REEDICIÓN (edición: 21/01/2013)
La Tuca debió ser el primer ejemplar de fox terrier que se conoció en aquella
zona de Los Monegros. Tanto es así que, transcurrido casi un siglo, todavía hay
mucha gente de por allí que llama “tucos” a los perros de esa raza. Se la
compró mi abuelo a una actriz de teatro. Por aquél entonces el hermano pequeño
de mi padre debía tener unos dos años. La primera noche mi abuela tuvo
verdaderos problemas para dar una vuelta por el niño. La Tuca se había
instalado a los pies de su cuna y no permitía que nadie se acercase a él.
Parece ser que su anterior dueña tenía un hijo de una edad similar y la perra
había sido la responsable de su custodia mientras ella estaba trabajando. Al
llegar a casa de mis abuelos había asumido el
cambio de niño, pero no el de madre.
La segunda Tuca que me consta, hija o nieta de aquélla, fue regalada de cachorro por mi padre a mi madre. Eran todavía novios. Mi abuela materna la aceptó con la condición de que sería devuelta en cuanto creara cualquier problema. Era raro el día que no hacia alguna travesura, pero mi madre se las tapaba como podía. Dicen que la falda de la mesa camilla, que empezó teniendo algunas flores de adorno, terminó siendo un auténtico prado de margaritas. Cada dentellada de la perra era disimulada primorosamente con el ganchillo. Sin embargo debió hacer alguna más gorda que no se pudo ocultar porque, con gran dolor por parte de su dueña, mi abuela cumplió su amenaza y la Tuca volvió a casa de mis abuelos paternos. Unos años después, ya casados mis padres, en la primera visita de mi madre a casa de sus suegros observó sorprendida que un perro enloquecía de alegría con su presencia. La Tuca había cambiado mucho para ella, pero ella sí que había sido reconocida por la Tuca.
Ya no éramos unos niños cuando nació la tercera Tuca de la que voy a hablar. Se la regalaron a uno de mis hermanos y conservó la tradición de ponerle ese nombre. Acababa de ser destetada y era demasiado pequeña para mandarla al monte. Queríamos tenerla en Zaragoza hasta las siguientes vacaciones. Mi madre siempre nos había advertido que no le gustaba tener perros en casa, porque les cogía mucho cariño y todo le parecía poco para ellos. Cuando la vio, tan frágil y tan bonita, no fue capaz de dejarla desamparada. Cumplió a rajatabla con lo que había dicho. La convirtió en la reina de la familia. Nos sorprendió un día diciendo con mucha alegría que había descubierto que los riñones no le gustaban ni muy hechos, ni demasiado crudos, sino vuelta y vuelta por la sartén. Eso quería decir en primer lugar que le daba riñones para comer y después que analizaba sus gustos hasta ese punto. Llegamos a temer por la posibilidad de tener que salir nosotros de casa si la Tuca necesitaba nuestro espacio, pero afortunadamente llegaron las vacaciones, la perra se fue a su casa definitiva y las aguas volvieron a su cauce.
Que bonita La Tuca.
ResponderEliminarAdemás de ser una raza a la que le tengo cariño, me encantan esos perros.
EliminarTres generaciones de Tucas en la familia, que bonito, nos has contado su historia a modo de Cien Años de Soledad, como no podía ser de otra manera.
ResponderEliminarBesos
Qué más querría yo que saber narrar como el Sr. García Márquez.
EliminarBesos, guapa.
Es una raza especial, yo tuve una, Neska, la perra más lista que he tenido y he tenido perros en mi vida, con mucha diferencia, lista y zorra, en plan bien claro, cuentista cuando hacía falta, cojeaba, pero solo cuando pensaba que la veíamos, cuando pensaba que estaba sola andaba bien la muy cabrona :D
ResponderEliminarInteligencia extrema la de estos bichos, bonita historia de Tucas.
En casa también hubo una Neska (Neska Polita , creo que Muchacha Bonita, ¿no?), pero de otra raza (creo que drahthaar).
EliminarLos fox terrier son listos como el hambre y, con todo lo tranquilos que pueden llegar a parecer, tienen los cojones como el caballo de Espartero. Recuerdo uno que había en casa que le plantaba cara a un gran danés sin cortarse un pelo. Quizá hable pronto de él, ahora que he cogido la marcha.
Un abrazo.
