REEDICIÓN (edición: 22/04/2012)
Este cuento me lo publicó el diario Heraldo de Aragón en
fecha 21 de mayo de 1982.
Quiero dedicárselo a Pilín
(q. e. p. d.), que se emocionó al leerlo.
Nacido en una tierra salina y seca, el Álamo Negro apenas
había podido desarrollar su esbelta figura. A pesar de ser el único ejemplar de
su especie en aquel lugar, nadie había reparado nunca en él. Era como el pato
feo de aquél bosque, pero sin la esperanza de correr la suerte del cisne. Ni el suelo que pisaba, ni el agua que recibía, le permitían aspirar siquiera a convertirse en un árbol vulgar. Era consciente además de la pobre calidad de su madera, por lo que no le quedaba ni el consuelo de pensar que alguien pudiera hacer algo medianamente importante con él.
Y sucedió lo que tenía que ocurrir. Mientras los otros árboles fueron
comprados por los mejores fabricantes de instrumentos musicales, o los más
afamados ebanistas, o los más importantes constructores navales, el Álamo Negro
fue a parar al taller de un fabricante de papel.
Y mientras los otros árboles fueron transformados en los violines de
más calidad, o en los muebles más artísticos, o en los más modernos barcos, el
Álamo Negro fue convertido en una pegajosa pasta de celulosa.
Y mientras los otros árboles fueron bañados en los más delicados
barnices, o tratados con las más ricas ceras, o engalanados con las más
hermosas velas, el Álamo Negro fue sometido a los más espantosos tratamientos
químicos y físicos.
Y mientras los otros árboles maravillaron en las más célebres salas de
conciertos, o entraron en los más lujosos palacios, o surcaron los más lejanos
mares, el Álamo Negro fue llevado a una inhóspita cárcel.
Y mientras los otros árboles fueron apreciados por los más prestigiosos músicos, o por las más exquisitas damas, o por los más competentes marinos, el Álamo Negro cayó en mano de un recluso que, no teniendo otra cosa mejor que hacer, se dedicó a garabatearlo de aquesta guisa con la truncada pluma de un halcón: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...".
Me ha embargado mucha emoción por la belleza del cuento y el talento de su autor (aunque es siempre muy humilde) Gracias, Chema, por compartir con nosotros tus joyas y sin darte cuenta… poco a poco… sales de tu anonimato…Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tus palabras, Karima. Un fuerte abrazo.
EliminarPor diversos motivos, llevaba un poco retrasada la lectura de tu blog. Y la lectura de la última entrada, "El álamo negro", me ha emocionado y me ha hecho sentirme muy orgullosa de tí. ¡Qué grande eres...!
ResponderEliminarY ya no quiero comentar nada de la dedicatoria. Lo que decía: una cabeza bien amueblada y bien pensante.
Por favor: no te canses de entretetenernos, emocionarnos, hacernos reir... Aunque no sea todos los días, cuando entro aquí, encuentro un ratico de paz, de sosiego, poesía, sonrisa...
¡¡¡GRACIAS!!!
Así da gusto escribir algo, pero modera tus elogios que al final van a descubrir estos señores que eres mi hermana. Gracias a ti, por leerme.
EliminarHermoso cuento, encierra una buena moraleja. Un saludo desde Chile.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu visita. Un saludo para ti desde España (Zaragoza).
EliminarBuenísimo, lo he leído al ver en comentario que le dejaste a Mª Ángeles Cantalapiedra y estoy alucinada, de verdad que es buenísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Marigem.
EliminarUn abrazo.
Me vuelvo a comentar. Es genial.
EliminarFeliz semana.
Gracias, Marigem.
EliminarGenial! Aunque algo así me esperaba...;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Alfred.
EliminarUn abrazo.
Final glorioso muy bien contado !
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarEl álamo negro sigue regalando belleza y emoción.
ResponderEliminarSaludos.
Quien iba a decirle que al final sería el que pasara a la historia.
EliminarSaludos.
En este mundo cualquiera puede terminar haciendo el papel que menos pensaba
ResponderEliminarAbrazos
La vida está llena de sorpresas, tienes razón.
EliminarUn abrazo.
Casi nada donde fue a parar!
ResponderEliminar: )
Besos.
¡Palabras mayores!
EliminarBesos.
Realmente bueno, Macondo. Has tomado un árbol feo y sin gracia y has llegado a la hoja de papel de un tal Cervantes.
ResponderEliminarUn relato estupendo, que hasta contiene la moraleja má bella, no importa de dónde vienes, sino dónde acabas. Un abrazo
Celebro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
¡Qué bello cierre! Sin ese destino del álamo de cuánto nos hubiéramos perdido. El mejor homenaje al papel, y a Cervantes. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos.
EliminarUn abrazo.
¡Qué bonito, Macondo!
ResponderEliminarMe ha encantado. El cierre, es maravilloso!
Un abrazo!
Gracias, Éowyn.
EliminarUn abrazo.
Broche de oro para el final del cuento.
ResponderEliminarNo me extraña que te lo publicaran.
Un aplauso plasf plasf plasf.
Genial!
Un beso.
Muchas gracias, María.
EliminarUn beso.
¡Muy bueno!
ResponderEliminar¡Me ha encantado!
