He venido al hospital a que me hagan unas pruebas, antes de ingresar esta tarde para la intervención quirúrgica de mañana. Una vez efectuadas me encuentro en la sala de espera, porque me han dicho que el cirujano deseaba hablar conmigo. Enfrente de mí hay un matrimonio de inmigrantes, de esos que vienen a quitarnos el trabajo a quienes somos españoles de nacimiento. Seguramente tendrán los mismos derechos médicos que yo, que llevo veinticinco años cotizando a la Seguridad Social. No han tenido ni la decencia de venir aseados.
Me sorprendo al ver que la enfermera nos hace pasar a los tres al despacho. Cuando voy a decirle que no tengo nada que ver con esa gentuza, se acerca el cirujano a estrecharnos la mano y me dice: «Quiero presentarle a los padres de Paco, el muchacho de veinticinco años que falleció ayer en accidente de circulación, cuyo corazón, por expreso deseo de ellos, va a permitir seguir viviendo a otra persona, en este caso a usted. No solo agradezco su generosidad, sino también el detalle de venir directamente del entierro de su hijo a firmar los papeles, para que la operación pueda realizarse cuanto antes».
NOTA. Soy consciente de que en
España, contrariamente a lo que sucede en Estados Unidos, los donantes
de órganos son siempre anónimos. Para hacer viable la
historia me he tomado la libertad de no tener en cuenta ese detalle.
Es claro que el medico se esta tomando atribuciones que no le corresponden. Ofrecer el corazon de un inmigrante es ofensa grave. Es preferibe recibir un corazon de plastico de esos nuevos que ofrece la ciencia.
ResponderEliminarO de cerdo, como decía Julio inmediatamente arriba.
EliminarCómo posan los prejuicos.
ResponderEliminarUn abrazo, Macondo
«Los prejuicios son la razón de los tontos» (Voltaire).
EliminarOtro abrazo para ti, Albada.
Conocía la historia por un video de esos que se pasan por WhatsApp.
ResponderEliminarImpactaba lo suyo. Es bueno hacer correr estas cosas contra la intolerancia.
Un abrazo, Chema.
Hay gente que pide en la calle reivindicando su derecho a hacerlo dejando constancia en el letrero su origen autóctono.
EliminarOtro abrazo para ti, Alfred.
Una bonita historia que llega al corazón (nunca mejor dicho).
ResponderEliminarSaludos.
Me alegra que te haya gustado.
EliminarSaludos.
Malditos prejuicios. Quizá después de eso tu personaje cambie de opinión.
ResponderEliminarUn micro que pone de relieve que muchas veces prejuzgamos injustamente.
Un abrazo.
Es posible hasta que no, porque quienes tienen prejuicios no suelen ser proclives a bajarse de sus burros, por muy contundentes que sean los argumentos que les ofrezcas para hacerlo.
EliminarUn abrazo.
¡Hola, Chema! Desde luego que los prejuicios existen para darnos zascas como este que nos haga comprobar que en realidad la bondad o maldad no conoce orígenes, razas ni etnias. Que en todas partes hay gente buena y mala, soberbia y humilde, generosa y egoísta. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarTontos hay en todos los sitios. Y buena gente también.
EliminarUn abrazo, David.
Incluso algunos parecen haber recibido el trasplante del mismo demonio.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, Julio.
Aquí hay odio, desprecio, soberbia y vergüenza, y encima todos los atesora el mismo. Avaricioso también.
ResponderEliminarLo de ños cerdos he escuchado que funciona pero no sé si se hace.
Un texto muy instructivo, que sunque lo lea el protagonista no se dará por aludido.
Abrazoo
Lo triste es que tienes razón. El protagonista es capaz de pensar que ese corazón es lo menos que pueden darle, dada su condición de autóctono y sus veinticinco años cotizados a la Seguridad Social.
EliminarUn abrazo.
Una auténtica lección moral y humana que refleja lo que dijo alguien:
ResponderEliminar"Seamos hospitalarios con los extraños, pues tal vez sean ángeles disfrazados".
Un saludo.
Gracias por tu visita y por tu certera cita, Ángeles.