Bien por los perros. ¿A qué le decís "monte"? Aquí tuca se le dice a otra cosa relacionada con la marihuana. Tuca es mi tía también. Tita Chicha Maño Pity y Pety, esos son los sobre nombres de mis tias y mi madre. Los veo terriers. Je
ResponderEliminarEn este caso al hablar de “monte”, aún sin utilizarlo con mucha propiedad, hago referencia a la segunda acepción de la RAE: “Tierra inculta cubierta de árboles, arbustos o matas”. Era el lugar donde tenían la casa agrícola mi familia paterna, donde íbamos a pasar las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano. He enlazado la palabra “vacaciones” a una entrada que hice este verano que hablaba del lugar.
EliminarUn abrazo.
Bonita tu historia familiar relacionada junto a la de esos entrañables perros. Que inteligentes estos tucos y tucas.
ResponderEliminarUn abrazo Macondo.
Muy listos son, sí señor. Y con gran capacidad de adaptación a la vida de sus dueños.
EliminarUn abrazo, Rafa.
Sabes que aprecio especialmente tus relatos y me ha encantado empezar la semana con esta lectura. Gracias, Chema.
ResponderEliminarPocos blogueros tienen la capacidad de transmitir más emociones en una entrada que aquellos que son unos verdaderos maestros. Por eso tienes siempre mi reconocimiento y admiración. Y no me digas que es por cariño. Acepta el merecido cumplido, lo reconozcas más o menos, ¿vale?
Un fuerte abrazo, Chema, y feliz semana. Espero que la crecida del Ebro no os afecte demasiado.
La verdad es que me he quedado un poco corto al hablar de las perras en sí, pero no he querido extenderme demasiado para poder meter a las tres sin alargarme demasiado.
EliminarNo he pasado estos días cerca del Ebro, pero debe estar la situación un poco preocupante, sobre todo en algunos pueblos cercanos.
Feliz semana también para ti, Karima. Un abrazo.
Que hermosa esta Tuca! y que espapilada, se gano el cariño de tu madre...seguro que despues lo que la echo de menos... no sabia que se llamaban asi :)
ResponderEliminarFeliz inicio de semana , besines!
Son unos animales que se te meten en el bolsillo por la gracia que tienen, sobre todo de cachorros.
EliminarFeliz semana también para ti.
Besos.
Un bonito relato y bien contado. Con la justa dosis de sentimentalismo. Es que los animales suelen sacar ese registro de nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto que los animales, para mí sobre todo los perros, te obligan a devolverles un poco de lo mucho que te dan.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Imagino que, al menos, os daría a vosotros los riñones sobrantes. Hermoso texto. Un abrazo
ResponderEliminarAlguno debía quedar para nosotros, sí. Supongo que los que se habían pasado de fritos y no estaban a gusto del exigente paladar de nuestra querida Tuca. :D
EliminarUn abrazo, Amando.
Mis hijos también temen que acabe por no hacer la comida si el gato me reclama.:) Un beso.
ResponderEliminar¿Ves? Si es que todas las madres sois iguales. Os sobra instinto maternal para dar a los hijos y lo volcáis en los animales. ¿O es al revés?
EliminarBesos.
ResponderEliminar¿Qué pasó después, no volvieron a tenerla?
Es una historia bonita la de las perritas, a través de ellas, nos has llevado a conocer una parte importante de tu familia, en la que tú has hecho de guía e intermediario entre tus tres generaciones.
Besos, Chema.
Sí que volvimos a tenerla. Realmente estaba en la casa agrícola de mi familia paterna, donde nosotros íbamos a pasar todas las vacaciones. Si quieres saber algo de eso, acabo de enlazar la palabra “vacaciones” con una entrada que hice este verano.
EliminarBesos, guapa.
Entrañable relato de las diferentes Tuca contado con tanta cariño y ternura que llegas a hacernos partícipes de la emoción vivida en esos momentos. El detalle de tu madre dice mucho hasta qué punto Tuca era un miembro más de la familia.
ResponderEliminarBesos con toda mi admiración :)
No solamente un miembro más, sino la auténtica protagonista. La verdad es que era una monada.
EliminarBesos para ti, María Pilar.
En el tema de los perros que te voy a decir...¿que estoy enamorada del mio? que mal suena decirlo así ¿verdad? :D Pero es que es verdad; lo dan todo tan incondicionalmente que a mi me maravilla!
ResponderEliminarMuy bonita historia Macondo y muy bien relatada.
Besos
No suena mal. Es cierto. No existe una fidelidad tan incondicional en los humanos.
EliminarMuchas gracias.
Besos.
Me acabas de tocar el corazón porque mi Zegrí es de la misma raza y lo quiero más que a mi vida, entiendo lo que dices, la casa es suya, el sofá el suyo, lo mejor es para él...pero siempre digo que me da infinitamente más que yo a él.
