REEDICIÓN (edición: 05/11/2012)
Había
una vez un hombre, de nombre cambiante pero actuaciones similares, que tenía
dos hijos. El mayor y predilecto muy bien podría llamarse Rodrigo y al menor le encajaba
perfectamente Inocencio. A pesar de llevar una vida regalada —o precisamente
por eso—, porque su padre era rico y lo tenía muy contemplado, el primogénito
decidió un día marcharse de casa pidiendo
la parte de la herencia que le correspondía. Con gran dolor de su
corazón, el hombre accedió. Pocos días después Rodrigo se marchó y se estableció
por su cuenta, dedicándose a ofrecer préstamos hipotecarios para tratar de
aprovechar el boom inmobiliario. Cuando hubo gastado todo el dinero, sobrevino
una crisis —que al principio se llamó reajuste— y empezó a pasar necesidad.
Pensaba con envidia en los súbditos de su padre, que tenían pan en abundancia
mientras él apenas podía comer. Decidió levantarse, ir a él y decirle: “Padre,
pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame
como a uno de tus putos vasallos". Y así lo hizo. Estando todavía lejos le
vio su progenitor, corrió hacia él, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
No dejándole siquiera iniciar la frase que llevaba preparada, dijo a sus
siervos: “Traed aprisa un Giorgio Armani y vestidle, ponedle un diamante en el
dedo y unos Louis Vuitton en los pies. Matad el novillo cebado, comamos y
celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha resucitado;
estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzó
la celebración. El hijo menor oyó el jolgorio al regresar a casa del
trabajo y preguntó el motivo a uno de los criados. Como no le convenció la explicación, no quería unirse al
festejo. Salió su padre a suplicarle y él le respondió: “Hace años que te sirvo
sin rechistar. Jamás he dejado de
cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para hacer una
comida con mis amigos; sin embargo ahora viene ese hijo tuyo que ha dilapidado
tu patrimonio y matas en su honor el novillo cebado”. El hombre le respondió:
“Hijo, tú siempre has estado conmigo y todo lo mío es tuyo. Me has tenido a tu
disposición para obedecerme, votarme y pagar los impuestos que te he exigido.
Tu hermano, por el contrario, estaba muerto y ha resucitado; estaba perdido y
ha sido hallado”.
A
partir de ese día el padre fue vendiendo una buena parte de la hacienda que le
quedaba para dejar libre de deudas a Rodrigo. La economía del lugar se resintió
y subió los impuestos para poder
subsistir. Inocencio se quedó sin trabajo, por lo que no pudo seguir pagando la
hipoteca de su casa y lo echaron con su
familia a la puta calle.
Je je ¿modernizando la parábola del hijo pródigo? Verás como se entere el Vaticano...y el caso, es que con esta interpretación te das cuenta de que vigentes siguen determinados temas.
ResponderEliminarMuy bien traído Chema, una crítica muy elegante a la sinvergüencería.
Muchos besos
Cuando era pequeño creía que muchas de estas parábolas las entendería cuando fuera mayor, pero llegué a la edad adulta y muchas de ellas tampoco.
EliminarBesos.
La vida está llena de injusticias, aceptarlas quizá sea lo más adecuado. Pero siendo hombres racionales que perdemos raciocinio al momento de sufrirlas, esto no va para todos. Somos distintos unos de otros, la puta calle está llena de ellos, de nosotros.
ResponderEliminarAbrazo.
No creo que aceptarlas sea lo más adecuado, porque si nadie dice nada (aunque pueda hacerse poco) dejan de parecerlo.
EliminarOtro abrazo para ti, Walter.
Una historia antigua y siempre vigente. La has adaptado de muy buena menera, siempre habrán injusticias inluso entre los progenitores y sus vástagos, siempre seguirá pasando.
ResponderEliminarLo peor que saco de este relato (y de la vida misma)es no encontrarle explicación a que un padre no sepa valorar las acciones de sus distintos hijos y que para beneficiar a uno sea capaz de hacer daño a otro incluso cuando no tenga motivos para ello.
Siempre se ha dicho que el cariño es igual para todos los hijos pero no así la preferencia.
Un beso, Chema-
Parece que es ley de vida y más cuando, como en este caso, los padres no son padres y los hijos no son hijos de verdad.
EliminarOtro beso para ti.
