"La riqueza de
un hombre no se mide por las cosas que
posee, sino por aquellas de no cambiaría por dinero" (Anónimo).
Todo sucedió muy rápidamente. Llevaba unas cuantas copas. Seguramente se quedó dormido. Cuando quiso darse cuenta, el accidente era inevitable. Le ocurrió como siempre había oído que pasa en estas situaciones, en las que corre peligro la vida. Antes de que llegara lo que tuviera que venir, sobrevinieron con absoluta nitidez a su mente los momentos más importantes de su existencia. De una existencia que podría escribirse en tres capítulos. El primero hasta que conoció a Carmen, la mujer de su vida. El segundo su noviazgo, su matrimonio, la llegada del hijo… hasta que aconteció aquello, gozoso en principio. El tercero, los últimos cuatro años.
Se conocieron cuando
tenían quince y desde el primer momento se hicieron inseparables. Mucho más
madura que él, Carmen resultó ser un perfecto complemento a su cabeza un tanto
alocada. Tras unos años de noviazgo, en cuanto vieron que estaba seguro en el
trabajo, buscaron un piso y se casaron. Pronto llegó el niño, para poner la
guinda a su felicidad. Cuatro lustros después podía seguir diciendo que se
consideraba un ser privilegiado, a pesar de las estrecheces económicas propias
de una familia humilde. Estaba compartiendo su vida con la mujer que quería y
tenían un hijo modélico que, en la sensatez, había salido a su madre. Decididos
a hacer el esfuerzo de apoyarle en el estudio de una carrera, el chaval estaba
respondiendo. Sacaba sin problemas las asignaturas y daba clases particulares
para pagarse sus gastos.
Siempre que le había
dado por soñar despierto, veía a los niños de San Ildefonso cantando el número
de una de sus participaciones navideñas. Un buen pellizco para pegarle un meneo
a la hipoteca, asegurarse los estudios del hijo, hacer por fin los cuatro
arreglos que necesitaba la casa y darle la merecida jubilación al coche. La
realidad resultó algo más sosa, pero mucho más contundente. Alguien le comentó
el rumor de que el bote de la lotería primitiva había caído en el barrio, pero
que todavía no se había identificado al supuesto afortunado. Como llevaba el
resguardo en el bolsillo, se acercó a la administración. Cuando vio la cara de
la empleada, no necesitó la confirmación de que nunca más iba a tener que
preocuparse por el dinero.
El primero de sus
seres más queridos con quien tuvo problemas fue Antonio, su mejor amigo de
siempre. Con apuros económicos, su cuenta corriente había sido el primer
destino de una buena cantidad de euros. “Mientras
yo tenga dinero tú no vas a tener dificultades de este tipo”, le había
dicho antes de que se fundieran en un emotivo abrazo. El caso es que se lo tomó
al pie de la letra y en menos de un año, sin haber hecho aparentes esfuerzos
para resolver su situación, le había requerido tres veces más para lo mismo. En la última de
ellas le llamó la atención, se sintió ofendido y terminaron riñendo seriamente.
La primera discusión fuerte
que tuvo con Carmen fue cuando le planteó al hijo que dejara los estudios, para
ayudarle a administrar el dinero. La madurez del chico no llegó a tanto como
para escuchar a su madre. Al poco tiempo se le ocurrió a él solo que, pudiendo
pagar a un profesional que lo llevara, no tenían necesidad de preocuparse ellos
por eso. Lo de las drogas vino un poco más adelante.
Antes del
enfrentamiento por el futuro del hijo, ya había tenido otros de menos
importancia con su mujer. Lo que más le enfadaba, tenía que reconocerlo, era que
el tiempo siempre terminaba por darle la razón a ella. ¿Para qué iban a irse tres
meses al Caribe, si antes de las dos semanas estarían añorando su casa? ¿Para
qué quería gastar 100.000 euros en un coche, si nunca le había gustado
conducir? En lo de la casa sí que se había puesto tozuda y acabó saliéndose con
la suya. ¿A santo de qué iban a comprar un chalé en una urbanización de lujo,
para vivir con gente que no tenía nada que ver con ellos? No escatimaron en las
obras para remozar su casa, pero siguieron viviendo en su barrio de toda la
vida.
Nunca pensó que lo de
Vanesa fuera a pasar de una simple aventura con una chavala espectacular, pero
que podía ser su hija. Además de la juventud que había perdido Carmen, encontró
en ella la comprensión que últimamente no conseguía de su mujer. Jamás
discutían. A pesar de la diferencia de edad, parecían hechos el uno para el
otro. Su fallo fue que no supo ser discreto y recibió el correspondiente
ultimátum de su consorte. Antes de dos meses estaba viviendo con la joven en la
urbanización a la que tiempo atrás le había echado el ojo.