ResponderEliminarBesicos y muchas gracias de corazón por tus visitas.
Comparto totalmente lo que dices sobre los perros. Creo que los humanos, salvo el amor de una madre por un hijo, no sabemos querer tan desinteresadamente.
EliminarCon respecto a las visitas, evidentemente no tienes nada que agradecer. En todo caso yo a ti. Es una gozada leerte, porque escribes como los ángeles (suponiendo que los ángeles escriban de puta madre).
Besicos.
Cuando un perro se instala en tu corazón, se adueña de tus afectos. Hace el gesto de posicionarse en el sofá, en los pies de la cama y en la colcha de tu vida.
ResponderEliminarEse Tuca, como la mía, como tantos y tantos perros, nos dan unas muestras de lealtad tan envidiable, que es imposible no llegar a amarlos.
Por ellos, por los perros. Brindo y levanto mi copa.
Un abrazo.
Pues chin-chin. Brindo contigo. Por los perros y su amistad inquebrantable.
EliminarUn abrazo, Aldaba.
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. ★MaRiBeL★ .
La intención es lo que importa.
EliminarGracias.
Hola Macondo, nos encanta tu blog y por eso queríamos pedirte que por favor, menciones Vacunacción, una plataforma de concienciación social sobre la importancia de vacunar a nuestras mascotas.
ResponderEliminarEste año hemos creado un concurso para todos aquellos que quieran compartir sus historias más llenas de vida con sus animales y conseguir un iPad mini.
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¡Gracias!
Gracias por vuestra visita.
EliminarEntrañable historia la de la(s) Tuca(s), y muy bien escrita. De pequeño siempre quería tener un perro, pero nunca me dejaron. Ahora que podría no acabo de decidirme, tengo miedo a encariñarme demasiado y acabar durmiendo en el sofá para que el perrito duerma en mi cama.
ResponderEliminarUn abrazo.
Les aplicamos nuestras sofisticaciones, pero ellos no necesitan tanto. Nos cambian un poco de atención y cariño por su amor inquebrantable.
EliminarUn abrazo.
Obedezco à Igor y La Douce amos de mi casa !
ResponderEliminarYa veo que Manouche es la mejor amiga del perro.
EliminarHe tenido cuatro perros, el primero fue un fox terrier, ahora una pincher y schnauzer, hace un año perdi a mi zar, un perro de aguas... y te puedo decir en mi caso, que se quieren tanto que cuando los pierdes sientes que se va parte de ti.
ResponderEliminarUna historia muy tierna y bien estructurada, como se merecen estos seres.Y sí, todos los rincones de la casa son suyos, menos el sofá y la cama, hay que educarlos, son como niños de dos años, y un niño de dos años ya entiende algo.
Feliz jueves querido amigo.
Mi hermano siempre dicen que a los niños y a los perros hay que educarlos parecido. Si no quieres que hagan una cosa tienes que dejárselo claro desde el principio y entonces no tienes que ser severo, porque te entienden enseguida. Lo malo es querer corregirles sobre algo que llevas consintiéndoles durante mucho tiempo.
EliminarBuen viernes y feliz fin de semana.
Las historias de nuestras mascotas nos marcan, sobre todo los perros que son increíblemente inteligentes y cariñosos con los miembros de su hogar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo del mejor amigo del hombre es muy cierto. En muchas ocasiones no puede decirse lo mismo a la inversa.
EliminarUn abrazo, Matías.
Yo conozco un caso muy de cerca de una mujer que se negaba rotundamente a tener un perro en casa, por los inconvenientes que ello collevaría, y que luego, cuando el resto de la familia logró por fin convencerla de aceptar al nuevo inquilino y este hizo acto de presencia, fue la primera en tratarlo como un miembro más del hogar. Esa es mi mujer, jeje.
ResponderEliminarTambién suele ser cierto que son los niños quienes se mueren de ganas por tener una mascota y prometen cuidarla hasta que la muerte los separe, y luego son los padres los que tienen que apechugar con todos los inconvenientes. En casa, yo soy el paseador oficial de mi mascota perruna, jajaja.
Un abrazo.
Sucede en muchas ocasiones lo que tú dices, que el perro es un capricho del niño —que le dura una semana— del que se tienen que responsabilizar los padres durante 15 años.
EliminarUn abrazo.
Yo soy como tu madre. Mis hijos dicen que quiero más al gato que a ellos. A ver, muy exacto no es...pero casi. Y mis padres también tenían a los animales como un miembro más de la familia.
ResponderEliminarMe ha encantado la historia.
Muy feliz jueves.
