CUENTO CLÁSICO REINVENTADO
Pronto olvidó Caperucita los consejos de su madre, cuando salió hacia casa de su abuelita con una cesta de comida colgada en el brazo. Quería regalarle por su cuenta un ramo de flores y, busca que busca, se fue internando en la zona peligrosa del bosque casi sin darse cuenta. El movimiento de unas ramas le hizo volver a la realidad. A continuación escuchó el ruido de una detonación y sintió un fuerte calor en el pecho.
Era el mejor momento del día. Todas las noches después de cenar, antes de que se quedara dormida en sus brazos al calor de la lumbre, Mariano disfrutaba narrando a su pequeña hija anécdotas de las que él había sido protagonista a lo largo de su vida. Hoy tocaba la arriesgada cacería de aquella lobita de caperuza roja, cuya piel estaba puesta como trofeo en la chimenea.
Era el mejor momento del día. Todas las noches después de cenar, antes de que se quedara dormida en sus brazos al calor de la lumbre, Mariano disfrutaba narrando a su pequeña hija anécdotas de las que él había sido protagonista a lo largo de su vida. Hoy tocaba la arriesgada cacería de aquella lobita de caperuza roja, cuya piel estaba puesta como trofeo en la chimenea.
Ay noooo!
ResponderEliminarJajaja
Te ha quedado redondo!
=)))
Muchas gracias, Liliana.
EliminarMon Dieu! Has logrado un final terrorífico. Se me ha encogido el corazón en el pecho. Fijo que no podré pegar ojo en toda la noche. Es más, estaré en la cama con la sábana hasta los ojos, y la mente acosada por imágenes pavorosos de personajes que desollan a inocentes criaturas. Eso si no me da por abrir armarios y mirar bajo la cama…
ResponderEliminarUna vez más te felicito por tu talento. Tu versión es muy buena y real como la vida misma. ¡Cuántos depredadores se ocultan bajo una falsa apariencia de normalidad, siempre al acecho!
Bueno, me voy a la cama. A ver qué pasa.
Un fuerte abrazo, Chema.
¡Ay! A mí también se me encogió el corazón. Muy bueno el texto, pero pobre Caperucita :P
EliminarA veces es conveniente poner el objetivo en el otro lado. También en el del rebaño de ovejas a las que un lobo ha causado unas cuantas bajas para comerse solamente una, pero en este caso le tocaba a Mariano..
EliminarBesos a las dos.
Y supongo que la cabeza disecada servía de base para una lámpara...
ResponderEliminarSaludos.
Si, pero le pusieron la bombilla demasiado cerca y se les socarró. Estuvo a punto de provocar un incendio vengador del lobicidio.
EliminarSaludos.
Ay ay ay...qué dos os habéis juntao...
EliminarJjajajajaja
Menos mal que no fué mi tio, odio a los cazadores !
ResponderEliminarTu tío nunca hubiera matado un ejemplar que no fuera adulto.
EliminarUffff. Qué gore. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarNiña, no te rías, que es de llorarrrrrrrr. XD.
EliminarBesos.
una versión que da bastante miedo.
ResponderEliminarEspero el siguiente cuento.
Te doy la primicia. El miércoles, a las 18 horas, "La Cenicienta".
EliminarSaludos, Karin.
...si la detonación fue en el pecho, la piel expuesta daría la espalda.
ResponderEliminarSaludos!
Disculpa, pero no te pillo. Debo estar espeso.
EliminarSaludos, Tomae.
Muy triste este cuento, pobre caperucita y que malvado el tal Mariano, porque será que me es conocido ese nombre jjj. La versión es actual, hay mucho cazador disfrazado de padre de familia que hace verdaderas barbaridades.
ResponderEliminarBesos Chema y esperaremos por el próximo cuento.
Puri
No sé si lo dirás por el actual presidente del gobierno español, pero la verdad es que no había pensado en él ni en nadie en concreto. Es un nombre que siempre me hizo gracias, sobre todo desde que Forges llamara así a un perro.
EliminarMañana (miércoles a las 18 horas) tienes el siguiente: "La Cenicienta". No tiene nada que ver con este.
Besos, Puri.
Pues me parece genial. No todos los cuentos tienen porqué acabar bien, y el de Caperucita necesitaba otros cambios y aires.
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
Claro que no. Ni siempre los buenos tienen que ser humanos y los malos animales.
EliminarBienvenido, Rafa. Se te echaba en falta.
Un abrazo.
Con tu permiso, Chema.
EliminarRafa! me alegra verte!! espero que estés bien. Como dice, Chema, se te echa de menos.