Resultaba evidente que
era un nuevo rico, pero en el barrio
no se lo habían llamado nunca. Lo de cornudo
tampoco. Claro que antes hubiera puesto la mano en el fuego porque no lo era,
pero con su flamante mujer actual no se hubiese atrevido a apostar tan fuerte. Más
de una vez se había hecho el loco ante lo que para una persona objetiva
hubieran resultado pruebas irrefutables. Lo que ni siquiera él podía negar era
que Vanesa, desde que había logrado su objetivo, no se parecía en nada a la
chica que había conocido.
Todos sus problemas
pasaron a un segundo plano cuando le llamaron del hospital. Su hijo había sido
ingresado por una sobredosis. Casi no había dormido aquella noche y llevaba
unas cuantas copas, pero no se le pasó otra cosa por la cabeza que coger el
coche para ir a informarse in situ de
la gravedad en que se encontraba. De esa forma llegó el accidente. Fue entonces
cuando sobrevinieron con absoluta nitidez a su mente los momentos más
importantes de su existencia. Aún pudo tener un pensamiento de solicitud de perdón
a Carmen y al hijo, antes de que 100.000 euros de chatarra terminaran con su
vida.
Dicen que el dinero no da la felicidad, en este caso el dicho se va más lejos, el dinero puede acabar con la felicidad, es ficción, pero me da que no mucho, que habrá más de un caso parecido.
ResponderEliminarNada, que vi el enlace y a mí también me apeteció leerlo, de todas maneras te subestimas constantemente que lo sepas, abrazos.
Muchas gracias por venir. Tu comentario es el primero en casi un año. El blog tenía entonces mes y medio de vida y todavía no tenía tan buenos amigos como ahora.
EliminarCon respecto a tu comentario, estoy de acuerdo. Creo que ha habido bastantes casos de personas que no han sabido asimilar con normalidad un buen pellizco de dinero y, lejos de ser más felices, han destrozado su vida.
Un abrazo.
No tengo duda de que el dinero puede cambiar a las personas y si esas personas no tienen firmes convicciones pueden acabar destruidas.
ResponderEliminarSin duda.
Saludos.
Me gustaría que hubiera una estadística de la gente a la que ha tocado grandes cantidades de dinero, sobre si han sido más felices o más infelices desde entonces. Creo que nos llevaríamos sorpresas. Quizá sea que el que no se consuela es porque no quiere, pero la mayoría de los casos que recuerdo así lo certifican.
EliminarSaludos.
Tengo que confesarte que yo cuando juego a la primitiva o similar siempre pido que me toque un pellizquito peor me asustan las cantidades enormes porque tanto dinero da miedo, acaba rompiendo familias, a veces hay hasta secuestros(hay gente incapaz de ser discreta y alardea sin pensar) y al final uno es más feliz comiendo una tortilla de patata con los suyos qu ela mejor mariscada con gente snob.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.
EliminarUn abrazo.
El dinero de golpe y en gran cuantía hace cambiar a las personas, y con ello a las vidas. Bien es sabido que ser rico no impide poder llorar, como se titulaba una serie de hace décadas, pero ayuda mucho. Tal vez llegara a maldecir, en ese último instante, el momento en el que compró la lotería ganadora.
ResponderEliminarBien llevado, un relato con moraleja, y es que somos idiotas. Porque sólo un idiota se lía con una jiventcita por un calentón :-). Un abrazo
Todo depende de lo que lleve uno en la cabeza. El protagonista no parece muy listo. Sin embargo la mujer hubiera sido más feliz con el dinero si el marido hubiese seguido dejándose aconsejar. El hijo, más joven, es menos responsable de su cambio de actitud.
EliminarUn abrazo.
"L'argent ne fait pas le bonheur"...
ResponderEliminarComo dice la frase que encabeza el relato: "La riqueza de un hombre no se mide por las cosas que posee, sino por aquellas de no cambiaría por dinero".
EliminarLo que no viene con esfuerzo con failidad se va. Es díficil para cualquiera asumir un cambio drástico de situación social. Pobre hombre, sólo su mujer supo tener la cabeza sobre los hombros con cordura.
ResponderEliminarUn abrazo.
El dinero ni les dio ni les quitó inteligencia. Por a él le sobrepasó el dinero y a ella no.
EliminarUn abrazo.
