REEDICIÓN (edición: 06/06/2017)
CUENTO CLÁSICO REINVENTADO
Dicen todas las versiones que he leído de este cuento noruego que las tres cabras eran machos, no sé si por su condición de cabrones como calificativo (que más tarde descubriremos) o por el sexismo imperante en todos los cuentos de la época (para que luego digan del liberalismo escandinavo), en los que las féminas no podían ser más que objetos pasivos de las intervenciones de los machitos. En todas partes cuecen habas.
El caso es que los machos cabríos en cuestión eran abuelo, padre y nieto. Un día, cuando se despertaron, observaron que no quedaba una sola brizna de hierba en los prados donde pastaban habitualmente. El abuelo consideró que no quedaba más remedio que ir a buscarla a las colinas, donde sabía que había pasto en abundancia. Para ello tenían que pasar un puente de piedra que cruzaba el río. Cuando lo alcanzaron el cabrito pequeño, con la intrepidez propia de la edad, se precipitó a atravesarlo el primero. Con lo que no contaba era con que al otro lado había un monstruo maligno, que pretendió comérselo. Como pudo le convenció de que con él no tenía suficiente para saciar su apetito, pero si tenía un poco de paciencia llegaría su padre que era mucho más grande. El ogro aguardó y cuando apareció el segundo, este utilizó el mismo argumento para escurrir el bulto y desviar el asunto hasta la llegada del tercero. El abuelo no tuvo otro remedió que hacer frente al ogro por la fuerza y tirarlo al río, donde murió ahogado.
Termina el cuento diciendo que al reencontrarse los tres se abrazaron, porque se habían salvado gracias al ingenio del nieto y del padre, a la fortaleza e inteligencia del abuelo y a la complicidad existente entre ellos.
El final resulta hasta cursi visto desde lugares como el nuestro, en que los abuelos cabríos y las personas no somos tan civilizados. Con un nieto tan malnacido y un hijo tan cabrón lo normal por aquí hubiera sido tirarlos también por el puente y, si no tenía otra familia mejor que le esperara en casa, haber seguido solo su camino hacia las colinas y haberse buscado una cabra de buen ver para probar mejor fortuna con una nueva vida.