Teniendo en cuenta que
esperaba una importante gratificación económica, consideró un premio inapropiado
y cicatero recibir un simple tintero dorado.
Habían transcurrido veinte
años cuando decidió rescatarlo del cajón en que lo había abandonado. Recordó
aquella oferta —«pídeme un deseo y lo verás por escrito»— grabada en el cristal
y, a pesar de acordarse también de la frase que venía a continuación —«pero
todo tiene un precio»—, pensó que merecía la pena aventurarse para conseguir el
objetivo que se había planteado. Su definitiva consolidación profesional y el
futuro de su familia estaban en juego.
Con la pausa que requería la
ejecución de la que pretendía fuera su obra maestra, no siendo abandonado en
ningún momento por la inspiración que había solicitado, concluyó la novela
quince años después. Solo cuando terminó su última lectura, antes de llevarla a
la imprenta, con la plena satisfacción por el deber cumplido, se sentó a
esperar serenamente el precio que tenía pendiente de pagar por el compromiso
adquirido. Fue entonces cuando observó el sobre que asomaba por la mitad del
legajo que había quedado sobre la mesa. Contenía un escrito, que decía lo
siguiente: «Recibí de don Miguel de Cervantes Saavedra el sacrificio de su mano
izquierda, en la Batalla de Lepanto (1571), como pago anticipado por mi
colaboración en su obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
(1605). Dicha entrega cubre también mi apoyo en una segunda parte, si el citado
escritor estimara oportuno escribirla. Firmado: El Tintero de Oro».
El precio es elevado, pero quién sabe si más que justo. Un texto de ejecucuión más que buena, con la sorpresa final. Me ha encantado cómo llevas adelante la resolución de esa novela que necesita quince años para poder escribirse.
ResponderEliminarUn abrazo, Macondo, y feliz semana
La verdad es que fueron quince años muy bien empleados, porque además fueron compaginados con otras actividades literarias.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Feliz semana también para ti.
Un abrazo.
Menudo relato te has sacado de la manga, ahora que no está la mano.
ResponderEliminarUn abrazo.
He hecho lo que he podido con la manga de mi chaleco.
EliminarGracias, Alfred.
Un abrazo.
Que buen relato, describes la paciencia y el sacrificio, no siempre lo descubrimos en los libros. Un aplauso y un abrazo
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Ester.
EliminarUn abrazo.
Qué bien lo has hilado con el pasado.
ResponderEliminarHay quien por la fama entregaría hasta las dos manos.
Saludos.
Si por lo menos es para escribir El Quijote... Lo malo es entregarlas para salir en el Guinnees por haber hecho una catetada universal.
EliminarSaludos.
Ingeniosa idea para meter el tintero, aunque no creo que Cervantes tuviera necesidad de tal herramienta para escribir.
ResponderEliminarEfectivamente, no creo que nuestro admirado Cervantes necesitara potenciar su portentosa imaginación con ayudas ajenas.
EliminarGracias por tu visita y tus palabras.
¡Hola, Chema! Lo primero es desear que hayas pasado un verano fantástico. ¡Madre mía! ¡Nuestro tintero nada menos que inspirando a Cervantes! Ni qué decir que ello merece la inmediata construcción de un relicario acorde con la mano de izquierda de nuestro más insigne maestro de la literatura. Me encantó lo bien que has sabido encajar el reto con Cervantes y su mano. Deseo cumplido y sacrificio. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarEl verano muy bien, gracias. Espero que el tuyo también.
Ya ves lo grande que se está haciendo este hijo tuyo, cada vez ahijado
por más padrinos.
Celebro que te haya gustado mi aportación.
Un abrazo.
¡Anda! ¡Menudo secreto escondía el Quijote! Un micro estupendo, Chema, muy original y muy bien armado. Llegas a Cervantes con muchísima naturalidad y el resultado es muy sorprendente. Fantástico.
ResponderEliminarCon comentarios tan generosos como el tuyo me vengo arriba y ya no tengo necesidad de recurrir a tinteros mágicos para inspirarme.
EliminarMuchas gracias, Marta.
Después de las risas programadas, encuentro un relato original y con sentido del humor, merecedor de algo más que un tintero de oro.
ResponderEliminarBendita imaginación, aquella que lleva de un simple tintero a Cervantes, con tanta donosura.
Un abrazo.
Te respondo lo mismo que acabo de decirle a Marta, inmediatamente antes. Gracias por tu generoso comentario.
EliminarUn fuerte abrazo, Juan.
¡Hola, Macondo! Estupendo relato en el que conectas el mágico tintero con la figura de Cervantes y el dato biográfico sobre su mano. Una mano como precio a apagar por un escritor es muy simbólico, sobre todo en épocas pasadas.