Todos hemos pensado que si nos tocara la lotería o el Euromillón, haríamos muchísimas cosas. Si a mí me cayeran millones. Sin duda haría algo bueno. Donar una buena cantidad a unos proyectos con los que estamos trabajando unos amigos y yo. El resto, sería para que mis padres tenga mejor calidad de vida. Y para mí, lo justo para vivi el día a día.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muy generosa visión la tuya.
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias. Hay que llenar de esperanza este mundo.
EliminarBuena falta le hace al pobre.
EliminarEl dinero puede dar la felicidad, y puede ser un veneno mortal, como le ocurre a tu personaje. Pero yo creo que para eso está el conocimiento de cada uno, para saber mesurarse y no perder los papeles por el jodido dinero. El dinero no da la felicidad, pero si se sabe controlar la situación, tampoco eres un infeliz ni mucho menos por tener dinero. Hasta para morirse uno si tiene dinero, no lo hacen padecer tanto.
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
El que falla no es el dinero, sino la cabeza de quien lo recibe. Algunos se emborrachan con él.
EliminarUn abrazo, Rafa.
Buen relato.
ResponderEliminarAunque todos nos digamos que no, que nosotros no cambiaremos, creo que una cantidad desorbitante de dinero sí que hace cambiar a mucha gente...
Un abrazo.
Yo creo que el dinero holgado está muy bien, pero el dinero a raudales te quita la ilusión de luchar por las cosas que deseas y la alegría de conseguirlas.
EliminarUn abrazo.
Bueno, está claro que el dinero no tiene la culpa de nada, somos los humanos los que lo estropeamos todo, el dinero ni siente ni padece, pero en fin, yo no tengo problemas en ese sentido...jajaja
ResponderEliminarSalud y abrazo
Entonces cuento contigo para cuando me toque más de la cuenta. :)
EliminarSalud y abrazo.
Deja una lección tu relato, salpicado del buen humor que te caracteriza. Manejar una fortuna, que llega de la noche a la mañana cuando uno ha sido un calzoncillo roto, puede llevar a que otros, s aprovechen del dinero, por la poca experiencia para manejar el dinero. La verdad que pensé que la fortuna se le iba a ir al personaje, piernas arriba de su nueva mujer. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarGracias por tu opinión, Carlos.
EliminarUn abrazo.
Un relato muy autentico, sabemos que situaciones similares ocurren con frecuencia.
ResponderEliminarYo he comentado varias veces que el dinero en abundancia trae mas problemas que alegrías, incluso después de muertos, por las disputas familiares.
Un abrazo.
Toda la razón, Matías.
EliminarUn abrazo.
El dinero puede volver loco al más sensato.
ResponderEliminarSinceramente es mejor vivir honradamente con lo que se tiene y rodeados de las personas que nos quieren por quién somos, que tener un gran coche y terminar el día solo o todavía peor, como en tu relato.
Muy bueno, Macondo.
Un abrazo.
Vuelve a recordarme tu comentario a la frase que encabeza el relato.
EliminarUn abrazo, Irene.
El dinero que fácil llega fácil se va. Llueven los "amigos" se crean necesidades que nos convierte en seres ridículos. Se pierde muchas veces a la gente que se quiere porque difieren de nuestros nuevos criterios, la cantidad desorbitada de dinero hace a la gente mezquina y la verdad me resulta patético ser la más rica del cementerio.
ResponderEliminarYa ves en qué termina muchas veces la ilusión de tanta gente.
EliminarHola Macondo , la verdad es que como se suele decir " No se puede tener todo en esta vida" y aquí el que más salio perdiendo fue , él..... Supongo que si estaba jubilado a la pobre viuda le quedara una buena paga, muy buen relato te deseo una feliz noche besos de flor.
ResponderEliminarEl hijo también salió perdiendo mucho, porque cuando componían una familia humilde era estudioso y responsable, mientras que desde que les tocó la primitiva pasó a ser un vago y un drogadicto.
EliminarBesos.
Junto con el dinero, estos premios de la lotería deberían incluir un manual de instrucciones.
ResponderEliminarLo malo es que a veces el dinero no deja tiempo ni para leer.
EliminarHola, El dinero es tan deseable como temido. Las peronas pueden cambiar y mucho con él.
ResponderEliminarBuena entrada, enhorabuena.
Saludos.
Gracias, Mari Carmen.
EliminarSaludos.