He leído y releído la entrada que me parece genial (acabas de inaugurar una nueva sección :)).
ResponderEliminarHabía preparado un comentario pero al final lo he borrado porque lo esencial no necesita fiorituras y tú vas a entenderlo con esta frase: Me alegro mucho que hayas escrito esta parábola. Mucho. Un fuerte abrazo, Chema.
No sé si nueva sección, pero sí había pensado en darle vueltas a alguna que otra parábola para tratar de encontrarle una segunda lectura.
EliminarMe alegra que te alegres de que haya escrito esta parábola. Y no te cortes en comentar lo que quieras. Siempre enriqueces mis entradas con tus comentarios.
Un fuerte abrazo, Karima.
Comprendo la similitud, pero tal vez no esté tan claro, si el banquero se ha arruinado concediendo créditos a gente que no podía pagarlos y si tenemos en cuenta que el dinero que hay en los bancos pertenece a personas que lo han depositado allí y no quieren perderlo. Un beso.
ResponderEliminarLas personas que han depositado el dinero en los bancos para invertirlo en activos financieros sin riesgo no lo pierden, porque para eso están los fondos de garantía. En todo caso pueden perderlo quienes, comprando acciones del banco, se hacen propietarios del mismo en la parte proporcional que les corresponde y asumen, para bien o para mal, la gestión del banco. Esta gente sí que está invirtiendo su dinero en valores especulativos (acciones) y pueden ganar mucho más que los otros, pero también perder.
EliminarLo que no parece lógico es que cuando vayan bien las cosas el beneficio sea para el banco y cuando vayan mal el perjuicio nos lo tengamos que repartir entre todos.
Besos.
Interesante relato, el cual más de uno debería tomar nota de esta magistral lección.
ResponderEliminarSaludos Macondo.
Muchas gracias, Rafa, por tu generoso comentario.
EliminarSaludos.
¡¡Esque la vida no es justa Chema!! jajaja
ResponderEliminar¿Tu estás seguro que el inocencio se quedó en la calle? ¿No será que el padre le subió los impuestos a los putos vasallos y al final el padre, el Emilio y el Inocencio vivieron como Dioses a cuenta de los pobre vasallos?
Genial entrada, querido. Así es, al final pringan los mas "inocencios"
Besazo
Los políticos y los banquero no pierden nunca, por lo que al padre y a Emilio no les afecta la crisis. El pobre Inocencio ejerce de vasallo más que de hijo, por lo que le toca correr la suerte de un ciudadano de a pie.
EliminarMuchas gracias, hermosa.
Besos.
Una historia muy real, real del todo, alguna que otra familia conozco yo así, siempre hay un hijo favorito y lo digo por propia experiencia aunque en un ámbito más humilde.
ResponderEliminarBESITOS.
Lo puedes aplicar a un entorno familiar, pero también a un país completo. Un padre gobierno (que aunque cambie de nombre el resultado es parecido), un hijo banquero (casualmente llamado Emilio) y otro hijo pueblo llano (con su santo el día 28 de diciembre).
EliminarBesos.
Esta parábola, nunca me pareció, … cuando eres mamá, resulta, que recibes al hijo prodigo, aunque no haces fiesta, pero siempre estamos perdonando a uno u otro, aunque no es tan dramático, como se van y piden a herencia, … me aclara mucho la respuesta que le das a Dolega, me hace sentido, el por qué Inocencio, tambiém pierde, me gusta tu Parábola, miles de abrazos, TQM
ResponderEliminarAquí los únicos que no pierden jamás son los banqueros y los políticos. Entre ellos se protegen, para repartirse el pastel.
EliminarUn fuerte abrazo, Regina.
Ya dijo Jesús: “Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse” (Lc. 15, 7)."
ResponderEliminarDe aquella lluvias vienen estos lodos.
Muy buena actualización de la parábola del hijo pródigo.
Un abrazo.
O el buen pastor, que para ir a buscar a la oveja que se ha perdido deja a su suerte a las 99 restantes. A lo mejor vuelve satisfecho por haberla encontrado y se encuentra con que el lobo ha hecho estragos entre ellas.
EliminarUn abrazo.
