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Cuando el inspector Romero va a visitar a la última vecina de la finca en cuyo ascensor ha aparecido muerto un hombre, está ya convencido de que no hay caso. Todo parece indicar que el fallecimiento se ha producido por causas naturales, motivo por el cual la entrevista es afortunadamente un mero trámite:
—¿Es usted Mercedes Hernández?
—Doña Mercedes, si no le importa, que soy una señora y que yo sepa usted y yo no nos conocemos de nada.
—Muy bien, doña Mercedes. Venía a preguntarle si esta mañana, cuando ha salido de su casa, ha cogido el ascensor.
—Pues claro que lo he cogido. No pretenderá que a mis 86 años baje los cinco pisos por las escaleras.
—Yo no pretendo nada, señora. Solo quería saber si se ha encontrado con alguien.
—Un hombre subía, sí señor. Con sombrero y gabardina. Muy malcarado él. Iba sentado. Ni los buenos días me ha dado. Mucho menos hacer siquiera una mención de cederme el asiento. Un grosero.
—¿Y han bajado juntos?
—Sí señor.
—¿Y no le ha sorprendido que subiera para volver a bajar inmediatamente, sin detenerse en algún piso?
—A mi ya no me sorprende nada. No sé dónde quiere ir usted a parar.
—Quiero ir a parar a que ese señor estaba muerto, doña Mercedes.
—Muerto y todo lo que usted quiera, pero un grosero. Ni los buenos días me ha dado.
jajaja, muy bueno. Pobre muerto :-)
ResponderEliminarPor las Mercedes del mundo :-). Un abrazo
Gracias.
EliminarUna tía Mercedes tenía yo. Me parece que ahora no se lleva mucho.
Un abrazo.
Es que hay muertos muy mal educados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como para no llevarlos a ningún sitio.
EliminarUn abrazo.
Todos los muertos no son buenos ni todas las donas asesinas....
ResponderEliminarEvidente.
Eliminar¡Hola, Chema! ¡Qué bueno! Una nueva anciana se une al club, y como las otras me resulta deliciosa. Por supuesto que la muerte jamás puede ser excusa para no dar unos buenos días y actuar conforme las normas de la buena educación. Divertidísimo. Un abrazo!
ResponderEliminarMe has dejado con las ganas, porque hasta ahora no he leído más que los micros que me he ido encontrando en los blogs habituales. Prefiero escribir antes que leer los de otros compañeros. Esta tarde me pongo a ello.
EliminarMe alegra que te haya caído bien doña Mercedes.
Un abrazo.
Aquí se constata que no todos los muertos son buenos. Doña Mercedes se merecía un inciso en su muerte para saludarla. Un abrazo y sonrisas
ResponderEliminarEs que la gente se muere cuando le da la gana, sin pensar en los demás.
EliminarUn abrazo.
Doña Mercedes no atiende a razones.
ResponderEliminarY pobre del que le lleve la contraria.
Saludos.
Los tiene bien puestos, sí.
EliminarSaludos.
Qué grosería, no saludar a doña Mercedes. Un micro fantástico con el que me he reído con ganas. No hay nada como el humor para encarar ciertas situaciones.
ResponderEliminarUn beso.
Celebro que te haya gustado y si además te ha hecho reír, doble alegría.
EliminarUn beso, Rosa.
Jajaja, me ha encantado! Humor del bueno. Si es que ya hasta los cadáveres son unos maleducados. Cómo está el mundo! Felicidades! Feliz fin de semana!
ResponderEliminarNo sé dónde vamos a llegar, como seguramente diría doña Mercedes.
EliminarMuchas gracias, Mayte.
Buen fin de semana también para ti.
Jeje. Divertidísimo, Chema. Un micro estupendo. Es muy difícil dar con el punto justo de humor y tú lo has hecho muy bien.
ResponderEliminarMe alegra que así te lo parezca, Marta.
EliminarMuchas gracias.
Muy bueno, la dama es tan egocentrista que no se da cuenta de como va el mundo,
ResponderEliminarGracias, José-
EliminarHombre, es que morirse no es justificación para ser grosero. No sé dónde vamos a llegar! :D
ResponderEliminarHay gente que no sabe ni morirse correctamente.