EliminarDesde luego esos padres sí que dieron una lección y ¡qué injustos son tantos prejuicios! En todas partes hay de todo y lo bueno y malo no depende ni del lugar de nacimiento ni del color de la piel ni de la religión ni del poder adquisitivo sino de ser personas de bien, tener principios y sobre todo buen corazón.
ResponderEliminarUn beso
Tal cual lo dices, Conxita.
EliminarUn beso.
Se justifica esa libertad que te tomaste..
ResponderEliminarToda una lección recibió el protagonista. Del prejuicio pasó al agradecimiento.
Saludos.
Espero que pasara al agradecimiento, porque con esta gente vaya usted a saber.
EliminarSaludos.
Todos hermanos compi, esa es la verdad, un abrazo.
ResponderEliminar«Quien no tiene nada individual de qué envanecerse, se envanece de haber nacido aquí o allí» (Arthur Schopenhauer).
EliminarUn abrazo.
Ayayayayay... Menos mal que has hecho un añadido al final. Podrías haber dicho que sucedía en USA y ya está. 🇺🇸👍
ResponderEliminarHubiera sido una buena idea, pero seguramente se me hubieran escapado otros matices.
EliminarQue más te puedo decir, Chema. Al principio cuando iba leyendo creï que eras tú, y me he asustado, pues pensaba que estabas enfermo y no lo estabas comunicando, enseguida me he dado cuenta que no podía ser tú, tú no eres así, tú tienes un bello corazón. Lastima que seamos así casi todos, pues todos somos hermanos, todos somos iguales, todos necesitamos lo mismo y la misma cantidad.
ResponderEliminarBesazo Chema. Feliz semana
Soy bruto en algunas cosas, pero no hasta ese punto, Carmen, jajaja.
EliminarFeliz semana.
Un beso.
¿Habrá sido vergüenza la emoción final? La verdad es que los prejuicios provocan muy distintas emociones pero en general no muy buenas. Un abrazo.
ResponderEliminarLa verdad es que se me olvidó poner lo de las emociones. «Vergüenza» sería al final si el protagonista tuviera algo de eso, pero como he dejado en el aire su reacción prefiero que sea el lector quien imagine y califique.
EliminarUn abrazo.
Curiosamente Estados Unidos y España son los países con mayor porcentaje de donación de organos del mundo. Dejas patente un sentimiento muy común en la población, el deterioro de nuestra sanidad pública es atribuido por una gran cantidad de pacientes al mismo planteamiento que tu personaje.
ResponderEliminarBesos, Chema.
Lo de España con las donaciones, tanto de órganos como de sangre, es uno de los motivos por los que me siento más orgulloso de ser español.
EliminarNo dudo que haya casos en los que se produzcan abusos, pero las generalizaciones son injustas. El protagonista de mi relato no tiene precisamente un buen ojo para detectarlos.
Besos, Pilar.
Ese hombre recibió una lección como nunca hubiese imaginado, debió tragarse sus prejuicios y orgullo, sin dudas, muy buen micro.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Gracias por tu visita y opinión, Patricia.
EliminarSaludos.
Espero que no se le olvide nunca.
ResponderEliminarYo no estaría tan seguro.
EliminarCreo que en el caso de donaciones, el receptor nunca sabe quién es el donante. No se porqué razones.
ResponderEliminarPero en tu relato es necesario para que la trama cobre todo el sentido. El prejuicio hacía el prójimo.
Un buen hachazo al individuo que considera que está por encima del resto de seres humanos.
Un abrazo.
Creo el receptor desconoce quien es el donante y también a la inversa.
EliminarUn abrazo, Francisco.
Esa vuelta de tuerca jamás me la habría esperado Chema, chapó.
ResponderEliminarTexto redondo que remarca los prejuicios que como sociedad vivimos en estos tiempos y en todos los países.
Un fuerte abrazo.
Celebro que te haya gustado, Miguel
EliminarUn fuerte abrazo.
Qué buena lección de humildad. Hay que saber tragarse el orgullo y dejarse de prejuicios sobre todo cuando la salud está en juego.
ResponderEliminarY como Madrid está en fiestas te invito a un chocolate o café con churros con mucho gusto.
Abrazos.
Muchas gracias por el chocolate con churros, Airblue.
EliminarUn abrazo.
Me encantó el relato.
