REEDICIÓN (edición: 25/09/2015)
CUENTO CLÁSICO REINVENTADO
Una pobre viuda, que vivía con su hijo en una humilde choza, no pudo trabajar durante unos meses como consecuencia de una enfermedad. Para poder subsistir tuvo que tomar la determinación de vender la vaca, que era el único bien que poseía. Envió al chico a la feria del pueblo para ver lo que era capaz de sacar por ella. En el camino se encontró con un anciano, el cual le ofreció cambiársela por una bolsa con habichuelas. Según le dijo eran mágicas y le garantizarían de por vida su manutención y la de su madre. Encontró el negocio ventajoso, acepto y volvió tan contento a casa sin haber llegado siquiera a pisar el mercado. La pobre mujer se llevó el disgusto de su vida, arrojó el contenido de la bolsa por la ventana que daba al jardín y mandó al muchacho a la cama sin cenar, no tanto por castigo como por falta de comida. Compungido como estaba le costó dormirse, pero cuando lo hizo tuvo un sueño. Las judías que había tirado su madre se habían convertido durante la noche en una enorme planta de la que no se veía el final. Ascendió por ella y, cuando estaba por encima de las nubes, se encontró con el castillo de un gigantesco y malvado ogro que se comía a los niños (para variar). Con valentía logró deshacerse de él, no sin antes haber hecho acopio de una buena parte de sus riquezas (para variar también). Cuando se despertó se dio cuenta de que esas gilipolleces solo pasan en los sueños y tuvo que enfrentarse a la cruda realidad. Lo único que había ocurrido aquella noche era que las habichuelas habían germinado, crecido moderadamente y madurado, en un proceso que en una planta normal hubiera llevado algunas semanas. En consecuencia pudieron preparar unas deliciosas alubias para desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar; sin embargo la rentabilidad que le habían sacado a la vaca seguía resultando ridícula. La sorpresa se la llevaron al día siguiente y en los sucesivos, cuando observaron que la planta volvía a dar frutos. De esta forma se cumplieron las palabras del anciano, en el sentido de que no iba a faltarles el sustento. El problema con que se encontraron fue que una dieta tan reiterativa no resultaba equilibrada. La consecuencia más preocupante no era que en el pueblo se les hubiera puesto el apelativo de los pedorros (por razones obvias), sino el hecho de que para buscar remedio a las flatulencias se aficionaron a los licores de anís y acabaron alcoholizados y con el hígado hecho unos zorros. Asimismo la falta de ejercicio para ganarse el pan con el sudor de su frente les llevó a una obesidad que terminó con ellos en una silla de ruedas. A pesar de ello puede decirse que fueron felices comiendo judías, tú no las probaste porque estaban frías y a mí no me dieron porque no quisieron.
Me ha encantado tu versión XD En serio, me he reído bastante.
ResponderEliminarMe alegro, muchas gracias.
EliminarVoy a conocer tu blog.
Saludos.
Pues que sepas que no era una visita SPAM ni nada de eso, ojo, es que tu manera de versionar el cuento realmente me ha gustado mucho. Ya le daré a los demás poco a poco :)
EliminarLa verdad es que no me había planteado otra cosa que no fuera una visita normal. Por eso me he alegrado de tu opinión.
EliminarEl único listo es que se quitó las alubias de encima.
ResponderEliminarUn saludo.
Perdón me refería al abuelete.
EliminarEsa mata de judías, que parece eterna, bien gestionada no parece un mal negocio.
EliminarJajajajaja. Qué final tan trágico, madre mía... A mí no me gustan las judías, así que no me hubiera vuelto alcohólica pero hubiera muerto de hambre y echando de menos a mi vaca. Cosa más torpe de niño. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarA lo mejor te hubieras hecho alcohólica para olvidar el hambre.
EliminarBesos.
Muy buena esta versión. A mi me gustan las judias, las palestinas y las sudamericanas.
ResponderEliminarEl frejol, la soya y el poroto, tambien.
Besos
Pues mándales los besos a ellas, que yo soy un señor. Disfrazado de Mafalda, pero señor. XD
EliminarSaludos.
JAJAJAJAJAJAJAJA
EliminarCon todos mis respetos a los caballeros que se saludan con dos besos, pero en este caso me parece que Chaly me ha confundido el sexo. ¿Tú también piensas lo mismo?