Tu gato preside hasta tal punto tus escritos que hubo un tiempo que no lo nombrabas y no me atreví a preguntarte por él pensando que podía haberle pasado algo.
EliminarBuen viernes ya y feliz fin de semana.
No he tenido nunca perro, pero si he tenido una buena aceptación por ellos, los de amigos y familiares.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo en el piso de casa tampoco he tenido perro, salvo en momentos esporádicos como el que comento.
EliminarUn abrazo, Alfred.
Me has recordado a "La pelusa" de la misma raza, tendría yo unos 9 años, nunca se me olvidará, era el terror de los gatos del callejón, se cargó a mas de uno, y un dia, uno que había dejado tuerto y manco, se la estaba guardando, así que un dia, desde lo alto de una ventana, en el callejón, le saltó al lomo a la Pelusa, clavó sus garras y parecía un jinete domando un caballo salvaje, y entre mordisco y mordisco, le sacó los ojos a la Pelusa, una vez ciega, ya fue presa fácil, y hasta ahí llegó la vida de la Pelusa, mi perra mata gatos... :(
ResponderEliminarSalud y abrazos
Qué historia más sanguinaria. Tuvo que ser muy triste para ti.
EliminarSalud y abrazos.
Aquí, Tuca a la Pituca y Tuco al hombre manco
ResponderEliminarYo de niño tuve un perrito: chiquitito y bonito pero nunca supe de que marca era
Abrazos
Los perros tienen la misma marca que la raza de los coches. :)
EliminarUn abrazo.
Como se puede ver, no hay dos sin tres.
ResponderEliminar"Satucos"
Perdón. ¡Saludos!
En este relato hablo de tres fox terrier hembras, pero en el siguiente saldrá un macho: Zeppo.
EliminarSaludos.
Son mejores que nosotros.
ResponderEliminarNo tengo ninguna duda.
Fieles, sinceros...
Saludos.
A mí tampoco me queda la menor duda.
EliminarSaludos.
Yo sólo he tenido un perrito, he tenido a Thor, al más lindo de todos los perros. Estuvo conmigo 12 años, formando parte de mi familia. Hace unos meses se ha ido, pero jamás lo olvidaré. Mi pequeñín.
ResponderEliminarThor es un nombre muy de perro.
EliminarLa verdad es que dejan huella.
Me ha encantado tu relato sobre la historia de los Tuca en tu familia.
ResponderEliminarLa mía es una turca, una perrita de agua, y es también muy lista y superinteligente. Entiendo bien lo de los riñones vuelta y vuelta jajajajaja
Un beso
Ya veo que tú también eres una "madraza". :)
EliminarUn beso.
Qué bonito recuerdo, me encantan los perros.
ResponderEliminarBesos Chema =)))
Me alegra que te guste.
EliminarBesos, Liliana.
Qué recuerdos más bonitos, Macondo.
ResponderEliminarLa verdad es que a los animales se les coge un afecto que imposibilita no tratarlos como a un familiar más. Yo tengo tres perros en casa, e imagínate, no les cocino al gusto, como hacía tu madre, pero si que son los auténticos reyes de la casa.
Un beso, y feliz fin de semana.
“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro” (Diógenes).
EliminarUn beso y feliz fin de semana también para ti.
¡Qué bonita tu mamá preparando riñones al gusto de la perra! Qué bonita entrada :)
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Silvia.
EliminarCómo se les quiere a los animales, como si fueran de la familia, en mi caso es un gato, el que me hace las gracias y yo le adoro.
ResponderEliminarUn beso.
Yo prefiero los perros, pero en cualquier caso se hacen querer muchísimo.
EliminarUn beso.
En casa teníamos una perrita que se llamaba Dana, era juguetona a más no poder. Ya de mayor nunca he tenido perro. Creo que ella me cubrió sobradamente esa necesidad para toda mi vida. Saludos
ResponderEliminarUn perro es un disgusto garantizado, pero 12 o 15 años de satisfacciones. Y conste que yo en casa tampoco tengo.
EliminarSaludos.
Conforme iba leyendo lo que escribías pensaba que no tendrías uno ni obligado. :)
ResponderEliminarUn abrazo.
He conocido varias "generaciones de animales" todos llamados igual. Me gusta mucho cuando se mantiene esa especie de linaje en los bichillos, y siempre puedes remontarte a sus ancestros porque sabes de dónde viene cada uno. Sobre todo porque eso genera una ocasión para contar historias... Besotes!!!
ResponderEliminarMi sobrino Antonio pertenece a la quinta generación de mi familia cuyo primogénito lleva ese nombre: mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre, mi hermano y él. Animales también, al fin y al cabo.
EliminarBesos.