ResponderEliminarSolía decirle a mis alumnos que una de las mejores maneras de integrarse es formándose. Si un día eran el mejor médico y se encontraban con un racista, éste modificaría su actitud, porque en razón de salud todos quieren el mejor doctor. Lo mismo sucederá con el resto de las profesiones.
Un beso.
Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Una cura de humildad tremenda y toda una lección de humanidad. Me ha encantado tu micro, Chema.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, Marta.
EliminarMuy bueno el micro, realmente impacta. A veces la vida da lecciones, ella solita :)
ResponderEliminarUn abrazo :)
Muchas gracias, Volarela.
EliminarUn abrazo.
Hola Macondo, sin duda toda una lección de humidad que con unas pocas palabras se comen a ese monologo de odio y de desprecio, excelente relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Ainhoa.
EliminarUn abrazo.
Hola Macondo, un precioso micro que debería concienciar a las personas y su importancia de donar órganos, recibí muchas sensaciones y recordé cuando mi sobrina enferma de leucemia le avisan que un donante alemán vendría desde su país a donar parte de su médula ; gracias a dios todo fue un éxito y ahora lleva una vida normal, aunque siempre dice que le hubiera gustado poder agradecerle su altruismo tan generoso que salvó su vida. Y es que primero pasas por la tristeza al conocer tu caso, luego sientes impotencia y frustración porque no puedes hacer más que lo que te aconsejar, luego alegría cuando sabes que tu trasplante ya es una realidad y después la felicidad de saber qué estás curada. Son mu has sensaciones y al menos el trasplante de médula se hace estando vivo y es más fácil de lo que imaginamos.
ResponderEliminarEn definitiva tu micro es buenísimo, me gustó mucho. Te aplaudo. Un abrazo
Como digo en respuesta a un comentario anterior, uno de los motivos por lo que me siento más orgulloso de ser español es porque España es desde hace muchos años líder mundial en donación de órganos y de sangre. Ese rasgo de generosidad dice mucho de nuestra generosidad.
EliminarCelebro que te haya gustado el micro. Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Una gran lección de humildad y de solidaridad la que se desprende de tu micro Chema, tus protagonistas así lo demuestran.
ResponderEliminarEn España la donación de órganos es algo ejemplar y un ejemplo a seguir por otros países.
Un abrazo
Puri
Si en algo servimos de ejemplo en España para el resto del mundo es en la generosidad que demostramos liderando la donación, tanto de órganos como de sangre.
EliminarUn abrazo, Puri.
Muy interesante tu relato, con esa tremenda lección final! Los peores sentimientos a veces no nos dejan ver y nos nublan el juicio! Un abrazo!
ResponderEliminarCelebro que te haya interesado el relato, Marifelita.
EliminarUn abrazo.
Hola, Macondo: En tu relato queda patente como los prejuicios pesan para el personaje y como recibe una lección que ojalá no olvide. Además de agradecer a estos inmigrantes una segunda vida. Un abrazo.
ResponderEliminarLa lección recibida es como para pedirle a la tierra que te trague, si bien no apostaría a que el protagonista vaya a aprovecharla para bajarse de su burro.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Hola, Macondo, un buen relato con mensaje aleccionador que no sé si el protagonista llega a comprender, dado que está "subido" en sus derechos. En verdad que hay gente buena y mala, y mediocre y..., en todas partes. Pero esos prejuicios prejuiciosos son comunes también todas partes. Mucho que aprender y más que superar en esta sociedad nada empática y prejuiciosa.
ResponderEliminarGracias por el debate motivador.
Saludos!
Es lo que le decía a Myriam, que ha intervenido inmediatamente antes que tú. No veo al protagonista muy predispuesto a recibir lecciones, aunque sean tan contundentes como esta.
EliminarGracias a ti por venir a aportar tu opinión.
Saludos, Clarisa.
Impresionante, amigo... Impresionante...
ResponderEliminarNo hay palabras
Gracias, Ildefonso.
EliminarUn abrazo.
Hola Macondo , soy flor espero que sepa cuidar y proteger este gran regalo que le hicieron , ya sean inmigrantes , o no muy bueno tu micro con una buena lección, besos de flor🥰🥰🌺
ResponderEliminarGracias, Flor.
EliminarBesos.