Un beso
Y otro para ti, Chema.
Una reinvención de un clásico infantil, o no tan infantil?
ResponderEliminarUn saludo.
O no tan clásico.
EliminarUn saludo, Alfred.
¡Ay pobre caperuza! Bueno, de todos los cuentos de princesas, Caperuza Roja es el que menos me gusta y además ni es princesa pero tampoco me gustó que haya muerto de un balazo y terminar siendo trofeo de cacería.
ResponderEliminarBeso
Este no se lo contamos a la Bella, que es muy triste.
EliminarBesos.
Solo espero que la pequeña hija se habría quedado dormida antes de llegar a ese truculento final que descoloca al lector por lo inesperado.
ResponderEliminarInteresantísima colección de cuentos que has ido publicando.
Besos Chema
Empecé con uno y parece que he encontrado filón para no tener que discurrir demasiado los temas de mis entradas. El diccionario ya no me da mucho más de sí y hay que buscar otros recursos.
EliminarBesos.
Por Dios!!! Qué maldad, jajajaja. Pobre niña.
ResponderEliminarBesos
Simplemente es un cuento más realista que el auténtico.
EliminarBesos.
Bueno es otra opción y pq no ..ya era hora que alguien diera caza al lobo ..pero lo mejor es ese Mariano contando cada día anécdotas a su pequeña ..Un saludo y felices fiestas.
ResponderEliminarJolines, pobre Caperucita, amigo. Muy imaginativo y brillante.
ResponderEliminarUn abrazo, Macondo. Feliz semana.
Muchas gracias, Albada.
EliminarFeliz semana.
Un abrazo.
Si es que se lo buscó ella misma jajaja mira que no hacer caso a su madre!
ResponderEliminarDe todos modos, espero que la hija del cazador se quedara dormida antes de llegar al final!!
Un beso.
Yo también lo espero, Carmela.
EliminarUn beso.
Acabo de darme cuenta que el comentario de Rafa era del 2015 :((
EliminarOtro beso para ti.
Así se, Carmela. Reedito las entradas para que no se me pierdan los comentarios anteriores y se enriquezcan con los nuevos.
EliminarY otro beso para ti.
La cabeza disecada, jajjajaa, yo creo que aquel día el comentario lo escribió Terremoto Crazy, jajajja
ResponderEliminarSaludos.
Es lo que tienen los personajes que uno crea, que a veces se le suben a la chepa.
EliminarSaludos.
Oye, Chema y el trofeo sigue impoluto?
ResponderEliminarO ha sufrido algún cambio desde la primera edición?
Un abrazo, buenos días y que comiences muy bien la semana...
Espero que solo hubiera una edición del trofeo. En cuanto al estado de conservación, lo desconozco.
EliminarFeliz semana también para ti, Joaquín.
Un abrazo.
¿Cegato o sádico? Por eso siempre he estado en contra de la caza, y mucho más si es para coleccionar trofeos.
ResponderEliminarA este cuento sí que le has dado la vuelta, amigo, je,je,
Un abrazo.
La verdad es que sí le he dado la vuelta. Los animales son las víctimas y los humanos los verdugos.
EliminarUn abrazo, Josep María.
Ay qué gore te ha quedado.
ResponderEliminarQué bien que hayas reeditado esta sección que no conocía, disfruto un montón.
Ya te he respondido en mi blog, por cierto, qu etenía cúmulo de comentarios, jejeje.
Feliz semana.
Has hecho exáctamente el mismo comentario que hizo nuestra querida y añorada Alter, en agosto de 2015.
EliminarCelebro que tu guste la sección.
Feliz semana.
Ay Álter, se echa mucho de menos. Es qu eno puedo evitarlo, Gore es la definición que más se acerca, jejeje.
EliminarFeliz día.
Me hizo gracia la coincidencia.
EliminarY sí, se le echa mucho de menos.
Feliz día.
Dando la vuelta al cuento, es otra forma de verlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Y retorcida, por cierto.
EliminarUn abrazo, Matías.
¡Caramba, menudo giro ha dado la historia!
ResponderEliminarY ya que estoy aquí aprovecho para decirte...¿Te gustaría que pusiera cara a tus notas musicales? ya sabes...aquellos poemitas tan traviesos...No será nada del otro mundo porque yo solo soy aficionada al dibujo, pero las imágenes también pueden dar información sin palabras. Serían un detallito para acompañar al poema y darle "vidilla" en colores. ¿Cómo lo ves?
No solo me gustaría que hicieras esas imágenes, Rita, sino que sería un honor. Ya sabes que adoro tus dibujos.