Yo al primogénito le hubiera llamado Rodrigo en vez de Emilio, puesto que son los rodrigos los que están chupando dinero público, los emilios que se sepa no, los emilios se fueron con su dinero, montaron los bancos y mal o bien se mantienen sin necesidad de que papá les de dinero, son los rodrigos, los que, puestos ahí precisamente por papá, con otros hijos de papá a su lado, quienes dilapidaron dinerales y ahora necesitan que se les rescate del abismo.
ResponderEliminarPor que hasta el Banco Popular, con necesidad de financiación, va a recurrir a ampliaciones de capital, no al dinero público, y el mismo presidente de la entidad dijo que es lo lógico, que es privado y como entidad privada debe salir con sus propios medios del atolladero, no, no son los Emilios, son toda la panda de políticos metidos a banqueros, son las cajas de ahorro, regidas por políticos, la banca semipublica e impúdica, quienes nos toman a todos por inocencios.
Aun asi, con ese matiz con el nombre, el cuento es muy bueno, felicidades.
No trago ni a los banqueros ni a los políticos, pero quizá tengas razón. Son peores los políticos metidos a banqueros, porque se juntan las dos ganaderías en una. Les falta profesionalidad y jugarse algo que en ocasiones también es propio. Acepto el matiz.
EliminarUn abrazo.
Es que con el dinero de uno siempre se controla más, cuando el dinero es de otros... fíjate las indemnizaciones millonarias de consejeros de cajas de ahorros puestos a dedo por partidos y sindicatos...
EliminarA mí me caen peor los dueños de las gasolineras mira :D
Está claro que es una vergüenza todo lo que se ha hecho y que sigan funcionando como si tal cosa.
EliminarCon respecto a los gasolineros, me pillas en fuera de juego. No les tengo pillado el tranquillo.
Un abrazo.
Yo no sé por qué Emilio o por qué Rodrigo, pero me ha encantado la parábola Mac. Cuánta razón tiene. Besote.
ResponderEliminarEmilio podría ser Botín y Rodrigo podría ser Rato, pero como dice Dess eso son matices. Yo, si te ha gustado como dices, me quedo tan contento.
EliminarBesos.
Me suena este cuentito... Me suena... ¿De qué me suena?
ResponderEliminarBesos
Todavía no he puesto la denuncia, pero me lo copió San Lucas en su Evangelio.
EliminarBesos.
Joder, macho, qué bueno es esto de no dejar de asombrarse visitando a los compañeros blogueros cada dos por tres. En verdad te digo que lo has bordado. Y el que tenga oídos para oír, que oiga.
ResponderEliminarHay que ver cómo se repite la Historia, macho... Pero hay que admirar, sobre todo, el arte para encontrar las similitudes y traerlas de vueltas acá.
Mi más sincera admiración y mis cordiales saludos, Maestro.
Va a parecer que estamos de juegos florales, pero me ruboriza que uno de los blogueros cuya escritura más admiro me llame maestro. Simplemente que me leas ya es un honor para mí. Que lo sepas.
EliminarUn fuerte abrazo, Jesús.
¿No se supone que los padres deben siempre proteger especialmente a sus hijos más débiles? Yo misma lo he dicho, se supone.....
ResponderEliminarComo "Inocencia" que soy, aunque todavía me queda un año para poder seguir pagando la hipoteca, decirte que me ha encanta como has versioneado este "cuento".
Besos
Versionado!!
EliminarAinss, como estoy!.........
Se había entendido. Me encanta a mí que te haya gustado.
EliminarBesos.
Bueno pues, desde luego, no termina igual de bien que su referente evangélico, claro que tampoco sabemos como terminó aquel, ya que no hay una segunda parte que destripara las consecuencias de aquellos actos. Claro que hijos pródigos como el que se narra, hay muchos y Inocencios no quiero ni contarle. Le invito a que se pase por La Guarida. Hay un chiste que le vendría como anillo al dedo.
ResponderEliminarhttp://pepecahiers.blogspot.com.es/2012/11/desahucios.html
Saludos y buen blog.
Creo que va a ser mejor que nos tuteemos.
EliminarEfectivamente, "inocencios" hay muchos más.
Ahora voy a echarle un vistazo a ese chiste.
Muchas gracias por tu visita. Vuelve cuando quieras.
Saludos.
