Cita del día

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CITA DEL DÍA: «A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos» (Gustave Flaubert).

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martes, 28 de agosto de 2018

Federico






Con la herencia que recibí de  mi padre  podríamos vivir, sin dar un palo  al agua,  varias generaciones de mi familia. Dicho sea sin contar el patrimonio aportado por mi santa esposa, hija única del que era hombre más pudiente de la comarca. Además de ser hábil para  los negocios, he tenido la fortuna de que en unas tierras de mi propiedad se ha descubierto  petróleo. Para colmo acabo de enterarme de que he sido el único acertante de la lotería primitiva de esta semana y voy a llevarme un bote histórico, por lo que con la firma de este documento quiero dar fe de rico.
Firmado: Federico.


viernes, 24 de agosto de 2018

Simón y Simeón






Antes de casarnos habíamos llegado con mi mujer al acuerdo de que si teníamos una niña el nombre lo decidiría ella, pero si era un niño la elección sería mía. Hasta que se  quedó embarazada no me planteé seriamente  en qué  iba a quedar el  dilema que siempre había tenido. Desde mi bisabuelo hasta mí  todos los primogénitos de la  familia habíamos sido Simón, por lo que todo el mundo daba por  hecho que así tendría que llamarse mi hijo. Sin embargo a mí no  me gustaba tener que condenarle a los odiosos diminutivos que yo había sufrido para poder ser distinguido de mi padre. Cuando la comadrona me dijo  que había sido un varón, me  di cuenta de que no iba a tener valor para luchar contra el peso de la tradición familiar. Mi hijo sería el  quinto Simón Martínez consecutivo en nuestro árbol  genealógico. Durante  muchos años tuvo que soportar que todos los miembros de la familia, menos yo, se dirigieran a él  con el dichoso Simoncito. No recuerdo en qué momento le quitaron el diminutivo y no entendí hasta ayer —que por fin accedí a ponerme el  audífono que desde hace tiempo necesitaba— por qué él siempre distinguía cuándo se dirigían a él o a mí, mientras que yo me confundía  continuamente. Resulta que el  paso de  los años no solo ha afectado a mi oído, sino también a la continencia de mi vejiga de la orina. Como tengo que ir continuamente al baño para  vaciarla, actualmente el único Simón de mi casa es mi hijo. A mí me llaman Simeón.


lunes, 20 de agosto de 2018

Jonathan






Ya que se había casado con un López y ella era García, quería que ese hijo que llevaba  en las  entrañas se distinguiera por tener un nombre especial. Todos los de consumo nacional le parecían vulgares. Anduvo  buscando algo más original entre los propios de las comunidades autónomas, pero ninguno terminó de llenarle. Cuando alguien le dijo que lo que realmente vestía era poner uno inglés, se dio cuenta de que tenía razón. Si escritos le parecían preciosos, dichos por alguien  que supiera pronunciarlos rayaba en lo orgásmico. Eso de que se dijeran  distinto  de como se escribían le volvía loca. Pidió que le hicieran una lista de los que más le gustaban y a cada momento solicitaba que se los leyeran para quedarse con su sonoridad. Todos le parecían  de príncipes. Después de darle muchas vueltas, de decantó por Jonathan. Además de sonarle maravillosamente, eso de que llevara una h después de la t terminó de conquistarla. Cogió un profesor particular durante unos días para le enseñara  a pronunciarlo perfectamente. Cuando nació su hijo y empezó  a  llamarlo,  nadie hubiera  dicho que no  era inglesa. Al  resto de los  miembros de la familia lo único que les preocupó fue que el niño llegara bien. La  pronunciación de su nombre les daba lo mismo porque pensaban  llamarlo Jonatancico, con la j como Dios manda y su acento maño habitual.


jueves, 16 de agosto de 2018

Jesús Tomás






Cuando  Carmen Tirosa se quedó embarazada  por Tomás Turbado y vio que no  había forma de que el  canalla asumiera su responsabilidad, aunque las cuentas no podían cuadrar se miraran por donde se miraran, engatusó  a Jesús Dado haciéndole creer que era el padre de la criatura que estaba por venir. A las pocas semanas contrajeron  matrimonio. Satisfizo al supuesto progenitor en su  deseo de que llevara su nombre, si  bien tuvo la desvergüenza de colocarle de segundo el del que lo era  en  realidad, arguyendo que así se llamaba un inexistente abuelo al que adoraba. Curiosamente Jesús Tomás tuvo desde muy pequeño el carácter apocado de  quien  nada había podido heredar, lo que utilizaba con frecuencia Carmen como argumento para reforzar su embuste. Con el paso del tiempo esa forma de ser, lejos de corregirse, se convirtió en un problema. El niño se asustaba con suma facilidad, por lo que sus padres decidieron ponerlo en manos de un profesional. Cuando lo llevaron a su consulta, tratando de calibrar la gravedad del asunto, se le acercó por detrás y le  dio un pequeño  empujón para ver cómo reaccionaba:
—¡Qué susto me has dado! —dijo Jesús Tomás sobresaltado.
—¿Jesús Tomás Dado? —le preguntó el psicólogo.
—Sí —le respondió.


domingo, 12 de agosto de 2018

Diccionario en tono de humor (82)







Reinvención personal, en clave de humor, del significado de las palabras.