EliminarEn principio he pensado si se podría hacer una reedición individual de cada nota, con los nuevos dibujos incluídos, pero sería demasiado pronto teniendo en cuenta que las tres últimas se publicaron hace tan solo uno año. Creo que lo mejor sería hacer una entrada comentando tu ofrecimiento e incluir los siete enlaces a las siete entradas para que puedan verse con su nueva cara.
Muchas gracias por tu ofrecimiento, Rita.
Un abrazo.
Había pensado poner cada poesía con su dibujo en mi blog y un enlace al tuyo. Lo que dices me parece perfecto. Lo voy a ir preparando y ya te digo. Para la semana que viene quizá pueda empezar a publicar.
EliminarAbrazos
También puede hacerse como tú dices. Si quieres, puedes ponerte en contacto conmigo en "quijano53@hotmail.com".
EliminarUn abrazo.
Pobre caperucita Macondo, ufff!!! que yuyo.
ResponderEliminarMuy bueno, otra forma de roja caperucita.
Un abrazo amigo
Es un poco fuerte, sí.
EliminarGracias, Carmen.
Un abrazo.
Pobre Caperucita, la convertiste en lobita y la mataste... Eso sí que es maldad pura jajaja jajajaja 😂😂😂.
ResponderEliminarBesos al alma y feliz lunes.
Realismo, más que maldad.
EliminarFeliz lunes, Paula.
Besos.
¡Hola, Macondo!
ResponderEliminar🤭🤭🤭🤭🤭🤭🤭 Pero qué final! Pobre caperucita roja y roja habrá quedado de la explosión ... Bueno, lo de la piel como trofeo? Sí quedó algo de ella quizá. Tal vez la canastita la haya puesto al costado del camino antes del reventonazo. Jijijiji.
Cuídate.
Un abrazo. 😉
Tú lo haces todavía más gráfico que yo, Nuria.
EliminarCuídate tú también.
Un abrazo.
Un buen jarro de agua fría. Dicen que para entender mejor a la víctima, hay que ponerse en su “piel”…
ResponderEliminarUn placer, Macondo. Un buen giro a tanto cuento 😉
Abrazos, y feliz semana!
Celebro que te haya gustado el giro, Ginebra.
EliminarUn abrazo.
Capericita ganó por goleada, mientras a Mariano le hicieron escrache en su urbanización.😂
ResponderEliminarUn abrazo, Chema.
Y, como dicen por arriba, la niña mejor que se quedara dormida antes de escuchar la edificante historia de labios de su padre.
EliminarUn abrazo, Estrella.
Es lo que tiene la caza, que siempre no son los animales las víctimas. Para muchos, entre los que me encuentro, las víctimas de su falta de conciencia son los cazadores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo con los cazadores normales no me meto, entendiendo como tales a los que respetan determinadas normas.
EliminarUn abrazo.
¡AY, QUÉ PENA! No lo recordaba y lo he sufrido como la primera vez, parece.
ResponderEliminarYa veo que es el segundo disgusto que te doy con el mismo cuento. No sé cómo sigues dirigiéndome la palabra.
Eliminar¡Hola, Chema! Bueno la verdad es que lo he leído esta mañana y no dejo de darle vueltas a esa "lobita" de caperuza roja. Pienso que es en un sentido metafórico, dado que en la primera parte es una humana que lleva la cesta, con lo que nos ofreces un micro perturbador un cazador matando a una niña y colgando su piel como un trofeo. Un abrazo!
ResponderEliminarTe agradezco que hayas vuelto a recordarlo desde esta mañana.
EliminarLa verdad es que resulta bastante truculento.
Un abrazo, David.
-Qué piel tan suave tienes abuelita...
ResponderEliminar-para que me uses como la mejor de las alfombras.
cómo diste vuelta el cuento!
Abrazos
Le he dado la vuelta y también lo he retorcido.
EliminarUn abrazo.
Pues es una versión no para niños pequeños, con sorprendente final, conseguido el asombro y un plumero para la tata con el rabo del lobo para quitar el polvo de la casa, así que tiene su impacto, eso lo has bordao, jeeeeeee...
ResponderEliminar¡Olé tú!
Un abrazón.
Mi idea, desde luego, no era que el cuento siguiera sirviendo para niños. De hecho no se lo leería a mis sobrinos.
EliminarGracias.
un abrazo.
O sea que Caperucita era una lobezna. Y el cazador, el triunfal villano de la historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que nos lo habían contado mal.
EliminarUn abrazo.
Vaya que final!!!cariños.
ResponderEliminarUn poco duro, lo reconozco.
EliminarBesos.
