Como tantos españoles, se quedó sin empleo. Con el agravante de la edad. Tenía casi sesenta años. Algunas personas le comentaron que, apurando los dos años de prestaciones por desempleo y buscando después una subvención debido a su edad, muy bien podría plantarse en la jubilación sin necesidad de complicarse la vida. No le gustaba esa opción, al menos sin haber luchado antes por buscar otras soluciones. Tenía alguna experiencia en seguros y allí, si no aspiras a sueldos fijos, siempre te hacen un hueco.
El problema de trabajar exclusivamente a comisión es que, a un promedio aproximado de 30 euros por póliza, resulta prácticamente imposible alcanzar unos ingresos que te permitan sobrevivir. En una compañía le plantearon la posibilidad de hacerse autónomo y acceder a una tabla de objetivos que, si los alcanzaba, le permitirían equiparar sus ingresos a las prestaciones que le correspondían por desempleo. El problema era que el reto resultaba inviable empezando con una agenda en blanco como la suya. Necesitaba trabajar a lomo caliente algunos meses para abonar el camino y poder aceptar la oferta con algunas garantías. Así lo hizo. Durante ese año escaso, en que siguió cobrando el paro, sus ingresos totales por comisiones no llegaron a 400 euros.
En el INEM (Instituto Nacional de Empleo) le dijeron que si se daba de alta en autónomos, con las prestaciones que no había percibido (6.000 euros), le subvencionarían mensualmente la cuota (277 euros) hasta que se terminasen. Aceptó la opción dejando constancia del ingreso extra (400 euros) que había percibido, por si procedía que se lo descontasen.
En el INEM (Instituto Nacional de Empleo) le dijeron que si se daba de alta en autónomos, con las prestaciones que no había percibido (6.000 euros), le subvencionarían mensualmente la cuota (277 euros) hasta que se terminasen. Aceptó la opción dejando constancia del ingreso extra (400 euros) que había percibido, por si procedía que se lo descontasen.
Enviado por el INEM, acudió al SACE (Servicio de Apoyo a la Creación de Empresas). Allí le comentaron que, gracias al plan de emprendedores del Partido Popular, por el hecho de hacerse autónomo tenía derecho a una subvención a fondo perdido de 4.000 euros, aunque no fuera a montar un despacho ni a generar más puesto de trabajo que el suyo. Le pareció demasiado bonito para ser cierto, pero evidentemente presentó la pertinente documentación.
Los tres primeros meses de autónomo necesitó echar mano de sus escasos ahorros, porque no pudo cumplir los objetivos marcados por la compañía, Se limitó a cobrar las comisiones de las pólizas contratadas, que no cubrían siquiera las cuotas que había pagado. Esperaba al menos resarcirse de las mismas cuando el INEM se dignara a abonárselas, pero recibió una carta comunicándole que podía despedirse de ellas. El hecho de haberse dado de alta en una compañía de seguros, aunque hubiera sido para tratar de abrirse un camino de trabajo y solo le hubiera reportado 400 euros (que él mismo había puesto de manifiesto, por si tenían que deducírselos), era motivo suficiente para que se le rechazase la solicitud. Tenía derecho a recurrir, pero le advirtieron que si lo hacía cabía la posibilidad de que le reclamasen todos los meses de paro que había estado cobrando.
En el SACE le dijeron que tenía que esperar a final de año. Llegado éste, le comunicaron que donde habían dicho subvención de 4.000 euros ahora decían se ha acabado el presupuesto y si te he visto no me acuerdo. Que por supuesto no pensase entrar en el del año siguiente, porque ése estaría destinado a engatusar a nuevos pardillos.
Estuvo pensando si mandarlo todo a la mierda, marcharse a su casa, volver al paro hasta que se acabaran los 6.000 euros que le quedaban y entonces pedir una subvención hasta la jubilación. Pero pudo reconducir su situación gracias a su trabajo y a la inestimable ayuda de algunos familiares y amigos, que quisieron firmarle una póliza en el momento justo en que le hacía falta para llegar a alguno de sus objetivos mensuales.
En las estadísticas aparecerá un parado menos. Algún políticastro sacará la conclusión de que ha sido gracias a las facilidades dadas por el INEM, a las subvenciones ofrecidas por el SACE y a la maravillosa gestión de los chorizos que nos vienen gobernando desde hace ya muchos años.