. Lo mismo
que ellos no han tenido ningún problema
en sobrarse, no lo
tengas tú en quedarte muy corto
al hacer la contraoferta. Ten en cuenta que la idea es cerrar el trato, como
mucho, en el medio de las dos cantidades. Después de un aumento tuyo espera un
descuento de ellos. No se te ocurra subir dos veces seguidas. No hagas caso si
te dicen que están perdiendo dinero, acuden a expresiones como bancarrota (que dicen con mucha gracia)
o hacen como que han perdido interés por esa venta. Tú también puedes amagar
con cambiar de sitio. Lo más probable es que vayan a buscarte y si no lo hacen
tampoco pasa nada. No es bueno comprar antes de haber pateado un poco el zoco,
no sea que encuentres algo que te guste más después de haber comprado. Si eres
hombre y vas con mujeres lo que te sobra es tiempo. Mucho tiempo.
Recuerdo que uno de los pocos mosqueos que he
tenido con una amiga, a la que le tengo mucha paciencia en asuntos de tiendas
(por la que ella le tiene en general a un bicho raro como yo), fue a la salida
de un zoco cuya visita yo hubiera despachado en una hora y se prolongó por cinco
o seis. Se me ocurrió recrearme más de un minuto en el encuadre de una
fotografía y me recriminó la pérdida de tiempo.
Siempre que hablo de rastros, mercadillos,
zocos, o tenderetes, me viene a la mente aquella canción de Patxi Andión (Una, dos y tres) que tan bien reflejaba
la filosofía de estos lugares.