EliminarJajajaja creo que sí, lo he vuelto a leer y me he vuelto a reír, pero por tu respuesta que es cierto parece que saltaste como resorte!!! jijijijiji
Eliminarbueno y ya medio en confianza, la foto de Mafalda por qué es? si es que se puede saber, claro....
Besitos =)))
No tiene ningún secreto lo de Mafalda. Simplemente es que me encanta y la utilizo muchas veces y desde hace mucho tiempo como icono, en vez de poner una foto mía.
EliminarBesos.
Buen día!
Eliminarmuy bien, yo también la he utilizado en lugar de mi foto!
=)))
sobretodo una donde está despeinada!!
jeje
jajajajaja me he reído mucho!
ResponderEliminarGracias por empezar mi día así =))))
buenas tardesssssssssssssss!
Besitos
No me des las gracias que el mérito es tuyo. Tu predisposición era favorable y yo que te lo agradezco.
EliminarAhora buenas noches.
Besos.
buenassssssssssssss!
EliminarBesitos =)))
Ahora son tardes, mira tú por donde.
EliminarBesos.
Tardes? Acá sí, allá ya es casi media noche.....buenas noches!
EliminarBesitos
Por otra parte el anciano se amancebó con la vaca y fueron muy felices.
ResponderEliminarSaludos.
Se me pasó comentar ese detalle. Quien tiene seguidores tiene un tesoro.
EliminarSaludos.
¡Qué cuento más interesante! Éste sí que es educativo para niños. En un par de años se lo podrás contar a Ariadna.
ResponderEliminarNos advierte contra las soluciones milagrosas que pueden tornarse nefastas, porque entiendo que las habichuelas son una metáfora del dinero que puede ser pernicioso para uno mismo y las relaciones con los demás. Podemos convertirnos en avaros que no quieren compartir lo que tienen con los demás o buscan subterfugios (las judías estaban frías) para no hacerlo.
El primer error fue desprenderse de la vaca, el único bien que poseían y que además seguía proporcionándoles leche, para canjearlo por dinero. La solución fácil, en lugar de buscar otras alternativas que implicaran seguir trabajando para ganarse el pan. Eso ocurre a veces con pequeños negocios que ponen el cierre porque sus propietarios consideran que ya no les reportan grandes beneficios, aunque la caja que hacen les permite vivir decentemente con sus familias. Quieren más y prefieren finiquitar su vida laboral para perpetuar el dinero de la venta en una cuenta bancaria con intereses (bajos), que tampoco les hará ricos. Y ya no trabajan, no luchan más por ese pan, no hacen ejercicio, terminan obesos, pegados al televisor o con otros vicios y mueren, falsamente felices.
Un fuerte abrazo, Chema.
Sigues engrandeciendo mis textos con tus lecturas, mucho más profundas que la intención de quien los escribe.
EliminarUn fuerte abrazo y buen fin de semana, Karima.
Jajaja lo de los pedorros muy bueno. Ya se sabe las judias son muy flatulentas.
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
Algún inconveniente tenían que tener.
EliminarUn abrazo, Rafa.
jajajaja pedooooooorros!!
ResponderEliminarAlgo notarían los del pueblo.
EliminarQue bueno, bueníiiiiiiiiiiiisimo, jeejejej, gracias por este rato tan risueño que me acabas de proporcionar al leer este cuento. Pedorros, alcohólicos, obesos, cuanta cosa por unas judías, menudo jaleo montó el chaval al cambiar la vaca. Un consejo para esa familia, si hubieran vendido en el pueblo parte de las judías podrían comprar carne. Se nota que lo mío son los negocios, la economía es mi fuerte.
ResponderEliminarChema te mereces un aplauso , plas, plas....bueno varios.
Un beso
Puri
Alguna judía debían vender, porque el anís de algún sitio tenía que salir.
EliminarMuchas gracias, Puri.
Besos.
Me he reído mucho, Macondo. Si la moraleja es que mejor seguir los consejos de la viuda, está tremendo. Si es que las judías alientan pero son buenas sólo con moderación...te doy la razón. :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra que te haya hecho reír, Albada.
EliminarOtro abrazo para ti.
Sigue siendo muy bueno, como siempre. Un abrazo grande
EliminarGran visión de tu cuento, estupenda moraleja, no hay que terminar obesos y enviciados a una vida mediocre.
ResponderEliminarGracias, Boris.
EliminarLa madre debió dar más y mejores indicaciones: "no aceptes menos de $XX", "solo dinero en efectivo".