Macondo, me has dejado sin palabras por lo ingenioso de tu relato y porque aunque no en la forma, en el fondo coincide con el que puse ayer en mi blog. Esto de los desahucios parece que no es nuevo por lo que se ve y los beneficios se los llevan los mismos. Mira que oí veces esa parábola en la iglesia y nunca la había sentido tan actual, necesitaba una interpretación adecuada: la que nos das hoy aquí.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Se nota mucha mala leche en el texto, pero es que no me extraña.
ResponderEliminarMuy buena la comparación, y muy bien escrito.
Un abrazo.
Muchas gracias, Jon.
EliminarUn abrazo.
pobre españa
ResponderEliminar"Me duele España", que decía Unamuno.
EliminarUn abrazo, Garriga.
ESte sí lo recuerdo perfectamente. No pierde vigencia, porque las injusticias siempre están en el presente.
ResponderEliminarEs un gusto volverlo a leer, Macondo. Un abrazo
Tristemente está vigente, a pesar de estar escrito hace seis años.
EliminarMe alegra que lo recordaras.
Un abrazo.
Hola.
ResponderEliminarAcabo de recordar qu een clase de religión tuvimos que modernizar esta parábola e ilustrarla y yo al hijo pródigo lo dibujé(fatal por cierto) con gafas de sol y cazadora de cuero y junto a un coche que quería ser un Ferrari.
Han pasado años desde que lo has escrito y el tema bancos no solo no ha mejorado, ha ido a peor.
Y respecto a la parábola, a mí me costaba entenderla.
Muy muy feliz finde.
Hay cosas que ya de niño no me cuadraban en las clases de religión. Una de las más gordas es que Dios le pidiera a Isaac que le sacrificara a su hijo. Por mucho que luego se lo cambiara por un cordero, no me encajaba.
EliminarEs lo que le decía a Albada. Algunas entradas que me gustan no voy a republicarlas porque las veo obsoletas, pero otras tienen absoluta vigencia.
Buen fin de semana también para ti.
Muy ingenioso, una nueva interpretación de esa parábola, aplicada a este siglo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Matías.
EliminarUn abrazo.
Graciosa la evangilia segun Macondo....
ResponderEliminar—Es palabra de Macondo.
Eliminar—Te alabamos, Gabo.
Desde luego, esta parábola podría tener muchas versiones modernas y esta es una de ella y muy acertada. Solo me queda una duda: ¿el cambio de nombre de Robrigo a Emilio tiene algún significado que no consigo adivinar? ¿Acaso se refiere a Emilio Botín?, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando publiqué esta entrada en 2012, un comentarista que actualmente aparece como anónimo porque ha debido cerrar el blog (Dessjuest se firmaba), me convenció con su argumento de que los que chupan del bote son los políticos metidos a banqueros, más que los banqueros profesionales. En la reedición he hecho el cambio.
EliminarUn abrazo.
Hola!
ResponderEliminarMucho cuidao...que últimamente no nos podemos quejar...
Y así nos va
Un saludo =)
Sobre todo los desahuciados están encantados de la vida.
EliminarAsí nos va, sí.
Un saludo.
Me suena esta historia, al final la p realidad siempre se impone.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal cual, Alfred.
EliminarUn abrazo.
A mi tampoco me cuadran muchas cosas, como Dios puede pedir a un padre que le sacrifique a su hijo...no estoy por esa labor, y muchas más cosas que no entran en mi.
ResponderEliminarEs cierto lo que dices, los banqueros son solo trabajadores, los políticos se creen dioses que pueden hacer y deshacer, romper y recomponer lo que a ellos le interesa, primero te ponen el caramelo en la boca y luego te lo quitan...
A mi también me duele mi madre España, pero que están haciendo con ella???
Feliz sábado y domingo Mac...
De niño ya había cosas que te costaba entender y pensabas que era porque eras pequeño. Cuando te hacías mayor seguías sin entenderlas.
EliminarLo de utilizar las cajas de ahorros y otros muchos puestos que requerían profesionales para colocar amigos de partido no tiene perdón de Dios.
Que sea muy feliz también para ti lo que queda del fin de semana, Carmen.
Y al final, Rodrigo, aunque lloroso pidió disculpas, fue a parar a una cárcel de cinco estrellas con aposentos reservados para políticos y nobles chorizos, en donde juega al parchís con un noble apodado "el Urda" y hacen planes para cuando salgan, que será muy pronto para disfrutar la pasta que tanto les costo afanar, porque la pasta, nunca es devuelta...jejeje :)
ResponderEliminarA mi ese cuento me sonaba mucho... :)
Salud
Ya veo que te lo conoces.