Me ha conmovido la historia. A veces nos equivocamos y juzgamos mal a las personas. Como a nuestro alrededor, ocurre muchos lamentables en el que está implicados muchos inmigrantes, como son violaciones, asesinatos, robos y otras muchas cosas más, pensamos que todos se comparten de esta manera.
ResponderEliminarHas hecho bien en contar esa historia, porque parece que ahora se vende más, los hechos malos que los hechos buenos y a estos habría que darle el protagonismo que se merece.
Saludos.
Me encanta que te haya conmovido.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Saludos.
No hace mucho leí sobre esto, no se da todo los días pero no es raro para decir. Una de las entradas que por su contenido se me meten en los adentros.
ResponderEliminarBesos.
Celebro que así te lo parezca, Carmen.
EliminarBesos.
Rotundo comienzo de tu micro en el que has construido la escena de forma perfecta para generarnos antipatía por tu soberbio personaje. Me ha gustado además cómo has contrapuesto el egoísmo y la simpleza del protagonista, con la generosidad y solidaridad de los otros. Muy bien desarrolladas todas estas emociones.
ResponderEliminarCuando empecé a leer los escritos de otros compañeros me di cuenta de que no había cumplido con el apartado de citar las emociones, pero me di cuenta de que seguramente serían muy distintas —casi diría que contrapuestas— las que sentía el protagonista con respecto a las del lector.
EliminarGracias por tu generoso comentario, Matilde.
Hola Chema, el micro muestra desde su inicio a un personaje frio, poco tolerante y muy orgulloso de su nacionalidad, lo que tiende a inflar el ego y llenar de prejuicios ante el resto, considerados como intrusos.
ResponderEliminarLo mas despreciable de tu personaje es que ni estando en esa condición de vulnerabilidad, cambia el chip, pero la vida siempre hace justicia, en lo adelante tendrá con un corazón de inmigrante que tal vez lo haga cambiar.
La vida se encarga de darle a cada quien de su propia medicina..., la inconformidad y el reniego (la soberbia), definitivamente te obligaran a inclinar la cabeza y doblar tus rodillas pidiendo perdón algún día.
Bien llevada la narración del micro, creando fuertes emociones en el lector.
Buen resto de la semana, un abrazo.
Muchas gracias por tu visita y su sensata opinión I. Harolina. Celebro que te haya gustado.
EliminarBuen resto de semana también para ti.
Un abrazo.
Un micro muy interesante, con un tema de actualidad. Nunca sabes lo que puedes necesitar, y quien está dispuesto generosamente a facititártelo.
ResponderEliminarEl orgullo es muy mal consejero.
Me ha encantado.
Un abrazo, Chema.
Me alegra que te haya gustado, Maripaz.
EliminarUn abrazo.
¡Cuántos piensan y sienten como el prota de tu micro! La vida le ha dado una lección como un mazazo. Un historia impactante, Chema.
ResponderEliminarGracias, Tara.
EliminarMuy buen micro Chema, me ha emocionado la cura de humildad final. Un abrazo
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Lulita.
EliminarUn abrazo.
Hola, Macondo. Muy afilado, certero y para reflexionar. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Guille.
EliminarEstas historias deberían difundirse más.
ResponderEliminarHay tantos prejucios…y luego mira.
Muy acertado,Chema.Besos.
Soy Carmen (Hampstead)
EliminarGracias, Carmen.
EliminarBesos.
Hola Macondo, un gran aporte al reto. Un relato con un gran mensaje al final. Mensaje necesario en estos tiempos donde nos hemos vuelto creo mucho más egoístas y centrados en nosotros mismos. Me encantó. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana.
EliminarSaludos.
Qué gran historia, Macondo!! Menudo giro tan bueno que le has dado. Cuánto mal hacen los prejuicios y el racismo. El protagonista no paraba de juzgar a los pobres padres del niño fallecido, tan solo por ser extranjeros. Creo que recibe una lección impresionante cuando descubre que gracias a ellos y al niño va a recibir su trasplante. Me ha encantado. Un abrazo!!
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Cristina. Gracias por tu generoso comentario.
EliminarUn abrazo.
Hola Chema.
ResponderEliminarEs bueno hacer circular estos relatos contra la intolerancia. Me gustó mucho la forma en que lo contaste. Y el título de tu aporte es perfecto: Soberbia y humildad.