ResponderEliminarGracias por participar en el reto. Un abrazo.
Hola, M. A.:
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato.
Las gracias a vosotros, y a ti en particular, por echarle una mano a David para que pueda seguir funcionando nuestro tintero.
Un abrazo.
Vaya... el tintero tiene historia, y larga. Ignoro si el dato de los 15 años es histórico, pero si es así, el tintero se podía haber esmerado un poco mas. Nos ha escatimado otras posibles obras.
ResponderEliminarMuy ingenioso el pago de la mano y la introducción de la Historia en la trama del reto.
Acabo de leer otro con Cervantes por en medio.
AbrZoo
El dato de los 15 años sí es más o menos exacto, porque consta que Cervantes empezó con El Quijote sobre 1591 y la publicación de la primera parte fue en 1605. Sucede, sin embargo, que no debió ser una dedicación en exclusiva, sino compaginada con otras actividades literarias.
EliminarCelebro que te haya gustado.
El otro de Cervantes no lo he leído todavía, porque he esperado a empezar con las lecturas a publicar el mío.
Un abrazo.
Buen relato, pero no tengo claro el final.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado.
EliminarEl final no tiene otro misterio que ya no tiene que pagar ningún precio, porque el tintero se consideró pagado, por anticipado, en el momento (15 años anterior al de la publicación de El Quijote) en que Cervantes perdió la mano izquierda en la Batalla de Lepanto.
Excelente micro. Muy ingenioso relacionar el Tintero como inspirador de Cervantes. Menos mal que sólo le pidió una mano por las dos partes... (Eso era para que pudiera escribirla, ja,ja :)
ResponderEliminarUn abrazo :)
Por lo que he empezado a leer en los relatos de los compañeros, veo que mi tintero es mucho más empático y comprensivo que los suyos, que se tiran a degüello cobrando sus favores de inspiración.
EliminarUn abrazo.
Un relato muy bueno,abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fiaris.
EliminarUn abrazo.
Hola Macondo, es muy bueno tu relato, me gusto tu forma de llevar adelante la historia, que bueno que el tintero se dío por pagado de antemano, sino hubiera sido muy triste que perdiera ambas, muy buen micro.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Hubiera sido muy complicado escribir El Quijote con la boca.
EliminarMe alegra que te haya gustado, Patricia.
Saludos.
ResponderEliminarEs un relato tan ingenioso como con un enorme sentido del humor, de los que tanto me gustan a mi.
¡Bravoooooooooooo! Aplauso incluido.
Besos.
Muchas gracias, Carmen.
EliminarBesos.
Hola, Macondo.
ResponderEliminarQué genialísima idea transformar el reto en un histórico homenaje, implicando al grandísimo Cervantes con el Tintero.
No sé hasta qué punto podría ser para él una maldición cambiar una mano por ese talento escritor; para nosotros son una bendición las creaciones de su maravillosa mente. Aún más que aparezca en este reto-fusión.
También destacar cómo valoras la paciencia y la dedicación de esa profesión, tantísimos años para crear una novela es impensable hoy en día, que todo se quiere con inmediatez.
Muchísimas gracias.
Un Abrazo.
Hola, José Antonio.
EliminarLo de los 15 años de paciencia no son de mi cosecha, pues consta que estuve más o menos ese tiempo elaborando la obra; bien es cierto que la compaginó con otras actividades, algunas también literarias.
Las gracias a ti, por acercarte a leerlo.
Un abrazo.
Muy buen relato Macondo,
ResponderEliminarUn final muy "histórico" sin duda, ese peaje que decide cobrarse la letra pequeña del tintero. Gran aportación.
Saludos.
Me alegra que te haya gustado, Antonio.
EliminarSaludos.
A la Macondo, el pago de su brazo izquierdo... Ufff, caray con el tintero más le hubiera valido dejar que se cubriera de polvo. Muy bueno. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarAcabo de rescatarte del spam, Nuria.
EliminarConste que mi tintero no ha sido de los más pérfidos en la interpretación de su letra pequeña.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
¡Hola! ¡Qué bueno! Me ha encantado, un genial final para ese tintero maléfico con el que estamos tratando. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Por lo que vengo leyendo hasta ahora, veo que mi tintero es de los menos maléficos. Perder una mano es una nimiedad con las salvajadas que he visto que se cobraban otros por la dichosa letra pequeña.
EliminarUn abrazo, Merche.
O sea que ese fue el precio del Tintero. Una inmortal obra, con secuela incluida.
ResponderEliminarAunque hubo un aprovechado, que sin pagar el precio, escribió su propio libro. Un anónimo que firmó como Avellaneda, quien escribió su propio Quijote.
