La novia acudió a la ceremonia con la pureza del agua sacada del pozo. El novio con el aroma del café recién molido. Juntos adquirieron a través del matrimonio el sentido de la infusión. A pesar de que en la mezcla se impuso la liquidez de la novia a la solidez del novio, para no herirle en su amor propio ella renunció a su apellido y aceptó que ambos llevaran el del machote. El agua con café pasó a llamarse café solo. Del contrayente quedó un sedimento en el fondo de la cafetera matrimonial. Alguien preguntó qué era y le respondieron: "Es poso". Y desde entonces a lo que resulta de un novio al pasar por el casamiento se le denomina esposo. Para que siguiera reinando la paz conyugal la mujer aceptó también que se le llamara esposa, a pesar de que ella no había dejado restos. Asimismo los frutos de la unión llevaron el apellido del padre, como si las humeantes tazas salieran exclusivamente del café molido. Diríase que la madre no pone nada de su parte. Que la aportación del agua es anecdótica.
Cita del día
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CITA DEL DÍA: «No te pongas en el lado malo de un argumento simplemente porque tu oponente se haya puesto en el lado correcto» (Baltasar Gracián).
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viernes, 8 de marzo de 2019
A la sombra del esposo
REEDICIÓN (edición: 12/05/2016)
La novia acudió a la ceremonia con la pureza del agua sacada del pozo. El novio con el aroma del café recién molido. Juntos adquirieron a través del matrimonio el sentido de la infusión. A pesar de que en la mezcla se impuso la liquidez de la novia a la solidez del novio, para no herirle en su amor propio ella renunció a su apellido y aceptó que ambos llevaran el del machote. El agua con café pasó a llamarse café solo. Del contrayente quedó un sedimento en el fondo de la cafetera matrimonial. Alguien preguntó qué era y le respondieron: "Es poso". Y desde entonces a lo que resulta de un novio al pasar por el casamiento se le denomina esposo. Para que siguiera reinando la paz conyugal la mujer aceptó también que se le llamara esposa, a pesar de que ella no había dejado restos. Asimismo los frutos de la unión llevaron el apellido del padre, como si las humeantes tazas salieran exclusivamente del café molido. Diríase que la madre no pone nada de su parte. Que la aportación del agua es anecdótica.
La novia acudió a la ceremonia con la pureza del agua sacada del pozo. El novio con el aroma del café recién molido. Juntos adquirieron a través del matrimonio el sentido de la infusión. A pesar de que en la mezcla se impuso la liquidez de la novia a la solidez del novio, para no herirle en su amor propio ella renunció a su apellido y aceptó que ambos llevaran el del machote. El agua con café pasó a llamarse café solo. Del contrayente quedó un sedimento en el fondo de la cafetera matrimonial. Alguien preguntó qué era y le respondieron: "Es poso". Y desde entonces a lo que resulta de un novio al pasar por el casamiento se le denomina esposo. Para que siguiera reinando la paz conyugal la mujer aceptó también que se le llamara esposa, a pesar de que ella no había dejado restos. Asimismo los frutos de la unión llevaron el apellido del padre, como si las humeantes tazas salieran exclusivamente del café molido. Diríase que la madre no pone nada de su parte. Que la aportación del agua es anecdótica.
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Valeeeee, ahora lo entiendooooo, jajjaja
ResponderEliminarSaludos.
¿Ah sí? Otro rato que tengas tiempo me lo explicas y así lo entendemos los dos. :)
EliminarSaludos.
Magnifica historia!
ResponderEliminarMuchas gracias, generosa Manouche.
EliminarBuen paralelismo,así se cree muchas veces que es la aportación de la mujer...
ResponderEliminarYo lo tomo "cortado",seguro que a ti se te ocurre alguna connotación al respecto...
; )
Será un café tímido? jajjajs
Besos.
El cortado por lo menos tiene un nombre que recoge la participación de la leche. El reconocimiento al agua sigue brillando por su ausencia, si es de máquina.
EliminarYo también lo tomo un poco cortado. Y soy tímido.
Besos.
Qué bueno!!!!!!! Ahora ya sé de donde viene todo,jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vais a terminar entendiéndolo todos menos yo. :)
EliminarUn abrazo, Marigem.
He de decirte que tomaré el café de otro modo a partir de ahora, tendré en cuenta tu observación, igual lo pido más largo, será la sociedad americana un matriarcado...
ResponderEliminarUn abrazo.
Tómalo como te apetezca, pero no lo llames "café solo". Está muy bien acompañado por el agua.
EliminarUn abrazo.
! Ah, amigo! Que sería del "poso" sin el agua : algo sucio e inútil . Las mujeres estamos acostumbradas a ser translucidas pero sabemos que lo inundamos todo.
ResponderEliminarBesos
A lo que habitualmente abunda no se le de importancia hasta que falta. Entonces se da uno cuenta de es lo más importante.
EliminarBesos.
Pero te dejo un beso y un gran abrazo, y no olvidaré a mi genial y buen amigo Chema.
ResponderEliminarEstoy en el trabajo y mi cabeza está aquí. :)
Besicos y...ya nos veremos.