Un abrazo. Marlen
Gracias por tu visita y tu positivo comentario, Marlen.
EliminarUn abrazo.
Hola, Chema, eso es como el cazador cazado, o por la boca debería morir el pez. Los prejuicios son malos, y si van acompañados de xenofobias y símiles, peor aún. Genial giro que me has dado, no lo vi venir.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias por tu opinión, Pepe.
EliminarUn abrazo.
Hola Chema, conforme leía me decía "otro protagonista como el de la casa de los suicidas" parecido talante, pero valiente vuelta le has dado al final. Genial esa lección de humildad. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Eme.
EliminarUn abrazo.
Qué buen relato, Chema.
ResponderEliminarHas dibujado una historia impactante que debiera darnos mucho que pensar y llevarnos a cuestionarnos algunas cosas. Con qué ligereza juzgamos a veces a los demás, con qué desprecio hablamos de lo que no nos hemos dignado a conocer. Nacer en un sitio no nos da derecho a creernos mejores que los que han nacido en otro. Nuestro tono de piel, nuestro acento o nuestra manera de hacer las cosas tampoco son excusa para creer que tengamos más derechos que los que se muestran distintos. Hay buenas y malas personas en todos los rincones del mundo y la vida da muchas vueltas. Mañana podemos ser nosotros los inmigrantes y tener que buscarnos la vida en otro país, en otra cultura distinta a la que nos vio nacer. Los prejuicios nos ciegan y somos tan ignorantes, que seguimos insistiendo en que, desde que nos guiamos por ellos, vemos mejor.
Un fuerte abrazo.
De hecho los españoles hemos tenido que ser emigrantes, con frecuencia, en muchas ocasiones a los países de procedencia de los que lo son ahora en el nuestro.
EliminarGracias por tu opinión, Estrella. Me alegra que te haya gustado el relato.
Un fuerte abrazo también para ti.
Qué buen relato, qué duro y qué certero. Malditos prejuicios.
ResponderEliminarEnhorabuena, me ha encantado.
Feliz tarde.
Hay otros parecidos dando vueltas por ahí.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Feliz tarde también para ti.
Hola, Chema, me has dejado sin palabras. Y es que el giro que da el micro taparía la boca a muchos voceros. ¿Será necesario que les ocurra algo así para que se les caiga la venda de los ojos? Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo!
Celebro que te haya gustado, María Pilar.
EliminarUn abrazo.
Una buena hostia de realidad para el tipejo, Macondo. Genial la idea. Un abrazo.
ResponderEliminarHay un vídeo con una idea similar que funciona por internet. Me inspiré en él.
EliminarUn abrazo, Pedro.
Guau! Sí que se dio vuelta la tortilla! ¿Cómo reaccionará? ¿Se negará al trasplante o lo aceptará? Se me ocurre una secuela siniestra con una organización que consigue donantes entre los inmigrantes...
ResponderEliminarUn abrazo
No me fiaría un pelo del individuo en cuestión.
EliminarUn abrazo, Mirna.
Este es un relato que habla de emociones, pero intensas de verdad... Aparte de tener unas lecciones magistrales de; "humildad y soberbia" tal cual el título. Me ha encantado el ejemplo que has puesto, porque se ve claramente racismo, desigualdad falta de empatía, juzgar a la ligera....
ResponderEliminarFelicidades, Chema :)
Muchas gracias por tus palabras, Mila.
EliminarPues me alegro mucho de que te hayas tomado la libertad de permitir que donantes y receptor se conozcan. hay tanto racismo, tanto prejuicio, tanto desprecio, que está bien que alguien de vez en cuando recuerde que a los inmigrantes, aparte de nuestras pensiones futuras (y puede que actuales) les debemos muchas más cosas. Entre otras los expolios que hemos llevado a cabo en sus países.
ResponderEliminarMagnífico relato.
Un beso.
En muchas ocasiones vienen a recoger lo que nosotros despreciamos. Y pronto se nos olvida que nosotros también fuimos emigrantes en algunos de sus países. Con respecto a la colonización, considero que hubo luces y sombras. Les debemos, pero también nos deben mucho.
EliminarUn beso, Rosa.
Hola Macondo, por desgracia tu micro es de lo más realista. Desde luego, no nos viene mal una cura de humildad. Buen micro. Un abrazo.
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