EliminarEncontrarse con un maleducado en un ascensor es algo normal, como iba a saber la doña que bajó con un muerto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muerto y todo lo que quieras, pero un grosero.
EliminarUn abrazo, Matías.
Hola, Macondo. El hecho de que esté muerto no le autoriza a ser maleducado, ¿que tiene 86 años la señora, oiga! ¿Oiga, me oye? Me ha gustado mucho, un saludo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Isan.
EliminarHe llegado un poco al azar a tu blog, a este rinconcito de poemas, quizás algo intruso y desde luego sin llamar, pido disculpas.
ResponderEliminarDecir que la impresión es muy buena: relatos que exhalan sensibilidad, emoción y verdad, además con el sabor tropical de Macondo y sus magias, algo tan necesario en estos tiempos donde la violencia y la pesadumbre nos tienen acongojados.
Saludos de Teo.
Para entrar a este blog no hace falta invitación, Teo. Más bien al contrario es una satisfacción para mí que te hayas pasado.
EliminarMe alegra que te haya gustado lo que has visto.
Saludos.
Sin duda al pobre muerto no le habían enseñado urbanidad en el colegio. Que mal anda el mundo. Enhorabuena por el relato. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Ainhoa.
EliminarUn saludo.
Hola Macondo la verdad es que en el fondo la señora Mercedes tenía razón
ResponderEliminarYa que murió y no fue capaz al menos de decirle que se moría ya que no le dio los buenos días de rigor, jajaja muy bueno. Gracias por participar.
Te deseo una feliz noche, besos de flor.
Las gracias te las doy yo a ti por venir a leerlo, Flor,
EliminarBuenas noches.
Besos.
Jajajajaja muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Tracy.
EliminarEstar muerto es una buena excusa, para no fijarse en detalles como saludar.
ResponderEliminarSaludos.
Pues parece ser que no a todo el mundo le parece una excusa suficiente.
EliminarSaludos.
Y es que hay gente desconsiderada incluso muerta. Y ancianas que no se percatan de nada.
ResponderEliminarUn relato singular, como no podía ser de otro modo, dado el tema a tratar, je,je.
Un abrazo.
Quedo, con curiosidad, a la espera del tuyo.
EliminarUn abrazo.
La mala educación no se le ha de perdonar ni a los muertos. Sobre todo cuando hay señoras de por medio.
ResponderEliminarMuy bueno el diálogo.
Un abrazo.
Gracias, Francisco.
EliminarUn abrazo.
Jajaja, buenísimo con su toque de humor negro. Me encantó. Saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Ana.
EliminarSaludos.
Hola Chema una situación muy curiosa la de esa vecina con ese muerto que no saluda
ResponderEliminarje je je en fin un maleducado como dice Doña Mercedes.
Te ha quedado muy bien.
Un abrazo
Puri
Muchas gracias, Puri.
EliminarUn abrazo.
Ja, ja, ja… Buenísimo. Un diálogo de lo más curioso, dadas las circunstancias, y divertido. Casi podía imaginarme la cara de la señora y su gesto estirado.
ResponderEliminarMe ha encantado, querido amigo.
Un placer leerte, siempre…
Abrazos enormes 💙
Y siempre un placer que vengas a leerme.
EliminarMuchas gracias.
Un fuerte abrazo.
Realmente me ha hecho reír, muy bien pensado, Doña Mercedes me encantó con sus respuestas y ese muerto un maleducado, que no la ha saludado, jaja, muy bueno realmente. PATRICIA F.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Patricia.
Eliminarjajajaja, buenísima la caracterización de la anciana solo a través de los diálogos, está genial. Y si , como me has comentado tu, parece que la cosa va de abuelas, jajaja.
ResponderEliminarUn saludo.
Las abuelas dan mucho juego.
EliminarUn saludo, Pedro.
Hola amigo Chema, jajaja, qué bueno, la carcajada mía antes de un puchero, ha sido genial, qué bueno. Estos puntos tuyos son la bomba. Gracias por el ratico. Un abrazo
ResponderEliminarNo sabes cómo celebro tu carcajada, Eme.