Bien contado. Saludos.
Lo de Avellaneda es para echarle de comer aparte, pero la historia suele terminar poniendo a cada uno en su sitio.
EliminarMuchas gracias. Celebro que te haya gusta.
Saludos.
¡Hola Macondo! Un muy buen micro con tintes históricos. Y un precio elevado el que pide el tintero, perder la mano a cambio de una gran obra y del éxito.
ResponderEliminarUn saludo.
Como digo por ahí arriba, mi tintero es de los más comedidos que he visto entre los que he leído hasta ahora.
EliminarGracias por pasarte a leerlo. Me alegra que te haya gustado, Rocío.
Un saludo.
También es verdad jajaja mejor perder la mano que la vida.
EliminarO la de un ser querido, como has escogido tú.
EliminarO sea que Cervantes... Por eso El Quijote... ¡Madre mía, desde cuándo existe el bendito Tintero de Oro!
ResponderEliminarUn micro estupendo, Chema, muy original y muy bien narrado. ¡Felicitaciones!
Saludos de Marlen
Es que David nos tiene engañados, pero tiene ya unos cuantos siglos. El Tintero de Oro uno poco menos, pero es cosa suya.
EliminarMe alegra que te haya gustado, Marlen. Gracias por pasar a leerlo. Voy a ver el tuyo.
Saludos.
Vaya una víctima ilustre se buscó el tintero! Muy ingeniosa la historia tomando como pago la mano del pobre Cervantes! Un abrazote!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Marifelita.
EliminarUn abrazo.
Una genialidad
ResponderEliminarGracias.
EliminarMuy original. Vete tú a saber cuántos escritores célebres habrán tenido que pagar cara su petición de éxito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debe crear mala conciencia eso de sacar pecho con méritos ajenos.
EliminarUn abrazo.
¡Hola Chema! Nada menos que la mano a Cervantes. Claro, no me extraña que se pensara lo de las segundas partes, je,je. Ahora comprendo lo de la oreja de Van Gogh, la sordera de Beethoven y la ceguera de Bocelli. Este tintero no es de buen metal. Un abrazote
ResponderEliminarPuestos a meter a alguien en el tinglado, para qué te vas a andar por las ramas. Que recuerde, es el segundo cuentecillo que le debo a Cervantes. El otro lo escribí hace 50 años y fue una de mis primeras entradas a este blog.
EliminarUn abrazo, Eme.
Jaja. Hay tantas lagunas en la historia... Sin duda, esta es una hipótesis explicativa muy plausible con un genio sin lámpara que, como un Fausto de las letras, disfrutó del éxito tardíamente y sin muchas mieles. Gracias, saludo y suerte.
ResponderEliminarGracias a ti por venir a leerlo y comentar.
EliminarSaludo y suerte.
Hola Macondo, un relato excelente, imaginativo y que bien el Quijote valía un brazo. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Ainhoa.
EliminarUn abrazo.
Por lo visto ese tintero tiene historia, en el 1600 se conformaba con una mano, ahora ya es bastante más exigente, según la mayoría de los otros relatos que leo. Me ha encantado.
ResponderEliminarLo mismo he pensado yo, M. Cristina.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
El que quiere azul celeste... que le cueste pero el precio solicitado por el tintero me pareció un poco, nada más un poco elevado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Si lees otras participaciones en el reto verás que este tintero ha estado hasta comedido.
EliminarUn fuerte abrazo, Miguel.
Hola, Chema, pero qué buen relato. Como para publicar la segunda parte. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias, María Pilar. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarLa segunda parte ya la hizo Cervantes (Avellaneda al margen).
Un abrazo.
Felicidades, Macondo, porque es muy, muy bueno y muy original y creativo su final.
ResponderEliminarDesconozco si en estos retos se premia, porque si es así te mereces el mejor.
Un fuerte abrazo.
No hay premio, pero no hace falta. Lo es un comentario tan bonito como el tuyo.
EliminarUn fuerte abrazo, Manuel.
Hola Chema. Insigne personaje el que has traído hasta esta edición del Tintero. Un precio elevado, aunque dada la fama intemporal que ha adquirido la obra, bien poco me parece. Nadie se acuerda ya del brazo inútil de don Miguel, pero si de su Quijote. Un abrazo.
ResponderEliminarTe doy toda la razón, Jorge.
EliminarGracias por el comentario.
Un abrazo.
Qué bueno. Ahora sabemos la verdad del manco de Lepanto. El precio es alto, sin duda, aunque si le deja la otra mano para seguir escribiendo....Felicidades, me ha encantado. Saludos
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Mate.
EliminarSaludos.