HUSO. Instrumento manual que se utiliza por costumbre.

LISTAS. Enumeraciones, generalmente en forma de columna, de mujeres astutas.

TOSCA. Movimiento convulsivo, sonoro y poco delicado del  aparato respiratorio.

UNIVERSO. Composición poética de un solo verso.

VAGÓN. En los ferrocarriles, vehículo para viajeros holgazanes  o perezosos.

VAJILLA. Servicio de mesa  para  personas de baja estatura.

VALENCIA. Número que expresa la capacidad de determinada comunidad española para relacionarse con cada una de las otras.

VELATORIO. Lugar donde se custodian las piezas de lona que, cortadas de diversos modos, se utilizan para recibir el viento que impele las naves.

VENTA. Casa establecida en los caminos o despoblados para el hospedaje de quienes están  dispuestos a comprarla.

VERBO. Segunda conjugación de la Santísima Trinidad.

VIÁTICO. Sacramento de la eucaristía que se administra a los enfermos que viven  en el último piso de los edificios.

VIGILIA. Estado en que se halla quien no puede  dormir por no haber  comido carne.

VIÑETA. Cada uno de los recuadros de una serie en la que con dibujos y texto se compone una historieta relacionada con las vides.

VISCOSO. Plaza de toros con la arena pegajosa.

VOSEAR. Dar a un púgil el tratamiento de vos.

 

martes, 7 de agosto de 2018

Diccionario en tono de humor (81)





Reinvención personal, en clave de humor, del significado de las palabras.



ENFADO. Impresión desagradable y molesta que producen en el ánimo algunas canciones portuguesas.

ENROQUE. Movimiento defensivo a través del cual es el perro de San Roque el que le corta el rabo a Ramón  Ramírez.

ESCAMA. Cada una de las láminas imbricadas que cubren el cuerpo de los peces y los reptiles mosqueados.

ESGRIMA. Manejo de la espada o el sable con desazón o dentera.

ESTAFETA. Casa u oficina de correos donde se tramitan las estafas.

FALTA. Quebrantamiento reiterado de una norma que conlleva la penalización con una tarjeta en las reglas de un deporte y con un embarazo  en  las  reglas de una mujer.

FILAMENTO. Aflicción que se pone incandescente para permitir dar luz a las bombillas.

FRANCO. Unidad monetaria española entre 1936 y 1975.

GANADO. Conjunto de bestias conseguido.

GEMELOS. Anteojos para cerrar los puños de las camisas.

HIPOTECAR. Gravar movimientos convulsivos del diafragma, sometiéndolos al cumplimiento de alguna obligación.

IMPRESIÓN. Efecto o sensación que causa una impresora en el estado de ánimo.

INCUNABLE. Dícese del niño que no se deja cunar.

INFALIBLE. Varón al que nunca le falla la erección del falo en el coito.

JUSTO. Apretado según justicia y razón.


viernes, 3 de agosto de 2018

Deferencias o diferencias






El mismo comportamiento  de un hombre puede ser interpretado como una deferencia  por una mujer y como una práctica machista por otra. Sigo siendo de los que deja pasar por delante a las mujeres en las puertas, pero me da la sensación de que cada vez hay más a las que no parece gustarles. Seguramente esa costumbre terminará desapareciendo, pero de momento prefiero ser considerado anticuado que grosero.

Vivo en  la misma zona que una compañera  de trabajo y casi todos los días volvemos juntos a casa. A veces tiene que parar en un supermercado para comprar algunas cosas y si vamos bien de tiempo la acompaño. En ocasiones termina con bastantes bolsas, pero no consiente compartirlas conmigo. Reconozco que el resto del trayecto lo hago  con un  cierto complejo, por lo que puedan  pensar quienes vean por la calle a una mujer cargada y un maromo a su lado incapaz de echarle una mano.

El otro día acompañé a un amigo a hacer unas compras. Como es hombre, encontró de lo más natural que le ayudara a llevar los bultos.