REEDICIÓN (edición: 12/03/2015)
Me decía un día que cuando le tocara a ella estaría tan harto de escribir sobre los sobrinos que me despacharía con un "Es maja esta cría. Fin". Y es que la pequeña, por tener, tiene hasta sentido del humor. Nada más lejos de la realidad, Lucía. Ha llegado el momento de escribir sobre la más pequeña de los sobrinos, pero al mismo tiempo sobre lo más grande de la familia. Y de alguna manera tendré que explicárselo a estos señores.
Ha heredado de su madre la condición de ser la menor y, como le sucedió a ella, nunca querremos verla lo suficientemente adulta como para dejar de considerarla un poco niña todavía. Solo Ariadna, la hija de su prima María, será capaz de echarle una mano. De cogerle el testigo. De hacernos comprender que tiene quince años. Que hace ya unos cuantos que sabe lo de los Reyes, aunque se haga la tonta para no quitarnos la ilusión.
Si digo, así de pronto, que es la que mejor canta del coro y la que mejor toca de todo el conservatorio, además de la más guapa y la más lista de toda la provincia, habrá quien me tache de subjetivo. Quienes la conocen saben que no exagero un ápice, pero en atención a los incrédulos tendré que ir por partes.
No sé de dónde lo saca, pero tiene tiempo para todo. Incluso para estudiar. No siempre coinciden inteligencia y listeza, pero ella aglutina las dos cualidades. Es más lista que los ratones coloraos. Saca buenas notas en el instituto y en la vida. Cuando va conmigo en el coche no necesito navegador, porque es ella la que guía los pasos de su siempre desorientado tío.
Empezó estudiando música en la escuela de Villanueva de Gállego, el lugar donde reside. Se especializó en flauta travesera y descubrieron que tenía muy buena voz. Le aconsejaron que potenciara una u otra. Como no se le pone nada por delante, decidió que podía con las dos cosas. Entró a formar parte del coro Amici Musicae y está en el conservatorio de Zaragoza estudiando flauta, sin haber abandonado por ello sus actuaciones con la banda del pueblo. En su primer curso de conservatorio ha sacado matrícula de honor y ya he dicho que los estudios del instituto los lleva muy bien. Y sus relaciones personales. Y su ropero. Es la más presumida del mundo mundial. Si la blusa que le combina con la falda es fina y de manga corta, no tiene problema alguno en soportar a cuerpo gentil los siete grados bajo cero subida en sus tacones de complicado equilibrio.
Es cariñosa y familiar. A todos nos quiere mucho, pero tiene una debilidad: por su abuela, mata.
Nadie mejor que nuestra Lucieta para poner la guinda al pastel de mis nueve adorables sobrinos. La más pequeña de ellos. Lo más grande de la familia.