Aquí te espero, preciosa, hasta tu vuelta.
EliminarMuchos besicos también para ti.
Dejando aparte el mensaje (¡que tiene "mandanga"!), cada vez me quedo más maravillada con tus juegos de palabras.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, mi generosa amiga.
EliminarSaludos.
Aún estoy devanándome los sesos intentando decidir si es tu relato, amigo Chema, es cómico o trágico... Porque desde luego, aunque está narrado con una chispa desbordante (como todos tus relatos) y una gracia e ingenio sin iguales, no deja de plasmar una situación para la mujer que lleva siendo denigrante desde los comienzos de las primeras civilizaciones patriarcales, y es que ella siempre fue un objeto, propiedad primero de su padre, y después de su café molido (perdón, quise decir esposo). Desde luego lo que has escrito tiene mucha, pero que mucha miga.
ResponderEliminarMis felicitaciones, amigo.
Feliz comienzo de fin de semana.
Sea lo que sea el relato, menudo pedazo de representante podría tener contigo. Muchas gracias.
EliminarQue sea un fin de semana feliz también para ti.
Interesante la reflexión que nos trae tu relato con humor, esa combinación de bebidas en las que todos aportan pero que desgraciadamente parece que no todos cuentan igual.
ResponderEliminarUn placer leerlo.
No todo el mundo recoge los mismos frutos con el mismo esfuerzo y parece que el agua no es de las más favorecidas.
EliminarMuchas gracias, Conxita.
Como buena antiBodas , me han gustado tus irónicas palabras.
ResponderEliminarSi ya lo digo yo cuando me llaman suertudo mis amigos casados. Estar soltero no tiene ningún mérito. Al fin y al cabo todos nacemos así.
EliminarQuiero comentar, pero no puedo dejar de aplaudir. Una agudeza narrativa increíble.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por tu esplendidez, Raúl.
EliminarSaludos.
me encanta tu agilidad mental y como juegas con las palabras. Bravo!!
ResponderEliminarmuy divertido,
saludos
Me encanta que te encante. Y que lo exageres.
EliminarMuchas gracias.
Saludos, Karin.
Me ha encantado esta metáfora, esta alegoría de la vida misma. En serio, eres un puto genio.
ResponderEliminarDejémoslo en puto, que lo de genio me cae un poco grande.
EliminarSi la aportación del agua es anecdótica, por qué rompemos aguas????
ResponderEliminarPorque las mujeres sois tan generosas que estáis que la tiráis.
EliminarChema, con este me he partido el culo desde el primer momento, jajaqjajajajajajajaaaaa, qué genialidad, por dios!!!
ResponderEliminarBesazos, peazo genio :)
Cada vez que me escribes un comentario engordo dos o tres kilos con lo hueco que me pones. Tendrás que empezar a decirme alguna cosa como es, porque si no este verano no voy a atreverme a ponerme el bañador.
EliminarGracias, maja.
Besos.
Y en el poso se mira el futuro.
ResponderEliminarAbrazos
Eso dicen, aunque no creo yo mucho en esas cosas.
EliminarUn abrazo.
Anda Chema, qué ocurrente, genial!!!! =))))
ResponderEliminarjajaja me hiciste recordar un comentario del café solo.... jijijiji
Besos y buen finde =))))
Gracias, Liliana.
EliminarBuen finde también para ti.
Besos.
Pues me da que pensar tu relato... :) La aportación del agua es anecdótica pero sin ella no hay infusión posible!.
ResponderEliminarMuy bueno, Chema.
Ahí está la madre del cordero.
EliminarGracias, Eme.
jajajaja Antes había mas posos con el café de colador de calcetín...:)
ResponderEliminarSalud
Antes sí. Ahora está todo demasiado controlado. Pierde la gracia.
EliminarSalud, Alfred.
jajajaja pues tengo que pensar mucho porque a mí me gusta el café manchado y el té con leche, jo !!
ResponderEliminarUn abrazo, Macondo.
¿Ves? Cuando hay lecho por el medio se le menciona de alguna manera, pero a la pobre agua se le margina totalmente.
EliminarOtro abrazo, Carmela.
Sin el café se puede pasar, pero sin el agua nos cargamos todo.
ResponderEliminarSaludos, Julio David.
Mi aplauso y mi admiración por tu capacidad para hilvanar dando lugar a algo magistral.
ResponderEliminarGracias por tu luz ✴
Muchas gracias, Athenea.
EliminarGracias a ti por la tuya.
Genial! Interesante analogía. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosa María.
EliminarSaludos.
Qué maravilloso juego de palabras, Macondo. La vida misma en un café.
ResponderEliminarTe felicito y ahora mismo voy a hacerme una infusión a ver si voy contribuyendo a la luz del agua y la mujer.
Besos.
Muchas gracias, Mukali.
EliminarBesos.
El café que sea siempre acompañado.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un beso.
Muchas gracias, María.
EliminarBesos.
