Cita del día

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CITA DEL DÍA: «Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo» (Sigmund Freud).

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domingo, 30 de septiembre de 2018

El Álamo Negro (cuento)

REEDICIÓN (edición: 22/04/2012)



Este cuento me lo publicó el diario Heraldo de Aragón en fecha 21 de mayo de 1982.
Quiero dedicárselo a Pilín (q. e. p. d.), que se emocionó al leerlo.



Nacido en una tierra salina y seca, el Álamo Negro apenas había podido desarrollar su esbelta figura. A pesar de ser el único ejemplar de su especie en aquel lugar, nadie había reparado nunca en él. Era como el pato feo de aquél bosque, pero sin la esperanza de correr la suerte del cisne. Ni el suelo que pisaba, ni el agua que recibía, le permitían aspirar siquiera a convertirse en un árbol vulgar. Era consciente además de la pobre calidad de su madera, por lo que no le quedaba ni el consuelo de pensar que alguien pudiera hacer algo medianamente importante con él.

Y sucedió lo que tenía que ocurrir. Mientras los otros árboles fueron comprados por los mejores fabricantes de instrumentos musicales, o los más afamados ebanistas, o los más importantes constructores navales, el Álamo Negro fue a parar al taller de un fabricante de papel.

Y mientras los otros árboles fueron transformados en los violines de más calidad, o en los muebles más artísticos, o en los más modernos barcos, el Álamo Negro fue convertido en una pegajosa pasta de celulosa.

Y mientras los otros árboles fueron bañados en los más delicados barnices, o tratados con las más ricas ceras, o engalanados con las más hermosas velas, el Álamo Negro fue sometido a los más espantosos tratamientos químicos y físicos.

Y mientras los otros árboles maravillaron en las más célebres salas de conciertos, o entraron en los más lujosos palacios, o surcaron los más lejanos mares, el Álamo Negro fue llevado a una inhóspita cárcel. 

Y mientras los otros árboles fueron apreciados por los más prestigiosos músicos, o por las más exquisitas damas, o por los más competentes marinos, el Álamo Negro cayó en mano de un recluso que, no teniendo otra cosa mejor que hacer, se dedicó a garabatearlo de aquesta guisa con la truncada pluma de un halcón: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...".


martes, 25 de septiembre de 2018

La maldición del dinero

REEDICIÓN (edición: 11/03/2012)






"La riqueza de un hombre no se mide por las cosas que
posee, sino por aquellas de no cambiaría por dinero" (Anónimo).

 

Todo sucedió muy rápidamente. Llevaba unas cuantas copas. Seguramente se quedó dormido. Cuando quiso darse cuenta, el accidente era inevitable. Le ocurrió como siempre había oído que pasa en estas situaciones, en las que corre peligro la vida. Antes de que llegara lo que tuviera que venir, sobrevinieron con absoluta nitidez a su mente los momentos más importantes de su existencia. De una existencia que podría escribirse en tres capítulos. El primero hasta que conoció a Carmen, la mujer de su vida. El segundo su noviazgo, su matrimonio, la llegada del hijo… hasta que aconteció aquello, gozoso en principio. El tercero, los últimos cuatro años.
Se conocieron cuando tenían quince y desde el primer momento se hicieron inseparables. Mucho más madura que él, Carmen resultó ser un perfecto complemento a su cabeza un tanto alocada. Tras unos años de noviazgo, en cuanto vieron que estaba seguro en el trabajo, buscaron un piso y se casaron. Pronto llegó el niño, para poner la guinda a su felicidad. Cuatro lustros después podía seguir diciendo que se consideraba un ser privilegiado, a pesar de las estrecheces económicas propias de una familia humilde. Estaba compartiendo su vida con la mujer que quería y tenían un hijo modélico que, en la sensatez, había salido a su madre. Decididos a hacer el esfuerzo de apoyarle en el estudio de una carrera, el chaval estaba respondiendo. Sacaba sin problemas las asignaturas y daba clases particulares para pagarse sus gastos.

Siempre que le había dado por soñar despierto, veía a los niños de San Ildefonso cantando el número de una de sus participaciones navideñas. Un buen pellizco para pegarle un meneo a la hipoteca, asegurarse los estudios del hijo, hacer por fin los cuatro arreglos que necesitaba la casa y darle la merecida jubilación al coche. La realidad resultó algo más sosa, pero mucho más contundente. Alguien le comentó el rumor de que el bote de la lotería primitiva había caído en el barrio, pero que todavía no se había identificado al supuesto afortunado. Como llevaba el resguardo en el bolsillo, se acercó a la administración. Cuando vio la cara de la empleada, no necesitó la confirmación de que nunca más iba a tener que preocuparse por el dinero.