Un relato estupendo, Macondo, un planteamiento muy original.
ResponderEliminarFelicidades!
Me alegra que te haya gustado, Ángeles.
EliminarMuchas gracias.
Tu relato me ha gustado por su naturalidad y fluidez. Cómo bien dices, la inspiración se puede llegar a pagar muy cara jejeje. Y demasiado, en el caso de mi protagonista que no leyó la letra pequeña previo a la firma del contrato. Abrazos, Chema. PD Al menos, Cervantes quedó inmortalizado con El Quijote.😉
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Myriam.
EliminarEl pago de Cervantes es una nimiedad en comparación con el de tu protagonista, sin duda.
Un abrazo.
Enhorabuena, Macondo. Muy ingenioso traer al Tintero como personaje de este micro al maestro de la literatura española. A estas alturas de la Historia, está claro que a Cervantes bien le mereció la pena entregar una mano por una gloria tan longeva.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen.
EliminarEstoy de acuerdo contigo. Tener el privilegio de haber sabido escribir El Quijote merece eso y mucho más.
Mi estimado Macondo.
ResponderEliminarTrajiste a mi memoria la vida de don Miguel de Cervantes Saavedra , quien por el sacrificio de su mano izquierda, en la Batalla de Lepanto, fue conocido entre otros como El manco de Lepanto.
Estuviste super.
Gran abrazo.
Muchas gracias, querido Ricardo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Muy ingeniosa la participación que le das al Tintero de Oro en hechos históricos tan relevantes para la literatura. Fue un mecenas de aquella época.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Ester.
EliminarMuy bueno Macondo, está claro que algo mágico tuvo que haber al escribir el Quijote, quizás tu tintero. Un abrazo!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Lulita.
EliminarUn abrazo.
Hola Chema, un micro relato muy bueno, con esos tintes históricos que nos llevan al recuerdo de nuestro genio de las letras que perdió su mano en la famosa batalla de Lepanto .
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
EliminarCelebro que te haya gustado, Puri.
Un abrazo.
Hola Macondo, una gran propuesta la tuya, con un relato ingenioso donde acomodas de buena manera los elementos del reto. Ese Tintero debería estar dando clases en la mejor universidad de Literatura. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. Me alegra que te haya gustado.
EliminarSaludos.
Inaudito, y sorprendente.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Amapola.
EliminarBesos.
¡Qué ingeniosa trama y que inesperado final! Una vuelta de tuerca sorprendente. "El Quijote" bien merece una mano y menos mal que no fue la derecha supongo con la que empuñaba la pluma fuera el tintero de oro, o no.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, me ha encantado, Chema!
El tintero tuvo la cortesía de cobrarse la mano izquierda, para no crearle problemas con la escritura de semejante novela.
EliminarMe alegra que te haya gustado. Gracias por tu visita y tu opinión, Tara.
Bueno que en el relato se incluya a Cervantes, para la dádiva, y a es mucha ganancia. Un abrazo.Carlos
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu opinión, Carlos.
EliminarUn abrazo.
Hola, Chema, pues visto en retrospectiva, el precio es más que justo, aunque también hay que pasar a el resto de la vida manco para asegurarlo. Me encanta la naturalidad que tienes en meter a los clásicos en tus micros, muy bueno!.
ResponderEliminarUn abrazo
Pocas cosas merecen una mano, pero escribir El Quijote son palabras mayores.
EliminarTienes razón. Ya me he metido en clásicos por lo memos en tres micros.
Muchas gracias, Pepe.
Un abrazo.
Hola, Macondo. Yo creo que de buena hubiera aceptado, pero por fuerza mayor (ser doble manco) desistió. Buena puesta en escena de este Tintero de Oro.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegra que te haya gustado.
EliminarSaludos.
Qué bueno, Chema!! Gracias por descubrirnos por fin el secreto de Cervantes. Un relato muy original, me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Lola. Gracias por pasarte a leerlo.
EliminarUn abrazo.
Madre mia vaya un precio tan alto que tuvo que pagar, su mano izquierda.
ResponderEliminarMuy buen relato en tu participación, y además histórico , me ha encantado volver a leerte, Chema, gracias por decírmelo.
Besos.
Gracias a ti por venir a leerlo, María.
EliminarBesos.
Hola.
ResponderEliminarQué bueno, me ha encantado y sorprendido.
Enhorabuena.
Me alegro que te haya gustado.
EliminarGracias.
Jajajajaja, ¡Qué buen humor! Muchos años me habían parecido esos 15, pero para nada había imaginado el final. Un relato genial. ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarSaludos
Me alegra que te haya gustado, Jose. Y disculpa el retraso en responderte. Se me había pasado tu comentario.
EliminarSaludos.