Todo muy verdadero y muy bien hilvanado. Pero lo que más me enoja a mí es que cuando el café es muy malo lo llamamos "agua sucia". Ea, para echarle las culpas de los fracasos sí que nos acordamos de ella.
ResponderEliminarEn eso no había pensado yo, mira tú por dónde.
EliminarPerfecto epílogo.
Eliminar¡Me encanta! Qué buen tejido, todo equilibrado. Divertido y señalador.
ResponderEliminar¡Qué buen relato, Macondo! Por todos lados.
Muchas gracias, Silvia.
EliminarEl café sin el agua no genera poso, así que siempre seremos el agua necesaria en todos los posos. Además la unión hace la fuerza,y dos mejor que uno.
ResponderEliminarTe felicito Chema te ha quedado un café muy bueno.
Besos.
Puri
Muchas gracias, Puri. ¿Lo quieres con o sin azúcar?
EliminarBesos.
Cómo me ha gustado el post de hoy... mezcla de humor con un deje de poesía que me ha venido genial para la hora de la merienda.
ResponderEliminarbesitos!
No sabes lo que me alegra haberte acompañado en la merienda y además haberte entretenido.
EliminarBesos, Ali.
Aguachirri es un café bazofia por aquí, pero en tu relato ha quedado bien claro lo que es todo un Sr. Café. Claro, divertido y con un gran fondo y no me refiero al de los posos. Si es que el machismo está en todas partes y tú con la lupa de Sherlock Holmes en la mano lo descubres hasta en el café que te aseguro que a ninguna feminista se le había ocurrido antes. ¡jajaja!
ResponderEliminarCon todo mi cariño Chema, abrazos :)
Lo de "aguachirri" lo tengo oído a mi madre.
EliminarMira por dónde, yo dando ideas a las feministas.
Abrazos también para ti, María Pilar.
Me parece un texto escrito de manera genial, pero muy duro. Se sirven tantos cafés solos que nos olvidamos muchas veces del agua cristalina y ésta de tanto callar desaparece en tragos insensibles.
ResponderEliminarLo abundante suele ser lo más necesario, pero lo que menos se valora.
EliminarGracias, Ilduara.
Eso de esposar viene del café también?, pregunto,o con equis de ex-posar psando?.
ResponderEliminarUn abrazo
No sabría decirte.
EliminarUn abrazo.
hace tiempo que no me paso por tu mundo...ya tenia ganitas jeje
ResponderEliminarme ha gustado mucho esta entrada sigue asii
un besoo :)
Gracias.
EliminarBesos.
Ella y su transparencia no se veían
ResponderEliminarpero sin ella ... grano desolado
besos
Así es.
EliminarBesos.
Que gran texto!!!! Se puede aplicar a tantas cosas en la vida... obviando que el café sin el agua esta mas bien "asquerosillo" jejejjee Besitos infernales!
ResponderEliminarSería más correcto "agua con café".
EliminarBesos, Nieves.
Me ha encantado, qué derroche de originalidad e inspiración. Desde luego has sabido hallar muchas similitudes entre el resultado de esa infusión a base de café y el matrimonio. Faltaría encontrarle una justificación al azúcar, que endulza esa unión, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
No tocaba hoy publicar, pero la encontré ayer releyendo y me pareció que era un buen día (8 de marzo) para republicarla.
EliminarNo pensé en meter el azúcar, pero tampoco le cambia el nombre a la infusión.
Un abrazo.
Me encantó nuevamente. Me hiciste reír. No lo recordaba, gracias por refrescarme la memoria.
ResponderEliminarSaludos 🌞
He aprovechado que era 8 de marzo para volver a traerlo.
EliminarGracias por releerlo.
Saludos.
No sé qué debí entender aquel día.
ResponderEliminarAhora no lo recuerdo.
Jo... esto es mala señal.
Saludos.
Yo esperando desde entonces que me lo explicaras, para entenderlo yo también. Cachis.
EliminarSaludos.
Ser consecuente se llama a eso.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, Julio David.
Que original texto..un placer leerte, saludos
ResponderEliminarGracias, Sandra.
EliminarSaludos.
No me acordaba de esta entrada y me he sorprendido al ver un comentario mío de entonces.
ResponderEliminarEl caso es que el texto es, como de costumbre, muy ingenioso y original. Y con una reflexión de enjundia. No se puede pedir más.
Fíjate el tiempo que llevamos ya leyéndonos.
EliminarGracias.
Los posos de café además sirven para leer el futuro, o eso dicen. Me crié en Menorca y allí el esposo y la esposa es "Home" y "Muller" respectivamente. De niño, cuando oía hablar de "esposas", creía que se referían a los grilletes que te pone la policía mientras te recita tus derechos.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Eso dicen de los posos, sí. Yo no creo en esas cosas, la verdad.
EliminarPobres esposas.
Saludos.
Hola Chema ya comenté en el 2016 por lo que pude ver por ahí arriba, vuelvo a leer el texto y reitero mis felicitaciones , te quedó un café muy sabroso.
ResponderEliminarBesos
Puri
Muchas gracias por tu fidelidad, casi tres años después.
EliminarBesos, Puri.