El primero de sus seres más queridos con quien tuvo problemas fue Antonio, su mejor amigo de siempre. Con apuros económicos, su cuenta corriente había sido el primer destino de una buena cantidad de euros. “Mientras yo tenga dinero tú no vas a tener dificultades de este tipo”, le había dicho antes de que se fundieran en un emotivo abrazo. El caso es que se lo tomó al pie de la letra y en menos de un año, sin haber hecho aparentes esfuerzos para resolver su situación, le había requerido  tres veces más para lo mismo. En la última de ellas le llamó la atención, se sintió ofendido y terminaron riñendo seriamente.
La primera discusión fuerte que tuvo con Carmen fue cuando le planteó al hijo que dejara los estudios, para ayudarle a administrar el dinero. La madurez del chico no llegó a tanto como para escuchar a su madre. Al poco tiempo se le ocurrió a él solo que, pudiendo pagar a un profesional que lo llevara, no tenían necesidad de preocuparse ellos por eso. Lo de las drogas vino un poco más adelante.

Antes del enfrentamiento por el futuro del hijo, ya había tenido otros de menos importancia con su mujer. Lo que más le enfadaba, tenía que reconocerlo, era que el tiempo siempre terminaba por darle la razón a ella. ¿Para qué iban a irse tres meses al Caribe, si antes de las dos semanas estarían añorando su casa? ¿Para qué quería gastar 100.000 euros en un coche, si nunca le había gustado conducir? En lo de la casa sí que se había puesto tozuda y acabó saliéndose con la suya. ¿A santo de qué iban a comprar un chalé en una urbanización de lujo, para vivir con gente que no tenía nada que ver con ellos? No escatimaron en las obras para remozar su casa, pero siguieron viviendo en su barrio de toda la vida.




Nunca pensó que lo de Vanesa fuera a pasar de una simple aventura con una chavala espectacular, pero que podía ser su hija. Además de la juventud que había perdido Carmen, encontró en ella la comprensión que últimamente no conseguía de su mujer. Jamás discutían. A pesar de la diferencia de edad, parecían hechos el uno para el otro. Su fallo fue que no supo ser discreto y recibió el correspondiente ultimátum de su consorte. Antes de dos meses estaba viviendo con la joven en la urbanización a la que tiempo atrás le había echado el ojo.
Resultaba evidente que era un nuevo rico, pero en el barrio no se lo habían llamado nunca. Lo de cornudo tampoco. Claro que antes hubiera puesto la mano en el fuego porque no lo era, pero con su flamante mujer actual no se hubiese atrevido a apostar tan fuerte. Más de una vez se había hecho el loco ante lo que para una persona objetiva hubieran resultado pruebas irrefutables. Lo que ni siquiera él podía negar era que Vanesa, desde que había logrado su objetivo, no se parecía en nada a la chica que había conocido.

Todos sus problemas pasaron a un segundo plano cuando le llamaron del hospital. Su hijo había sido ingresado por una sobredosis. Casi no había dormido aquella noche y llevaba unas cuantas copas, pero no se le pasó otra cosa por la cabeza que coger el coche para ir a informarse in situ de la gravedad en que se encontraba. De esa forma llegó el accidente. Fue entonces cuando sobrevinieron con absoluta nitidez a su mente los momentos más importantes de su existencia. Aún pudo tener un pensamiento de solicitud de perdón a Carmen y al hijo, antes de que 100.000 euros de chatarra terminaran con su vida.

 

jueves, 20 de septiembre de 2018

Mi decálogo para dejar de fumar

REEDICIÓN (edición: 19/02/2012)
 
 
 




Te decía en el artículo anterior que fui fumador de más de tres paquetes diarios durante bastantes años. Hace ya unos cuantos, cuando los fumadores no se habían convertido todavía en el centro de tantas iras, tuve la buena ocurrencia de dejarlo. Me comprometí a comentarte mi experiencia y voy a hacerlo en forma de consejos. Son los que a mí me sirvieron y espero que a ti también. Unos me los dieron y otros son de mi cosecha. Tan importantes son los que puedan llevarte a tomar la decisión, como los que te ayuden a ponerla en práctica.