ResponderEliminarEntonces no habría cuento, Silvia. XD
Eliminar¡Es verdad!
EliminarJAJAJAJAJAJAJAJA, y sabes si alguien se atrevió jamás a visitar la cabaña? ¡Al fin, solos y felices! Bueno, felices es un decir. Buagggggggggggg.
ResponderEliminarGenial, Chema. has conseguido mi primera sonrisa, y mira que hoy era complicado. Gracias.
Besos Chema.
Pues no sabes cómo lo celebro. Lo de tu sonrisa, quiero decir.
EliminarBesos, Lore.
Ay, mi Chema, jajajajaja. permíteme que antes de nada me ría por tu respuesta al comentario de Chaly Vera... has saltado como un resorte, jajaja
ResponderEliminarYa no sé si mandarte yo mis besos....
Y con las habichuelas, ya te digo yo que con ellas hubiera hecho un negocio redondito redondito, con lo buena negocianta que soy... pedorra yo... pedorro tol pueblo, ea!!!!!!
De todas formas, yo los mando y .... muchos.
Hasta pronto Chema.
Aclararé que no soy tan anticuado como para tener inconveniente en saludarme con dos besos con un señor, si bien me dio por pensar que Chaly Vera pensaba que estaba dándoselos a una mujer. Quizá fuera una confusión por mi parte.
EliminarA ti sí que te doy muchos.
Pobres pedorros...qué penita. Y no pensaron en cambiar algún kilo de habas por una docena de huevos? lo digo para acompañar...
ResponderEliminarParece ser que les dieron prioridad a los licores anisados.
EliminarPero, ¿engordaron por las habichuelas o por el anís?
ResponderEliminarSobre todo por la inactividad.
EliminarEs parecida a lo que era antes la dieta de los pobres. Frijoles frijoles y más frijoles. Hoy ya no alcanza ni para eso.
ResponderEliminarUn abrazo
Ni dietas equilibradas, ni historias. Hoy hay que conformarse con tener algo para llenar el estómago.
EliminarOtro abrazo para ti.
¡Jajaja! Si es que nadie es perfecto, pero estos cargan con todo lo que les echen. Como para estar a su lado.
ResponderEliminarBesos Chema
En vez de con pan y vino, ellos andaban el camino con fabada y chinchón.
EliminarBesos para ti, María Pilar.
Me gustan tus re ediciones porque antes yo no estaba y no conocía tus cuentos.
ResponderEliminarEnhorabuena por esas habichuelas jejejej.
Besazo al alma y feliz semana.
Gracias, Paula.
EliminarBesos.
Veo que en ese momento no me disculpe por mandarte besos
ResponderEliminarAhora lo hago
Y solo te mando
Un abrazo… virtual
No tienes que disculparte. Simplemente quise aclarar una confusión que, por otro lado, no tenía importancia.
EliminarUn abrazo.
Igual murió el anciano y la vaca no tiene quién la quiera... podría interesarme, jajjaja
ResponderEliminarDesde luego, con quien mejor puede estar una vaca es con un toro.
EliminarSaludos.
Ha raiz del primer comentario de Toro, pienso que sería pertinente una continuación de la historia, con los ojos de la vaca, que en principio es la que sale mejor parada en esta historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mejor que la cuenta el que levantó la liebre. Hasta un poema podría hacer.
EliminarUn abrazo.
Fíjate que este cuento no lo conocía, así que me quedo con tu versión.
ResponderEliminarMe he reido un montón con lo que dices de que terminaron alcoholizados con los licores de anís y con el hígado hecho unos zorros jajjajaj. Me has recordado al licor de anís que mis padres tenían en casa.
Besos.
No es de los cuentos más habituales, pero sí era bastante conocido en mis tiempos. Lo que pasa es que tú eres una chavalica y ya leías los de Gloria Fuertes.
EliminarLos licores dulces son más peligrosos que la madre que los parió. No he cogido ninguna castaña con ellos, pero dicen que son horribles.
Besos.
Ja,ja,ja. Las alubias no serían del todo mágicas pero seguro que los efluvios que generabn provocaron más de un desmayo a quienes tenían la mala suerte de olerlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Algún inconveniente tenían que tener, porque hay pocas cosas mejores que un buen plato de judías.
EliminarUn abrazo.
Es lo malo de los cuentos clásicos, que suelen obviar el hecho de que los zapatos de cristal hacen rozaduras, que lo de dejar migas de pan por el bosque sólo sirve para matar a los lagartos por culpa de la sal y que las habichuelas son increíblemente indigestas comidas en demasía.
