Hoy
va la cosa de las personas que os arreglan el pelo a las mujeres.
A
la peluquera tradicional le ha surgido, hace ya bastantes años, la lícita
competencia del estilista. Son planteamientos bastante diferentes.
La
peluquera de señoras tradicional es siempre, como he indicado en su nombre, del sexo femenino y tiene vocación
por lo que considera su oficio. El estilista, por el contrario, suele ser hombre
y frecuentemente piensa que ha sido señalado por los dioses para ser artista. Muchas veces no le falta parte
de razón, porque tiene una sensibilidad especial para la creación a través del
cabello. Esa cualidad le viene en muchas
ocasiones de su condición homosexual. Ya casi nadie pone en duda que los gays
tienen una disposición natural para la estética, por lo que muchos estilistas
lo son, o por lo menos tienen el amaneramiento o pluma que les caracteriza.
Mi
hermana va a un estilista. No puede llevar cortado el pelo como ella quisiera,
porque ni entiende ni sabe lo que se lleva. Para eso está el artista. Tiene suerte de ser cliente antigua
y persona apreciada por el profesional
en cuestión. Gracias a eso se limita a cortarle el pelo como a él le da la
gana, pero sin decirle como a otras clientes que es una cateta trasnochada. La
que se moleste, ya sabe dónde tiene la puerta.
El
artista puede llegar perfectamente dos
horas después de la que ha citado a la cliente, porque ya se sabe cómo son
los genios. No vas a tenérselo en cuenta. Quizá se viera obligado, el pobre, a
salir la noche anterior. Si hay que llegar tarde al acontecimiento para el
que te estás emperifollando, pues qué le
vamos a hacer.
Los
importes entre las facturas de peluquera y estilista también suelen diferir bastante. No va a cobrarse lo mismo el desarrollo de una actividad manual que una
creación artística. A la que no le guste, ya sabe lo que tiene que hacer.
La
fidelidad de mi hermana a su estilista es tan a prueba de bombas que hace casi treinta
años se fue a vivir a más de 400 kilómetros y no lo ha cambiado por otro de
allí. Cuando dice que viene a visitarnos y que de paso pedirá hora en la
peluquería, no estamos muy convencidos de que no sea a la inversa. Lo que no me
cabe es la más mínima sospecha de que pueda haber algo entre ellos, porque mi
hermana está felizmente casada y a él me parece que le pone bastante más un
hermano guapo que tengo.
Peluquera
o estilista. Lo que importa es que la cliente esté satisfecha. Como mi madre
con su peluquera. Como mi hermana con su estilista.
Muy buena entrada Chema, parece mentira pero es un tema del que se puede hablar largo y tendido y menos frívolo de lo que pudiera parecer a primera vista.
ResponderEliminarSoy peluquera aunque hace años que no ejerzo, así que puedo opinar con conocimiento de causa. He trabajado con peluqueras y con estilistas, y todo lo que dices es cierto. Luego está el que se cree estilista y no llega ni a peluquero, con éstos hay que tener cuidado porque te desgracian a la primera de cambio, una cosa es que se pasen de modernos y otra que no tengan ni puta idea y te quieran vender que los 12 trasquilones y el pelo en tres colores es la moda y cuesta 100 euros, y encima hay gente sin criterio que pobres se lo creen. Con estos cuidadito.
Y seguiría, como ves, es para mí un tema inspirador
El de mi hermana sí que es profesional, pero alucino que le tenga tanta paciencia considerando que ella tiene su carácter cuando le tocan las narices. Pero hay gente que vale para eso. Yo conocía a un asesor que insultaba a sus clientes. Algunos eran comunes y venían a contarnos, muertos de risa, todo lo que les había dicho. Seguro que si yo hubiera tratado de imitarle me hubieran mandado a tomar viento a las primeras de cambio.
EliminarAprovecha la inspiración para sacar tu entrada del asunto.
Besos.