1. NO TE CONSIDERES UN CASO ESPECIAL:
No estás más enganchado que nadie, ni el tabaco representa para ti más que para otros fumadores que hemos sido capaces de dejarlo. Yo también pensaba que iba a ser incapaz de trabajar, de pensar, de hablar, de disfrutar, de leer, de escribir… sin un cigarro en la mano. La vida no solo no pierde sentido, sino que lo gana… y seguramente por más tiempo.


2. ESCARMIENTA EN CABEZA AJENA:
Piensa que hoy eres un privilegiado, por poder dejarlo voluntariamente. Seguramente conoces a alguien que no supo encontrar el momento y acabó  teniéndolo que dejar por una enfermedad. ¿Qué no hubiera dado por una segunda oportunidad? Tú, hoy, la tienes.


3. ÉSTE NO ES UN MAL MOMENTO:
Siempre encontrarás una excusa para retrasar la decisión. Cuando estés trabajando o estudiando, querrás aparcarla hasta las vacaciones. Cuando éstas lleguen, dirás que no quieres amargártelas. Tampoco te agarres a que estás pasando por un mal momento. Éste es tan bueno como cualquier otro y mejor que dentro de unos años. No te engañes.


4. NO BUSQUES MEDIAS SOLUCIONES:
Sé que en este punto hay discrepancias, pero yo tengo muy claro que se debe dejar de fumar radicalmente. Si te limitas a querer ir reduciendo paulatinamente el número de cigarros al día, serás mucho menos estricto que si sabes que no debes  fumarte  ninguno. Por cualquier motivo te saltarás el plan establecido y, en cuanto lo hayas hecho una vez, le perderás el respeto a seguir haciéndolo más veces hasta que termines abandonando.


5. PONTE UNA FECHA:
Si puede ser señalada (cumpleaños, aniversario, primero de mes) mejor, pero no es imprescindible. Pongamos que sea en  un plazo de uno a tres meses. Una vez elegida, se lo dices a todo el mundo.  Se trata de que no te salga del todo gratis bajarte del carro a las primeras de cambio. De que te dé un poco de vergüenza, después de haber montado el número, abandonar enseguida.




6. NO PIENSES QUE ES “PARA SIEMPRE”:
Pensar que es “para siempre” podría agobiarte un poco, sobre todo al principio. Realmente, puedes volver cuando quieras. Tu objetivo es aguantar hoy. Mañana ya veremos, pero conforme veas que vas consiguiéndolo, irás sintiéndote más fuerte para seguir. El tiempo correrá a tu favor.


7. UTILIZA AYUDAS:
Creí que el chicle de nicotina no me serviría de demasiada ayuda, porque consideraba que la mayor parte de mi problema residía en mi costumbre de hacerlo todo con un cigarro en la mano. Había infravalorado el porcentaje de culpa atribuible a la adicción. Comprobé que, con el chicle de nicotina, dejar de fumar estaba  costándome menos esfuerzo del que había pensado. En consecuencia,  lo utilicé sin reducir la dosis (dos o tres meses) mientras me acostumbraba a prescindir de la compañía del cigarro. Superada esa parte del problema, fui sustituyéndolo poco  a poco por el de menta.
Cuando yo dejé de fumar no se comercializaban todavía los parches, pero supongo que pueden ser tan buenos o mejores (requieren menos atención) que los chicles. Otras personas se han ayudado con éxito de la acupuntura.


8. CAMBIA ALGUNOS HÁBITOS:
Si relacionas el cigarro con determinadas situaciones, evítalas en lo posible. Solamente será al principio. El ejercicio físico, aunque solo sea caminar a buen ritmo, te ayudará mucho a superar la tensión.


9. PROCURA COMER LIGERO Y BEBE MUCHOS LÍQUIDOS:
Lo primero es para evitar que las comidas pesadas te inviten a pensar en el cigarro, pero no lo tomes a rajatabla. Si te apetece una fabada, te la comes y en paz. Vamos a centrar el sacrificio en no fumar. Lo mismo te digo del café. Ya sabes que su consumo llama al cigarrillo, pero si tienes la costumbre de tomarlo no hace falta que prescindas totalmente de él. Si no puedes lavarte los dientes después utiliza chicles de menta, independientemente de que estés usando o no los de nicotina.
Con respecto a lo de beber muchos líquidos, estoy refiriéndome sobre todo a zumos y agua. No cuesta esfuerzo y son buenos para todo. Te alivian las ganas de fumar y te ayudan a consolidar esa limpieza interna que has iniciado.