Aunque no me extraña sabiendo del cerebro que viene... :)
Salud y abrazo
Muchas gracias, Genín.
EliminarEl cerebro, poco más que el de un mosquito. :)
Salud y abrazo.
¡¡¡ Que bueno Chema !! me has emocionado, es toda una lección de humildad la del álamo negro que acaba teniendo su recompensa.
ResponderEliminarComo dicen los demás no me extraña que te lo publicaran, es muy bueno.
Felicitaciones y aplausos
Besos
Puri
Te agradezco tus palabras, Puri. Así da gusto.
EliminarBesos.
Es precioso, no me extraña que se emocionara. Yo acabo de hacerlo.
ResponderEliminarUn beso emocionado
Me alegra que te haya gustado y emocionado.
EliminarUn beso agradecido.
Desde luego ha valido la pena descubrir tu faceta de escritor de cuentos y relatos.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Muchas gracias, José María.
EliminarUn abrazo.
Me sigue pareciendo... ¡Genial!
ResponderEliminarUn abrazo.
Y yo te sigo dando las gracias por tu generosidad.
EliminarUn abrazo, Alfred.
Bonito cuento!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias.
EliminarUn abrazo.
Bonito cuento para un árbol que es también hermoso, "Pollancre" lo llaman en mi tierra. Aún convertido en pasta de papel sigue conservando su alma.
ResponderEliminarEspero seguir encontrándome con más relatos tuyos.
Saludos!
Borgo.
Estoy en una fase de poca creación y aprovecho para repescar escritos de antiguos. Aún quedan unos cuantos.
EliminarSaludos.
Precioso cuento con moraleja, Macondo.
ResponderEliminarEl final es maravilloso, por más arduo que sea el camino, el final tendrá su recompensa.
Un abrazo.
No siempre sucede, pero este tenía que terminar bien.
EliminarUn abrazo, Irene.
Majestuoso amigo.
ResponderEliminarMi felicitación.
Después de mi largo descanso aquí de nuevo con todos vosotros.
Abrazo.
Gracias, Carmen.
EliminarContento con tu regreso. Se te echaba en falta.
Un abrazo.
Es precioso, Macondo, una idea muy bonita y muy bien ejecutada.
ResponderEliminarTe felicito.
Lo escribí hace muchos años y lo puse en el blog a los pocos meses de crearlo. Apenas entraba nadie entonces y me ha apetecido recuperarlo para vosotros.
EliminarMuchas gracias, Ángeles.
O sea que es una creación tuya? Oh! Había entendido que estaba sacada de un periódico antiguo! Doblemente genial!
EliminarEl antiguo soy yo, por tener en 1982 suficiente edad como para haberlo escrito. :)
EliminarClaro que es mía, hombre.
¡Qué bonito! Me ha parecido de una ternura maravillosa, incluso de lo más sencillo y lo que menos importante se puede conseguir una obra de arte y es que no siempre las cosas son solo lo que parecen. Precioso, muchas felicidades.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Conxita. Me alegra que te haya gustado.
EliminarBesos.
Maravilloso, de verdad un giro totalmente inesperado. 🌼🌼🌼
ResponderEliminarBravo
Gracias, Karin.
EliminarGran recuperación que te agradecemos, la sencillez es una gran virtud.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Gracias, Icue.
EliminarUn fuerte abrazo también para ti.
En este caso es el bien el que viene del mal.
ResponderEliminarUn abrazo, Julio.
Qué bonito Chema!!! Hasta yo me emocioné 😁😁😁
ResponderEliminarBesos
Me alegro, Liliana.
EliminarBesos.
Genial! Es como en estos reality del s.XXI que nos muestran a gente aparentemente sencilla haciendo cosas extraordinarias, con talentos escondidos o que simplemente no estaban puestos en valor en el escenario adecuado.
ResponderEliminarSaludos!
Muchas gracias.
EliminarSaludos.
Bello final.
ResponderEliminarSaludos desde Alcalá, cuna de Cervantes.
Gracias.
EliminarNada menos que desde la cuna de Cervantes.
Maravilloso tu relato Macondo, no se espera el final que engrandece todo el texto, muchas veces los actos más insignificantes tienen la mejor de las recompensas, no me extraña tu premio, felicidades por él.
ResponderEliminarUn abrazo con cariño.
Ángeles
Gracias, Ángeles.
EliminarNo fue un premio. Simplemente me lo publicaron.
Un abrazo también para ti.
¡Qué bonito! Me lo llevo :)
ResponderEliminarTe lo envuelvo con un lazo. :)
EliminarFantástico, Macondo! Nos haces sentir lástima por el destino de ese álamo, cual patito feo, para terminar con ese glorioso giro final que lo convierte en cisne, que nos lleva a una de las obras cumbres de la Humanidad. Genial!!
ResponderEliminarMuchas gracias, David.
EliminarUn abrazo.
¿Patito feo? Pero con larga y famosa vida, conteniendo en su papel una historia por muchos leída.
ResponderEliminarPublico de cuando en cuando y visito poco, pero mi salud no me permite hacer más.
Un abrazo.
Ambar
Espero que mejore tu salud, Ámbar.
EliminarUn abrazo.
es precioso Macondo! besitos!
ResponderEliminarGracias, Aniña.
EliminarBesos.