EliminarUn abrazo.
Peca de maleducado y arrogante
ResponderEliminarPor no saludar y ceder su asiento a doña Mechi
Abrazos
Ahora la gente no sabe ni morirse como Dios manda.
EliminarUn abrazo, Chaly.
Jajaja, muy ofendida Doña Mercedes.
ResponderEliminarEn la actualidad la buena educación está en desuso.
Saludos.
Sobre todo en los muertos.
EliminarSaludos, Maripaz.
Pobre muerto, seguramente sintió pena ajena en el más allá por las respuestas de Doña Mercedes. Por un segundo el inspector seguramente deseó cambiar roles con el difunto.
ResponderEliminar¡Magistral Macondo!
Un fuerte abrazo.
Gracias, Miguel.
EliminarUn fuerte abrazo también para ti.
Un texto ingenioso, amigo... Una curiosa aproximacion a la muerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Ildefonso.
EliminarUn abrazo.
Ja, ja... genial giro. Sin educación no se va a ningún sitio y es que perdemos las formas incluso muertos... Muy bueno
ResponderEliminarNo sé dónde vamos a llegar, Matilde.
EliminarGracias.
Ya estoy aquí Chema, de vuelta de mi viaje.
ResponderEliminarQue mal educado. Recuerdo cuando subía al autobús y dejaba mi asiento a las personas mayores, ahora son invisibles. Genial amigo, me ha encantado este texto.
Feliz semana. Un abrazo
Espero que hayas disfrutado el viaje, Carmen.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Feliz semana.
Un abrazo.
Jajajaja, doña Mercedes se merece un saludo, esté uno vivo o muerto.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro y suerte.
Feliz martes.
Hoy día cualquier excusa es buena para no saludar o evitar ceder al asiento a una persona mayor.
EliminarGracias, Marigem.
Feliz martes.
MUy bueno, apreciado Macondo, en el lineamiento propio de su escritura. Cuánto humor en ese final, y el reflejo del carácter de esa señora apara antología. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu generoso comentario, Carlos.
EliminarUn abrazo.
El "muerto" era un grosero pero tu humor no puede ser más refinado. Siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarBesos
Y un placer para mí ser leído por seguidores tan generosos como tú.
EliminarBesos.
Siempre hay una vinagreta que merece respeto. Lo que me ha sorprendido es saber que hay ascensores con asientos!! Yo nunca he visto uno, ahora vos te reirás de mi jajajjaj
ResponderEliminarCómo voy a reírme de ti por eso. Por aquí tampoco es frecuente. Solo queda alguno en casas antiguas. Se ve que como eran más lentos, a alguno se le ponía asiento.
EliminarIndiferente no deja el relato,
ResponderEliminarenhorabuena.
Besos.
Gracias, Amapola.
EliminarBesos.
Desde luego, doña Mercedes es una señora inflexible que no perdona la grosería bajo ningún concepto.
ResponderEliminarUn relato divertido y ameno. Buenos diálogos. Enhorabuena.
Muchas gracias, Bruno.
EliminarMacondo, di que Doña Mercedes va a lo suyo y no se entera de nada o no quiere.
ResponderEliminarBuen micro, me has hecho sonreír. Gracias.
Y buen finde.
Me alegra que te haya hecho sonreíir, Ángel.
EliminarGracias a ti, por pasar.
Buen finde.
Je,je, para la señora lo importante era la educación.
ResponderEliminarUn relato muy simpático que nos dibuja una sonrisa en la cara.
SAludos.
Celebro que lo hayas visto así, Manuela.
EliminarSaludos.
Es que ya no hay muertos como los de antes. Antes te encontrabas con uno en las escaleras y gustosamente te cedía el paso. Los de hoy no tienen vergüenza. Bueno, señoras pejigueras quedan algunas.
ResponderEliminarUna historia muy interesante.
Un abrazo.
No morirse como Dios manda sabe ahora la gente.
EliminarGracias.
Un abrazo.
