El micro que voy a reeditar apareció en este blog el 6 de diciembre de 2015 y, posteriormente, en mi libro Bitácora de Macondo, publicado en octubre de 2022. Está basado en La vida al revés, un texto, seguramente apócrifo, atribuido a Quino:
«Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado. Luego te despiertas en un Hogar de ancianos mejorando día a día. Después te echan de la residencia porque estás bien y lo primero que haces es cobrar tu pensión. Luego, en tu primer día de trabajo, te dan un reloj de oro. Trabajas cuarenta años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral. Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo, no tienes problemas graves y te preparas para empezar a estudiar. Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos, sin ningún tipo de obligación, hasta que seas bebé. Y los últimos nueve meses te pasas flotando tranquilo, con calefacción central, roomservice, etc., etc. Y al final... ¡Abandonas este mundo en un orgasmo!».
Lo leyó en un periódico poco antes de comer y anduvo toda la tarde dándole vueltas a la cabeza. Trataba de acomodarlo a su vida y no le encontraba sentido. Cuando la acostaron seguía tan obsesionada que terminó soñando con el tema. Fue su último sueño antes de quedarse plácidamente muerta entre las limpias sábanas de su cama, en la residencia de ancianos donde había pasado los cuatro últimos y mejores años de su vida. Desde que las monjas la recogieran en la calle, desnutrida y sin ganas de vivir, allí había encontrado el cariño y el respeto que no había recibido nunca. Al salir del asilo, porque ya no era tan mayor como para poder ocupar una plaza, no cobró pensión alguna porque sus ingresos no le habían permitido ahorrar ni nadie había cotizado por ella para que pudiera percibirla. Por supuesto, no le dieron un reloj de oro en su primer día de trabajo. Le aguardaban más de cincuenta años de prostitución, bajo la tutela de chulos que la explotaban miserablemente y la maltrataban física y psicológicamente. No hubo juventud, porque entonces ya estaba trabajando. Tampoco las alegrías propias de la niñez, porque lo único que recibió fueron palizas y abusos de su padre desde su más tierna infancia. En la supuesta placidez del vientre materno, sobrellevó los sobresaltos e incertidumbres de un embarazo no deseado. Su vida no se apagó en un orgasmo, porque había sido consecuencia de una violación.
LA VERDAD ME ERIZÓ LA PIEL,ABRAZOS.
ResponderEliminarMe he acordado de la película “El curioso caso de Benjamin Button” de 2008, basada libremente en el cuento de 1922 de F. Scott Fitzgerald.
ResponderEliminarOtra vida al revés es un drama con final feliz, cuatro años de felicidad, solo cuatro. Si es para un concurso te imagino ganador. Un abrazo