Un relato sobrecogedor. Más de uno habrá acabado así por culpa de no haber sabido digerir la riqueza inesperada. Hay gente a quien el dinero le cambia, no solo el estilo de vida sino el carácter. Mi suegra decía que el dinero trae la infelicidad, en forma de vicios y otras miserias. Yo siempre le replicaba que estaba dispuesto a hacer una apuesta: que me dieran muchos millones de euros y que si cambiaba de forma de ser, me obligaran a devolver hasta el último céntimo, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
No seré yo quien lo quite la razón a tu suegra.
EliminarUn abrazo.
Ahh, lo que haría si me llegase un montón de dinero, compraría tierras y maquinaria agrícola y pondría a mis hijos a trabajar, me buscaría una jovachona que le guste bailar y me iría a conocer Barcelona
ResponderEliminarCon lo de la jovachona, ya tienes un aire al protagonista del relato. Peligro.
EliminarUn abrazo.
Tanto dinero pa qué?
ResponderEliminarPues eso...
Besos.
Un buen pellizco está bien, pero sin pasarse.
EliminarBesos.
Sobrecogedor Chema, porque por desgracia parece ser bastante habitual que un pellizco así en lugar de arreglar la vida la acaba estropeando.
ResponderEliminarBesos
Aunque pueda parecer consuelo de pobre, no creo que la gente a la que le toca mucho dinero termine siendo más feliz. Me gustaría que hubiera una estadística.
EliminarBesos.
Que buen titulo le has puesto a este relato alarmante.
ResponderEliminarDe nuevo con vosotros y contigo Macondo,después de mi largo descanso, un placer siempre venir a leerte.
Un gran abrazo
Bienvenida a casa. Será también un placer para mí volver a leerte.
EliminarUn fuerte abrazo, Carmen.
Hola Chema el dinero que llega así de golpe es difícil de administrar, hay que tener mucho sentido, cosa que no hizo tu protagonista y así le fueron las cosas.
ResponderEliminarEl dinero es un arma mortal en estos casos, puede cambiarte la vida por completo tanto para bien como para mal.
Besos
Puri
A veces los golpes de fortuna son traicioneros si no saben administrarse, como tú dices.
EliminarBesos.
A mí si me tocase la lotería creo que seguiría buscando la utopía, sin 100.000€ de chatarra y sin grandes pretensiones, la verdad es que creo que los pobres somos más felices que los ricos, porque los ricos cada vez quieren más y más y nosotros en cambio nos sabemos conformar con lo que tenemos, creo que nunca podría ser rica de dinero, no me gusta ni comparto nada con esa gente.
ResponderEliminarBesines utópicos, Irma.-
Yo también creo que los pobres que tenemos para comer y cuatro cosas somos más felices.
EliminarBesos.
Yo pienso que no es más feliz el que mas dinero y cosas tiene, el valor esta en el cariño y amor que uno da y recibe y eso no se puede comprar con dinero
ResponderEliminarPor eso he elegido para encabezar el relato.
EliminarMUY ACERTADO TODO LO QUE ESCRIBES SOBRE TEMA TAN FRECUENTE HOY DÍA POR DESGRACIA, VAMOS A CUIDAR A NUESTRO HIJOS Y NIETOS, NADIE ESTÁ LIBRA DE METERSE EN ESA ESPIRAL QUE NO TIENE SALIDA.
ResponderEliminarGRACIAS POR TU AYUDA CON LO QUE ESCRIBES, UN ABRAZO
Gracias por darle tanta importancia a mi humilde relato.
EliminarUn abrazo.
Los golpes de la Diosa Fortuna, muy acertado.
ResponderEliminarLo que no se puede comprar es lo único por lo que vale la pena pelear, para todo lo demás existe una tarjeta de crédito
Abrazo!
Totalmente de acuerdo.
EliminarUn abrazo.
Yo, como soy mas clasico que un traje de pana, prefiero (si es que uno puede elegir) la felicidad, pero con dinero, por supuesto...
ResponderEliminarJa,ja,ja...
Las dos cosas no se vale. Hay que elegir. :)
EliminarYo conozco a una pareja que cuando no existía el euro les tocaron 300 y pico millones de pesetas, antes de eso tenían solo su trabajo, al cabo de 2 años no tenían nada. No ingresaron nunca por sobredosis pero si que tontearon con las drogas, un chalet que no podían mantener, coches, fiestas, juego... Se separaron..
ResponderEliminarY otro señor que nadie sabía lo que le tocó porque tenía un bar y decían que jugó mucho, al cabo de 4 años no pudo sacar su flamante coche del taller porque no pagaba la factura.
Quizás haya gente que lo administre mejor y no diga que le ha tocado.
A mí personalmente no me importaría que la suerte llamara a mi puerts, pero siempre digo que sea una cantidad que no me cambie, de hecho juego poco
Saludos