Me encanta como lo has contado, es l apura verdad, en ambos casos más vale caer bien, pues estas lietralmente en sus manos, y cuets un mundo encontrar quien te encuentre lo que quieres, por ello es dificil cambiar, yo tenia una peluquera buenisima hasta que me rstizo el pelo con un pemanente y ni hablar de seguir con ella, encontre otra que me trabajaba bien, pero se caso y el mariso solo celos, ya no la dejo en ese salon sino en uno que quedaba cerca del trabajo de él, al otro de la ciudad y un salón del todo sucio... pase como cuatro frustrantes cortes en manos recomendadas, hasta que llegue a mi estilista actual, tal cual... previa cita, los lunes no trabaja, si hay que esperar pues ni modo, le dices lo que piensas, pero igual el decide por tí, cuando cambiar, cuando dejar crecer, cuando cortar, hace unos ocho meses le dio, por lo de los niños del cancer, me parecio loable, son doce centimetros minimo, pues a mi no pasaba de ocho, y media y media, solo daba forma, hasta que un dia le dije que estba dispuesta a raparame, si ello contaba, porque parecia, niña de colegio con cola o media cola, cuando no iba al salon, ya que el pelo me pesaba mucho, y no podia estar alli todo el tiempo (aparte de las horas de espera)...presto dispuesto cojio sus tijeras de $800, pues no para de comentar el valor, y se vengo, en vez de cuatro dedos me volo seis...perfect! me dije para mis adentros, y le conteste con mi mejor sonrisa, te quedo genial, solo que en vez de dos semanas nos vemos en cuatro, creo que tardara un cachito más en estirar!... jeje, es que soy malosa, le hubieras visto la cara, jeje, además me gusto más, que llegue a la semana a volarme otros dos dedos, se quedo de una pieza! más como no podia dar su brazo a torcer, me dijo "ya sabia yo que te iba a encantar, de alguna forma te tenia que convenser de cambiar, el pelo largo ya no se usa, ahora si estas in". Miles de abrazos y besos, feliz domingo
ResponderEliminarEs triste que todavía haya mujeres que tengan que cambiar o dejar el trabajo para aplacar los celos de sus maridos. Esos son luego los que las tratan peor.
EliminarEstos artistas os escuchan (cuando lo hacen) por educación, pero terminan haciendo lo que a ellos les da la gana.
Buen domingo, Regina. Muchos besos también para ti.
Y luego estamos nosotros, pobres mortales, que con la moto del pelar al perro, nos hacemos un arreglo y vamos con un corte deconstruido para sí lo quisiera el Llongueras ese o el de las virgenes cubanas que ahora no me sale el nombre.
ResponderEliminarCono lo le haría yo a algún estilista que ha "arreglado" a mi mujer, si que se podría hacer una entrada. Eso sí, en la sección de humor negro.
¡Ah! Y tenlo claro, tu hermana no sólo viene a ver a su estilista y vosotros sois segundo plato, si no que además, está tratando de conseguir que tu hermano el guapo se enrrolle con el estilista para ver de rebajar algo las facturas.
Interesante entrada.
Un abrazo compañero.
Yo ya ni con la de pelar al perro. He ampliado la superficie de afeitado hasta el cráneo y tan ricamente, sobre todo en verano. Para lo que había que cortar.
EliminarComplicado sería que se enrollaran el estilista y mi hermano porque éste, además de estar felizmente casado con su mujer, no tiene inclinación más que por las tías y lo veo un poco mayor ya para buscar nuevas experiencias. Más difícil todavía que a mi hermana le moviera ese motivo, porque es de las personas que conozco que le da menos importancia al dinero.
Chico, cuando te da por chafar un chiste,te sale de perlas.
EliminarVale, tu hermano no iba a entrar al trapo y a tu hermana no le importan las pelas y tu te dedicas a escribir. ¿Hay alguien normal en tu casa? Jejeje. Es otro chiste, como me lo chafes, otra vez, escribo otro. A ver quien aguante más. ;-)
Un abrazo apañero.
Jajaja. Parece que me hayas adivinado el pensamiento, jodío. Nada más poner la respuesta he pensado: "Como contestes así de soso te va a poner comentarios la madre que te parió".