ResponderEliminarTonterías aparte, me encanta tu versión.
Espero muchas más revisiones de clásicos como esta.
Besos de cuento
Celebro que te haya gustado.
EliminarHay unos cuantos reeditados inmediatamente anteriores a este y otros vendrán después.
Besos.
Me gustó y tiene su moraleja.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro, Amapola.
EliminarBesos.
jajajajaja...¡Cómo me he reído!Esto de dar la vuelta a los cuentos clásicos con este sentido del humor queda muy bien, y siempre se aprende algo.
ResponderEliminarAbrazos, Macondo
Celebro que así lo veas, Rita.
EliminarUn abrazo.
jajajaja que bueno, Macondo. Tienes una imaginación muy buena. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Mi imaginación no da para escribir poemas con tu sensibilidad, sin embargo las burradas me salen con naturalidad.
EliminarOtro beso para ti.
Jajajajajajajajajaja! ...hacía rato no escuchaba el término "pedorros", por mis tierras se les dice a las personas o a las cosas, "escarsas", con poca calidad.
ResponderEliminar¿Te dije ya que me gustan mucho tus reinvenciones? ...pues sí, me encantan!
Besos.
Supongo que esos pedorros derivan, por semejanza, de los que se tiran pedos.
EliminarCelebro que te gusten mis reinvenciones.
Besos.
Jaaaaaaaaaaa... cualquier día de estos me meo encima por culpa de tus cuentos reeditados que son mejores que los antiguos..
ResponderEliminarBesitos.
Te pones a leerlos con el "dodotis" y en paz.
EliminarBesos.
Ja, ja, ja ¡Me ha encantado! :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Me alegro mucho.
EliminarUn abrazo.
Mucho mejor esta versión tuya del cuento que la original. !Donde va a parar!.
ResponderEliminarTiene un "aroma" distinto y sus palabras suenan "redondas" y contundentes.
Un abrazo.
Suenan redondas y contundentes como los cuescos de la madre y el hijo. :)
EliminarUn abrazo.
Aparte de tu ingenio para robarnos sonrisas, encuentro un gran paralelismo entre vender la vaca por unas "habichuelas" y la primogenitura por un plato de lentejas, las consecuencias son las mismas.
ResponderEliminarUn abrazo, Chema.
Fíjate que profundo puedo llegar a ser y lo poco que me valoro. Menos mal que te he conocido a ti, Estrella, para sacarle lustre a lo que escribo.
EliminarUn abrazo.
Si vivían a las afueras no comprendo el problema. ¿Es que hasta el pueblo llegaban las flatulencias?.
ResponderEliminarHay vecinos muy exagerados.
Saludos.
Se acercarían al pueblo a comprar los anises.
EliminarSaludos.
¡Cómo me he reído!, a pesar de que el final no puede ser más trágico y me ha gustado tu particular "colorín colorado"
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado.
EliminarBesos.
¡Hola!
ResponderEliminarJajaja, madre mía pobre familia. Lo que da de sí una mala inversión, o un mal negocio, más bien.
Muy feliz semana y a mí no me entusiasman las judias, la fabada no es, ni de lejos, mi plato preferido. Prefiero un buen pote asturiano, jejeje.
Feliz martes.
Pues una fabadita asturiana, pudiendo dormir una buena siesta, no es mala cosa. ¿El pote también lleva alubias, no? Pues eso. Me apunto a cualquiera de las dos cosas.
EliminarFeliz miércoles, que el martes casi ha terminado.
El pote a veces las lleva y a veces no, depende de la zona. Mi suegra hace con y sin, cuando nos juntamos muchos, y yo como un plato de cada, jejejeje.
EliminarFrliz viernes.
Ja ja. Un final demoledor.
ResponderEliminarAbrazo.
Como en cualquier otro cuento fueron felices, lo que pasa que en vez de perdices comieron judías.
EliminarUn abrazo.
Hola Chema, sigo diciendo, que busques un manager.
ResponderEliminarTus cuentos reeditados son mejores que los originales. Voy que parto de risa, jajajaja !!! Amigo eres un cachondo mental.
Un abrazo y a seguir así. Nos alegras la vida.
Y vosotros me la alegráis a mí viniendo a reírme las gracias.
EliminarMuchas gracias, Joaquín.
Un abrazo.
Eres grande como tus ocurrencias Chema.