Más o menos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No recuerdo este cuento y eso que el final es para no olvidarlo, o quizás para olvidarlo para siempre y por eso lo olvidé.
ResponderEliminarSe me ha puesto mal cuerpo.
Besos, cuentista.
Pues a mí me parece una versión constructiva del cuento.
EliminarBesos.
Esta revisión del cuento, aparte de poco clásico según reconocías tiempo ha, incluso te diría ahora que es poco aceptable para nuestros tiempos el hecho de tener una loba puesta en la pared como trofeo. Tendrás varios departamentos de la "Nueva sociedad" enseguida encima tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al final va a terminar volviendo la censura y nos va a parecer bien, ya verás.
EliminarUn abrazo.
Ha vuelto, hay varios casos de gente con problemas judiciales, por sus actos públicos, cualquier día descubrirán esta mina del mundo de los blogs.
EliminarUn abrazo.
Yo tengo una buena defensa, porque mi versión del cuento ensalza a los animales y denigra al ser humano. Creo que, al menos en este caso, estoy del lado de la "Nueva sociedad". Hasta premio deberían darme.
EliminarUn abrazo.
Miedo sí que da.
ResponderEliminarUn beso.
Aunque dé miedo, me parece una versión más edificante que la original. El malo es el hombre, no los animales.
EliminarUn beso, Azucena.
¡Ah qué Caperucita! Vaya giro.
ResponderEliminarAsí ha salido la cosa vista desde otro punto de vista.
Eliminar¡Me ha encantado ese giro! :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Me alegro mucho.
EliminarUn abrazo.
Jajaja Chema te ha quedado de lo más sorprendente y terrorífico, genial, ya le tocaba a esa caperucita un cambio de registro, que un poco boba si era.
ResponderEliminarBesos
Celebro que te haya gustado, Conxita.
EliminarBesos.
El objetivo de contar un cuento, ¿no era para que entrara el sueño? jajjajaa no sé yo si este lo conseguirá.
ResponderEliminarBesos.
Lo mejor que pudo pasarle a la criatura es haberse dormido antes.
EliminarBesos.
Ay no, se me ha encogido el corazón Chema.
ResponderEliminarPues esta es la versión verdadera, lo que pasa es que no se le puede contar a los niños.
EliminarQué bueno el cuento de Caperucita , me estas haciendo regresar a la niñez recordando estos cuentos inventados por ti, mura que eres ingenioso, todo lo que tocas lo haces magicondado.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Más que "magicondado", encabronado. El menos en este caso.
EliminarOtro beso para ti, María.
Oh, Caperucita, mi gran amor infantil, a la que pronto habria de traicionar con Sigrid, la novia del Capitán Trueno...
ResponderEliminarTú también crecías y cambiaste a una niña por Elsa Pataky. Normal.
EliminarY se dormía la niña???
ResponderEliminarQué miedo!
Besos
Acabó en el psicólogo, creo.
EliminarBesos.
Las versiones, que se ponen al margen del cuento de Caperucita roja, para reelaborarlo, siempre le dan un tinte erótico, pero la versión suya, Macondo, genialmente sorpresiva. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarEsta versión no me ha salido muy erótica, la verdad.
EliminarGracias, Carlos.
Un abrazo.
Una versión menos edulcorada e ingeniosa.Con un final truculento.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Celebro que te haya gustado, Maripaz.
EliminarHola de nuevo .... Vaya cambio de cuento , según entendí tanto ir al bosque al final acabo muy mal , pobre caperucita , besos de flor y feliz Lunes.
ResponderEliminarEl problema no fue ir mucho al bosque, sino toparse con Mariano con la escopeta al hombro.
EliminarBesos.
Bien, tu versión aquí difiere un poquito a la que yo leí, en cuanto a que el cazador no era pedófilo porque Caperucita no era tan niña y la abuelita era una joven mujer. Don Juan se divertía con las dos. Voy a buscarla y te la paso, si la encuentro. Sigo sosteniendo que tienes gran capacidad para reinventar los cuentos. Aunque este no es de reír sino de llorar. Son versiones modernas que van con la realidad del momento actual. Voy a regresar a leer los otros cuentos.
ResponderEliminarQué dices de Las mil y una noches? que opinión te merecen? Aladino, Ali ba-ba y los 40 ladrones, etc. Me quedo por aquí conociendo más. Macondo o Chema?
Saludos cordiales.
Tienes razón en que este cuento tiene de todo menos chistoso.
EliminarLos cuentos que nombras no los meto en el mismo saco que estos, quizá porque los leyera en otra época. No recuerdo que me los contaran.
Saludos, Ceciely.