EliminarUn fuerte abrazo.
con lo bueno que quedó el chiste... :-P
EliminarSí, buena radiografía. Hay un grupete digno de análisis similar que son los chefs.
ResponderEliminarQué cosa estos hermanos celosos, qué tiene de malo que la chica venga a ver al estilista y después pase por casa. Mirá si no tuvieras al estilista cerca, ni vendría. Lo q en mi caso sería mejor, no soporto a mi cuñado y cuando viene, viene con él, hablando de hermanos celosos, ja.
y por último, la que me preocupa es la chica de la última foto, a veces tiene un humor de perros. Pobres perros. Adios. Buena Entrada.
Yo tengo la suerte de que me llevo bien con mi cuñado. Cuando vienen me alegro de verlos a los dos.
EliminarCon respecto a la última foto, que comentas, si tu Tequila levantara la cabeza a lo mejor trataba de calzársela por la nuca. :D
Y al que no le guste esta entrada, ya sabe lo que tiene que hacer...
ResponderEliminarRadiografía del sector muy acertada. De hecho, si me lo permites (que mucho me temo que no te va a quedar otra), como tengo un cliente gran-cadena-de-centros-de-alta-peluquería (y hasta aquí puedo leer) puedo contarte un par de cosas sobre el sector: cuando las cadenas de franquicia empezaron a profesionalizar el negocio huyeron como la peste del protagonismo de ese peluquero-a/estilista "estrella" a la hora de conceder franquicias, precisamente por lo que tú apuntas: si no estaba él/ella el negocio no iba bien; prefirieron formar bien a toda una serie de profesionales, para que cualquiera pudiese peinar a cualquiera. Eso sí, sin saberse la fecha de la Primera Comunión del mayor. Todo no puede ser: son buenos profesionales, pero a)rotan y la b)la rentabilidad obliga a peinar y no perder tiempo con las clientas.
Ojo, que para el que además busca este trato más personalizado (¡hasta con copita de champán!) hay una línea superior de centros. Por supuesto más caros. Lógico.
Y mucho me temo que el tiempo terminará por darles la razón: la generación de nuestras madres y hermanas irá "entregando la cuchara", y mucho me temo que a las nuevas generaciones les interesan sólo dos de los tres factores: precio ajustado y calidad. El trato personalizao hace tiempo que han renunciado a él.
Perdón por ser tan plasta, y un abrazo dominical.
(Se me olvidó una 'd' en renunciao ;-) )
Eliminar(Ah, no, era en 'personalizao', vaya domingo...)
EliminarTe lo permito y además encantado de tu aportación. Se ha entendido perfectamente. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Es cierto, lo que importa es que la clienta esté satisfecha. Mi madre también iba a su peluquera de siempre.
ResponderEliminarSoy muy especial con el pelo (más que tu hermana) y tengo colorista y peluquero/estilista. La verdad es que le doy mucha importancia a la imagen y siempre he estado muy puesta en cosmética (es difícil que me pillen fuera de juego, sin arreglar). Soy muy expresiva con la cara, no sé disimular; si algo no me gusta, se me pone rápidamente cara de perro bóxer (pobres peluqueros, pero no va a más). Ahora llevo el pelo largo (me he planteado cambiar la foto del blog). Pero estos artistas (ambos chicos gays) cumplen las citas escrupulosamente y no son divos; voy a la peluquería Dessange.
Un fuerte abrazo, Chema.
Yo también iba a la misma que mi abuelo y mi padre. Quizá haga una entrada con ese tema. Ahora me arreglo yo solo.
EliminarUn fuerte abrazo, Karima.
Yo voto por la peluquera de toda la vida. Es como cuando compro ropa. Me niego a pagar más de treinta euros por un pantalón, por mucha marca que tenga. Un beso.
ResponderEliminarLo de las marcas ya es capítulo aparte. Yo tampoco pago por eso.
EliminarBienvenida de tus días de vacaciones.
Besos.
Yo voy dos veces al año a la peluquería. Los años impares digo que ya está bien de pagar dinerales por un miserable corte de pelo. Que me da igual y me voy a una peluquería cualquiera.