ResponderEliminarNo me quedaron ganas de ver leguminosas por un tiempo pero disfruté mucho del cuento. Si hubiera existido, un poco de Pepto Bismol ayudaría a minimizar los daños.
Un abrazo.
Siempre que se hace el burro comiendo judías piensas que vas a escarmentar, pero son tan buenas que vuelves a caer en la tentación.
EliminarYo prefiero un par de buenas guindillas, en vez de medicinas.
Muchas gracias, Miguel.
Un abrazo.
Hola, Macondo
ResponderEliminarMe gustan mucho tus versiones de estos cuentos. Tienen su puntillo. Sigue contándonos más.
Un abrazo!
Gracias Éowyn.
EliminarYa hay unos cuantos reeditados. Y otros que vendrán.
Un abrazo.
Jajajajaaa... Menos mal que tampoco me dieron.
ResponderEliminarMuy buena tusocurrencias para cambiar los cuentos.
Buen martes. Cuídate.
Un abrazo.
Menos mal no, que debían estar muy buenas.
EliminarGracias, Laura.
Un abrazo.
Muy divertido! Me vino a la cabeza esta explicación del sistema capitalista: tienes dos vacas, vendes una y compras un toro, reproduce y tienes muchas vacas. Entonces o sobra leche o falta alfalfa. Si falta alfalfa se mueran las vacas y te arruinas, si sobra leche baja el precio en el mercado y también te arruinas.
ResponderEliminarLo siento, pero no hay alubias mágicas.
Saludos!
Borgo.
Creía que ibas a contar una versión del cuento de la lechera. Es el que tengo preparado para publicar después de este.
EliminarSaludos.
Buen narrador, extraordinario didacta, filósofo y con sentido del humor.
ResponderEliminarTe felicito, macondiano
Muchas gracias, generoso amigo.
EliminarHOLA AMIGO ME GUSTÓ MUCHO TU BLOG, TE SIGO Y TE CUENTO QUE RECIÉN HE ABIERTO UN BLOG DE FRASES CÉLEBRES, ESPERO CONTAR CON TU PRESENCIA.
ResponderEliminarSALUDOS.
Me gustan mucho las citas. De hecho publico una todos los días en la cabecera de este blog.
EliminarSaludos.
Y cuánta verdad subliminal en tus cuentos…
ResponderEliminarAsí que luego nos enfrentábamos a la cruda realidad, que nada tenía que ver con esos cuentos que nos leían para coger el sueño, y que, más que sueño, lo que cogíamos era una auténtica pesadilla: ogros, brujas, calderos con niños dentro, Bambi y su pobre mamá…
Pues eso… Gracias por las sonrisas, y un verdadero placer leerte, Macondo.
Un abrazo grande, y muy feliz noche.
Gracias a ti, porque las sonrisas las has puesto tú primera.
EliminarUn plaver tu visita.
Un abrazo.
Ja, ja, ja.. Curiosa deriva escatológica la que tomó tu versión del clásico. Un abrazo!!
ResponderEliminarUn abrazo, David.
EliminarMe ha gustado mucho, aunque yo me había metido en el sueño del niño y me he llevado una desilusión cuando se ha despertado y nos hemos dado de narices con la cruda realidad.
ResponderEliminarEn muy divertido y tal y como está la vida tener las habichuelas aseguradas no está mal.
Lo de los gases siempre se puede arreglar.
Un saludo.
Celebro que te haya gustado, Conchita.
EliminarUn saludo.
Hola Macondo , muy buen cuento
ResponderEliminaren resumidas cuentas , el anciano no lo engaño , jajajaja
te deseo una feliz mañana besos de flor.
Gracias, Flor.
EliminarBesos.
Los pedorros, un buen nombre para un cuento. Chema, esto de tus cuentos es adictivo. Me gusta como hilvanas una ocurrencia con otra, con esa ironía, y es que cuanto cuento nos han metido de niños, esa de las matas de judias es un ejemplo, vamos, que ni un ficus repens. Muy divertido. A por otro.
ResponderEliminarLa verdad es que con esos cuentos que nos contaban hemos salido medio normales de casualidad.
EliminarJajajajajaj este tiene mucha guasa.
ResponderEliminarLo de “Buenos días Sr Matías...ha comido usted judías? No,porque estaban frías” lo dice mi padre y claro...me ha gustado leerlo aquí.
: ))
Es que a tu padre y a mí nos han contado los mismos cuentos y nos han dicho las mismas frases hecnas.
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