EliminarSalud.
Vaya... tan real como la vida misma.
ResponderEliminarSi es que cualquier día algún Inocencio hará alguna barbaridad... al tiempo.
Saludos.
Barbaridades ya han hecho algunas víctimas, pero en cabeza propia.
EliminarSaludos.
Un padre puede querer a sus dos hijos, pero siempre tendrá más preferencia por uno de ellos.
ResponderEliminarLos Inocencio, siempre saldrán perdiendo.
Una entrada muy buena
Abrazos
Gracias, Chaly.
EliminarUn abrazo.
Hola Macondo , muy buena tu entrada , ya ves son dos hijos y mira tu como han acabado si es que no se puede ser bueno , te deseo una feliz noche besos de flor.
ResponderEliminarGracias, Flor.
EliminarBesos.
De lo más actual, espero que Inocencio alguna vez triunfe porque mientras se siga aborregado, Rodrigo& Cia seguirán campando a sus anchas: hoy te pongo aquí y mañana allí y verás como siguen pagando los mismos tontos y no se preocupan, no pasa nada, igual lo más se manifiestan pero eso tampoco cambia nada, la sentencia de las hipotecas de ese "órgano despolitizado e imparcial" es el último ejemplo.
ResponderEliminarBesos
El recurso del pataleo es lo máximo a donde se les permite llegar.
EliminarBesos, Conxita.
Qué bueno, una parábola a partir de una parábola. Muy agudo.
ResponderEliminarGracias, Ángeles.
EliminarFeliz idea... Los banqueros prodigos... El mundo al revés...
ResponderEliminarUn abrazo y el deseo de una feliz semana
Que tengas tú también una feliz semana, Ildefonso.
EliminarUn abrazo.
La parábola nos enseña que algunos no pierden jamás y otros están destinados a perder lo poco que tienen, a menos que no tengan mucha ambición y acepten su realidad.
ResponderEliminar¡Ni te imaginás cómo funciona esa parábola por acá! El corralito de 2001 dejó una gran huella para todos los bancarizados
Abrazo!
Ya veo que en todas partes cuecen habas.
EliminarUn abrazo.
Pues es una injusticia más grande que la cordillera de los Andes, que bíen vivir a tope, cuándo está detrás un papaito que va a sacar su billetera y a reponer lo que su hijito del alma ha dilapidado.
ResponderEliminarY mientras el trabajador, que se ha roto los huesos trabajando, su papá, le queda sin nada y pierde lo poco que tenía. está parábola nos enseña que hay que vivir de lujo, que alguien pagará nuestras locuras.
Ni entiendo la parábola que hay en los evangelios, ni entiendo esta, es el mundo al revés y un padre que actua con premeditación, prefiriendo a un hijo derrochón, sobre un pobrecito pringado que lo pierde todo por ser bueno.
Un abrazo con cariño.
Ángeles
La verdad es que en los evangelios —como en nuestra realidad cotidiana— hay muchas cosas que no se entienden.
EliminarOtro abrazo para ti, Ángeles.
Me he reído... y ahora me siento mala persona por ello. Besotes!!!
ResponderEliminarEgo te absolvo a peccatis tuis...
EliminarBesos.
Un relato con dos lecturas: la evidente y la de fondo. La primera nos lleva a esa lectura de que siempre se exige más a quien cumple; la segunda, un incisivo análisis de la actualidad sociopolítica. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, David.
EliminarUn abrazo.
Por desgracia todo sigue igual, nada cambia.
ResponderEliminarEn fin, es triste la situación económica de este país, y lo peor de todo es ver quién es el que con ello siempre sale favorecido.
Muy bueno, Macondo.
Lo he disfrutado mucho.
Un beso.
Me alegra que te haya gustado, Irene.
EliminarUn beso.
siempre se aprende algo! besitos!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Aniña.
EliminarBesos.
Mucha gente (la mayoría) se dejan deslumbrar por los Rodrigos y no aprecian a los Inocencios.
ResponderEliminarY así va el mundo...
Besos.
Tienes toda la razón, Carmen.
EliminarBesos.