ResponderEliminarLos años pares, como en la peluquería normal, me han hecho una escabechina, me voy a la que sabe cortar el pelo y que cuesta un riñón.
Así más ó meos voy sacando la media. :D
Buena entrada y temazo porque ahí hay donde rascar y mucho.
Besazo
Pues ya tendrás ganas de complicarte la vida a partir de ahora, habiendo hecho tan buenas migas con el peluquero de tu hijo.
EliminarNo me extrañaría que hubiera más entradas sobre el tema. Inma ha ejercido la profesión, por lo que puede hablar con propiedad. Y yo no descarto hacerlo de mi peluquería de toda la vida, donde ya le cortaban el pelo a mi abuelo.
Besos.
Jajajajajaja, al fin y al cabo las dos quedan encantadas que es lo importante.
ResponderEliminarEl otro día escribía yo sobre lo que se siente cuando te cortan el pelo y te gusta.
Parece que ... te vuele la cabeza jajajajaj
Besos
No he sentido yo nunca esa sensación de que me vuela la cabeza, quizá porque no he sido nunca mujer. Yo me he conformado siempre con que no me dejaran demasiada cara de garrulo.
EliminarBesos.
Qué cabrón, una entrada para hacer daño, de peluqueros, claro, para que no opine al respecto, como soy calvo, es como hablarle de pelis porno a un eunuco.
ResponderEliminarYo de las pelus solo se que cuando va la mujer deja temblando la tarjeta de crédito, me dan miedo, entre lo caras y lo desconocido de ese mundo para mi.
Saludos jefe-.
Te vas a cortar a estas alturas para opinar por ser calvo, habiendo hecho yo la entrada que también lo soy.
EliminarComo le decía a Brujilla, yo con que no me dejaran mucha cara de gañán me daba por satisfecho.
Saludos, maestro.
Y yo que creo que los estilistas no son gays y se lo hacen para cobrar más?
ResponderEliminarComo está de moda serlo....
Donde esté la peluquería de toda la vida que se quite todo lo demás. Donde vas a parar!! Con esas lacas-cemento, esas permanentes de ricillos imposibles, esos cardaos-tupes que todavía hacen y que te transportan por el túnel del tiempo hasta los años 70..... Aisss, nostálgica que está una hoy.....
Besos
Está bien la teoría esa de que se lo hacen para cobrar más. :D
EliminarMe has hecho remontarme a mí a los años 60, pero en peluquería masculina (está pendiente la entrada). Recuerdo esas maquinillas, todavía no eléctricas, que te metían por la nuca y te la dejaban blanca. Tardaba dos meses en volver a coger un poco de color natural.
Besos.
jajaja... pues mi madre va a la peluquera de toda la vida y yo al estilista de gran cadena de peluquerías... ella está siempre más feliz con su pelo que yo...
ResponderEliminarpero siempre creo que hay alguien peor: una amiga cercana que va a la pelquería que tenga oferta de grupon
Pues tu madre y tú, como la mía y mi hermana.
EliminarLa oferta esa que nombras no sé lo que es, pero tiene pinta de ser el típico chollo que termina saliéndote muy caro, porque tienes que ir a otro sitio para que te arreglen el estropicio que te han hecho.
Jajaja! qué bueno!! Gracioso muy tu post...
ResponderEliminarA mí la peluquería me va por épocas, cuando me da por cambiar o porque me aburrí de verme siempre igual. Lo que es un verdadero coñazo es cuando te conviertes en esclava de la misma, tengo amigas que aunque son jóvenes ya tienen numerosas canas, y consideran que tienen que ir sí o sí cada mes (o antes) a hacerse las raíces, ir a la peluquería para ellas es una obligación... Eso sí que no!
Tienes toda la razón. Las cosas convertidas en obligación, aunque sea para verte guapo, resultan un verdadero coñazo. Si “para presumir hay que sufrir”, que le den morcilla a la presunción.