10. NUNCA CREAS QUE LO TIENES SUPERADO:
Si al alcohólico se le mentaliza para que nunca cometa la torpeza de pensar que tiene superado el problema, lo mismo debes hacer tú. No juegues con fuego, porque terminarás quemándote. Ni una calada, ni mucho menos un cigarro, aunque haga años que lo has dejado. Si el amigo que se casa no quiere entender que no vas a fumarte un puro el día de su boda, es porque no ha fumado nunca o porque no es tan amigo.


 

sábado, 15 de septiembre de 2018

ILEANA

REEDICIÓN (edición: 02/03/2012)
 




En muchas ocasiones, aunque las distancias sean largas, prescinde del autobús. Prefiere desplazarse caminando a buen paso. Corriendo. No es solo porque cualquier ahorro es bueno para la complicada economía familiar, sino sobre todo porque el autobús le produce claustrofobia. Le permite pensar demasiado. Más de la cuenta. Plantearse situaciones que no termina de comprender. ¿Por qué el premio a la mejor jugadora del club de ajedrez se lo dan a otra chica, cuando su hija es la que mejor ha quedado en todos los torneos? Alguien le ha insinuado que quizá sea por ser rumana, rumana en España, pero ella no ha querido hacerle caso. No puede pensar así de las gentes de un país en el que se considera bien acogida. En el que lleva ya cuatro años. En el que le gustaría quedarse a vivir para siempre.
A una edad en la que las mujeres de por aquí empiezan a caer en la cuenta de que han dejado de ser niñas, ella ya era madre. Cuatro años después llegó la pequeña. Otros tantos más tarde vinieron las tres a reencontrarse en España con el hombre, que se había adelantado a buscar la vida para los suyos. “La familia tiene que estar junta”. Su trabajo, limpiando casas y oficinas, fue al principio un buen complemento al jornal del marido. Un dinero  imprescindible actualmente, porque con la crisis es el único ingreso fijo con que se cuenta en casa. 

Llega puntual al trabajo, con el  precalentamiento hecho. Las escaleras de dos en dos. La sonrisa de siempre. No habla de sus problemas, si no le preguntas. Los hay mucho más graves. Sin dejar de trabajar un instante, te cuenta noticias de personas que sufren en el mundo. De gentes necesitadas a las que le gustaría poder ayudar. Pero se tiene que conformar con fijarse en los que tiene alrededor. Siempre dispuesta a echar una mano. Generosa para dar, sin esperar nada a cambio. Agradecida para recibir, como si  no tuviera derecho a ser de vez en cuando correspondida.
Una sonrisa y hasta el día siguiente. Sale disparada hacia el próximo destino. Tiene que aprovechar la mañana, porque el resto del día debe desempeñar otros papeles. El de cabeza de familia porque el marido, siempre entre rumanos, no termina de hacerse entender en español. El de madre motivadora porque la hija mayor, demasiado tímida, no acaba de adaptarse. El de madre severa porque la pequeña, todo lo contrario, se pasa de adaptación. El de administradora, para hacer encaje de bolillos con unos mermados ingresos. El de psicóloga, para levantar el ánimo de un padre de familia sin trabajo. El de buena gente, para ayudar a quien lo necesite.

Esa es ILEANA. No creo  haber hecho méritos para merecerlo, pero es un orgullo para mí que me cuente entre sus amigos. 

lunes, 10 de septiembre de 2018

Diccionario en tono de humor (83)





Reinvención personal, en clave de humor, del significado de las palabras.
 
 
LADRÓN. Clavija que, a modo de Robin Hood, roba corriente eléctrica al enchufe que la posee y la reparte entre tomadores necesitados.

REBOTE. Enfado o disgusto que se  disputa en las canastas de un campo de baloncesto.

REFINADO. Persona educada y muerta.

REGATEAR. Debatir el  precio de algo andando a gatas.

REGULAR. Ajustar o poner algo en orden sin demasiado acierto.

REMOLÓN. Dícese del remo que gusta o resulta agradable.

SABANA. Llanura extensa  utilizada como ropa de cama.

SABER. Conocer la sensación que ciertos cuerpos producen en el órgano del gusto.

SACIEDAD. Conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven completamente satisfechos.

SAVIA. Energía con profundos conocimientos.

SOSIEGO. Serenidad propia de un invidente.

SUCESIÓN. Conjunto de personas que se ponen en cola para recibir los bienes de una herencia.

TROMBÓN. Coágulo  de sangre con pinta de no terminar en nada bueno.

TULIPÁN. Planta herbácea de la familia de las margarináceas.

TURBINA. Pequeña muchedumbre de gente confusa y desordenada.