Si es que nunca se deben perder las formas , ni aún de muerto. Doña Mercedes lo sabe muy bien, por eso se escandaliza de lo que debe. Muy bueno, Chema. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge.
EliminarUn abrazo.
Hoy con muerto y todo me has hecho reír,abrazos.
ResponderEliminarCada día hay que procurar reír con lo que toca.
EliminarUn abrazo.
Es que vivas o muertas las viejas impertinentes siempre tienen algo que exigir. Tu doña Mercedes no perdona la mala educación y mi vecina no disculpa la falta de higiene y muchas otras cosas. Me gustan estas coincidencias con los compañeros. Un abrazo
ResponderEliminarDeberíamos presentarlas, porque están hechas la una para la otra. :)
EliminarUn abrazo, Juana.
ja ja ja! Estas viejitas son maravillosas! Muy buen relato, Macondo!
ResponderEliminarUn abrazo
Supongo que para un trato frecuente pueden llegar a hacerse un poco cansinas.
EliminarMuchas gracias, Mirna.
Un abrazo.
Claro. El que el hombre esté muerto no lo salva de su mala educación. Claro que no.
ResponderEliminarMe encantó tu señora, a ver si va a ser la misma que la de mi ascensor :)
Un abrazo, Macondo, muy buen diálogo
Si no son la misma son primas hermanas. Ya me había dado cuenta de la coincidencia.
EliminarGracias, Tara.
Un abrazo.
Ya llega el momento en que los buenos días se dan tanto a las duras como a las maduras, je, je.
ResponderEliminarMuy gracioso y muy real, a pesar del desfortunio, en mi bloque hay alguna viejecita pareja, je, je.
Un abrazo, Chema!
Serán insufribles en las reuniones de vecinos, porque encima más de ancianitas desamparadas con todos los derechos y ninguna obligación.
EliminarUn abrazo, Pepe.
¡Me encanta este relato, Macondo! Si es que la buena genta de bien no disculpa ni cuando una se muere como puede.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Silvia.
EliminarSe están perdiendo las buenas costumbres, amigo Julio. No sé dónde vamos a llegar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajaja, buenísimo Macondo, la señora Mercedes toda ofendida porque el muerto es un grosero por no darle los buenos días.
ResponderEliminarUn abrazo, me ha encantado.
Celebro que te haya gustado, Dakota.
EliminarUn abrazo.
Pues a mí Mercedes, digo doña Mercedes, me cae fenomenal. Se han perdido las formas y las maneras, ¿qué es eso de no decir buenos días cuando entras con alguien en el ascensor?
ResponderEliminarBravo con esos diálogos, súper descriptivos y muy "visuales" (o audibles, no sé).
Un saludo.
Muchas gracias, Kirke.
EliminarUn saludo.
Ja, ja, ja. ¡Buenísimo! Me reí mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Me alegro, Cynthia.
EliminarGracias.
Un saludo.
¡Habrase visto, oiga! ¡Dónde han quedado los buenos modales! Fantástico micro, Macondo.
ResponderEliminarUn abrazo desde la Buhardilla de Tristán.
Celebro que te haya gustado, Javier.
EliminarUn abrazo.
jajajaja, me ha gustado, Macondo!! El diálogo entre el inspector y doña Mercedes es buenísimo. Enhorabuena y un saludo!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina.
EliminarCelebro que te haya gustado.
Un saludo.
¡Qué simpática la señora!
ResponderEliminarA pesar de ser policíaca y de haber un cadáver en el ascensor has sabido darle un toque de humor. Me ha parecido muy original.
Un abrazo.
Me alegra que te haya parecido original, MJ.
EliminarUn abrazo.
jajajaja Que testaruda es esa Doña Mercedes! jajajaja 😁 Me encantó el relato. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, Rosa.
EliminarUn abrazo.
Hola, Macondo. Señoras como esas son como las ortigas que cuanto más mustias parecen más pican. Creo que el inspector no debería fiarse mucho de ella, el gato de la del cuarto, justo debajo de ella, se cayó al patio ayudado por una maceta y el pobre ahora anda con collarín y no se atreve ni maullar que ya conoce como saba la medicina por por ello. Saludos
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