EliminarYo he tenido de ambos, pero soy mucho más fiel a... otra cosa intermedia. La cosa en cuestión es el profesor de la academia Llongueras en Palma, se llama Óscar y es un guapísimo tatuado con barba de chivo. 4 euros cortarte el pelo o peinarte (por complicado que sea el asunto), cerca de 20 el día que cometo un exceso y opto por el completo incluyendo mascarilla y baño de color y un día incluso, allá por navidades, tiré la casa y me hice un tratamiento de keratina por 30. Óscar es un amor, lidia con 30 alumnos sin despeinarse y siempre, siempre, me manda besos (incluso cuando no voy pero sí algunos de mis muchos conocidos a los que he llevado primero a empujones indecisos y después, nos whatasappeamos para ir todos a la vez y hacer fiesta allí).
ResponderEliminarMis peinados no son en absoluto complicados. No me tiño, no me "mecheo", no me aliso ni me rizo. No "pruebo cosas nuevas". ¡Claro que lo intentó el hombre! (porque hay un estilista dentro de ese cuerpo de profe de pelu), pero, al igual que mi estilista de antes (los mismos servicios pero mínimos 70 euros por verle acariciarme el pelo), trataron en vano de intentar hacerme "algo diferente" y mi respuesta siempre fue la misma: "no me lo voy a secar ni peinar. Jamás" y claro, se rinden y me hacen ese tipo de cortes que llaman "al aire". Hasta el nombre es bonito, ¿verdad? Para los que no sepáis qué es, os lo explico: tal cual sale de la ducha o de la cama.
P.D. Y anda que no me lo autocorto veces.
otro P.D. Estos comentarios no los lee nuestra bloguera peluquera Inma, ¿verdad?
Yo también lo llevo “al aire”. Cada dos días me paso la cuchilla, sea invierno o verano.
EliminarNo sé si leerá ya el comentario nuestra común amiga Inma, porque ya entró por aquí hace casi una semana y quizá ya no regrese. Por otro lado, no sé si lo dices porque quieres que lea lo que has escrito o porque no.
Besos.
Soy tan sencilla que suelen gustarme todas las opciones: si lo lee, estupendo, y si no, pues también. Es que es la única del gremio y me da un poco de miedo que mire mis fotos con otros ojos y ate cabos. Creo en los peluqueros, como en muchas cosas, es sólo, que no soy practicante. Cuando viajo trato de ir a "esos lugares donde las mujeres se arreglan": peluquerías afros, locales en los suburvios de Nueva York regentados sólo por Chinas (y curiosamente en Dominicana por chinos hombres) con las paredes totalmente cubiertas de uñas postizas todas distintas; los hammans en Marruecos... Una aventura cada vez, por supuesto. ¿A que eres nuestra musa nuevamente y nos da para un post?
EliminarBesos
Hmm... Entiendo poco de peluquerías femeninas, aunque me atraen bastante las peluqueras de batita blanca por encima de las rodillas. Con respecto a las peluquerías de caballero (o barberías) soy de los que las prefiere antiguas, nada de moderneces llenas de espejos y botes de potingues y aparatos que no sabes bien si son para pelarte o para mandarte a hacer compañía al Curiosity a Marte. Y si hay alguien a quien sea fiel en mi vida es a mi peluquero.
ResponderEliminar-- ¿Cómo le pelo? -me preguntó hace ya veinte y tantos años.
-- Callado -le repliqué.
Y tan amigos desde entonces.
No deja de ser curioso que los hombres vamos a las peluquerías a "pelarnos" y las mujeres dicen a "peinarnos".
En fin, compañero, que felicidades por tus indagaciones pilosas y que un fuerte abrazo.
En la fidelidad al peluquero de toda la vida coincidimos. A mi peluquería iba ya mi abuelo. Precisamente mi próxima entrada está dedicada a ella.
EliminarBienvenido de la sierra granadina. Ya he visto, por tu entrada, que has vuelto pletórico de forma.
Un fuerte abrazo, Jesús.
Has hecho una exposición, de la evolución social, a través de una cosa tan sencilla pero importante, para ellas, como es el arreglarse la cabellera. Te falta el detalle de nosotros esperando en la puerta imperturbables y sin comentar, no fuera caso.
ResponderEliminarUn abrazo.