Cita del día

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CITA DEL DÍA: «Cualquier tiempo pasado fue anterior» (Nieves Concostrina).

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jueves, 21 de junio de 2012

Me sucedió con la COPE






Desde que me enganchara hace años a la radio deportiva nocturna con José María García, nunca la he abandonado. Durante un breve periodo de tiempo fue El Tirachinas, de José Antonio Abellán, en la Cadena COPE. En  dicho programa (a través de un subprograma llamado El Radiador) hubo un concurso, Falla y Gana, a través del cual se repartían supuestamente cada semana 2.000.000 de pesetas (12.000 euros) entre los participantes que fueran capaces de hacer pleno en lo que se denominaba la antiquiniela. Ésta consistía en tratar de no acertar ningún signo de los 21 partidos de primera y segunda división española. Se desarrollaba a través de la página web y en la jornada correspondiente al 10 de diciembre del año 2000 me encontré entre los acertantes. No recuerdo exactamente el premio que me correspondió, pero debía estar en torno a los 150 euros. Allí empezó la odisea.

Al haber sido confirmado  en la lista de acertantes y ver que nadie se ponía en contacto conmigo, me dirigí a la dirección de El Tirachinas. Más tarde a otros programas nacionales y al defensor del oyente, siempre por la página de la emisora. Nadie me respondió. Traté de localizar telefónicamente a algún otro acertante y encontré a uno, en Asturias, al que tampoco habían pagado. En el programa seguían haciendo publicidad de su maravilloso concurso y mi indignación iba en aumento. Lo importante ya no era el premio sino desenmascarar a quien estaba chuleándonos, seguramente a espaldas de la propia empresa.

Empecé a meterme en el foro para dejar mensajes que llamaran la atención. “COPE: Curas Organizados Para Embaucar” fue el encabezamiento de alguno de ellos. Alguien se encargaba de borrarlos inmediatamente, pero yo volvía a la carga buscando distintos horarios. Escribí a un periódico local (Heraldo de Aragón) y a otro nacional (El País) denunciando lo que estaba sucediendo, pero ninguno de los dos tuvo a bien publicar la carta. Extraño corporativismo. Por fin, terminé poniendo una denuncia.

Alguien me preguntó si había ido a la emisora de mi ciudad. La verdad es que no lo había pensado. Acudí y me  recibió personalmente el director de la misma, don Javier Ferrer. Se avergonzó de que en su casa pudiera estar sucediendo algo así y me pidió que dejara el asunto en sus manos. Antes de dos horas ya había recibido un mensaje de un tal M. O. (obviaré su nombre), director de la empresa a la que la COPE había encargado la gestión del concurso, haciéndose el consternado por haber podido cometer semejante error. Al día siguiente me llegó un cheque por el importe de mi premio.

Pepe y Paco
Supongo que la única culpa de la COPE, que ya es bastante, fue la negligencia de dejar el control de su página web y de un concurso patrocinado por ella en  manos de quien resultó ser un chorizo. Lo que desconocía esta persona es que yo tenía contacto con el acertante asturiano, el cual me informó unos días más tarde que a él le había enviado  el cheque por un  importe equivalente a la mitad del premio que le  correspondía. No sé en  qué quedaría al final la cosa, pero hace falta ser desvergonzado.

Considero que hubiera sido muy saludable haber dado una explicación en antena, que creo no se llegó a ofrecer. El  concurso desapareció y yo de oyente de un programa al que había llegado a coger verdadero asco.

Recientemente he vuelto a ser oyente de los programas deportivos de la COPE. Desde que Paco González y Pepe Domingo Castaño se trasladaran a la  misma desde la SER, acompañados por más de  cincuenta  profesionales, yo me he cambiado con ellos. Soy más de las personas que de las instituciones.

lunes, 18 de junio de 2012

Diccionario en tono de humor (9)





Reinvención personal, en clave de humor, del significado de las palabras.

CONCATENACIÓN. Figura que consiste,  consiste en empezar,  empezar dos o más cláusulas, cláusulas con la voz, voz final de la cláusula, cláusula anterior.
CONDENACIÓN. Dalemania, Dargentina, Despaña, etc.
CONDENADO. Réprobo de noble cuna.
CONDESCENDENCIA. Acción y efecto de condescender o acceder por pura bondad al deseo del varón sin haber tomado medidas.
CONFIANZA. Esperanza en salir de la cárcel pagando una cantidad de dinero.
CONFÍN. Dícese de todos los cuentos que no son el de nunca acabar.
CONFUSAMENTE. Persona con las ideas poco claras.
CONSULAR. Aliviar la aflicción de un cónsul.
CONSUMAR. Llevar a cabo o ejecutar hasta su conclusión alguna suma.
CONTABLE. Propietario de una mesa francesa.
CONTACTO. Acción y efecto de tocarse con habilidad o estar contiguas con acierto dos o más cosas.
CONTENEDOR. Establecimiento de comidas con una cierta categoría.
CONTRABAJO. Músico que no está en paro.
CONTRAFUERTE. Valiente.
CONTRAPELO. Calvicie.

viernes, 15 de junio de 2012

Me harté de ser cliente de Planeta






Sucedió hace alguno más de treinta años. Llegó mi cumpleaños y mi generosa hermana mayor, sabiendo que me gustaba leer las novelas ganadoras del Premio Planeta, en vez de regalarme la última que había salido me las compró todas. Se vendía la colección completa y tenías la posibilidad de apuntarte para que te enviaran, en la misma encuadernación, las que fueran ganando en los años siguientes. La editorial se aseguraba las ventas y tú te evitabas la molestia de tener que ir a comprarlas. Hasta ahí, todo muy bonito.

El  hecho de que llegara a mi domicilio la colección de Premios Nobel lo consideré un accidente sin importancia. Llamé a la central de Barcelona y me confirmaron que, efectivamente, otro cliente de Zaragoza los había comprado y debían haber bailado los pedidos. Sin que yo preguntara me dijeron que no era la primera vez que les sucedía, porque sus repartidores de mi ciudad eran bastante chapuceros. Les pregunté cuánto se demorarían en deshacer el error y vinieron a responderme que el tiempo que yo tardara en avisar a los que lo habían cometido y ellos en querer dirigirse a las dos direcciones. O sea, lo que se dice una auténtica coordinación para dar un buen servicio posventa. Como no me pilló con ganas de discutir, tomé nota del teléfono que me dieron de Zaragoza y llamé. Al ver que los de aquí tampoco estaban por la labor de colaborar llamé en  otro tono a Barcelona, diciéndoles que yo no buscaba culpables sino soluciones y que eran ellos los que tenían la obligación de facilitármelas. No debí impresionarles demasiado, porque aún tuve que hacer un par de llamadas más antes de que mis auténticos libros terminaran por dormir en mi casa. Habrían transcurrido tres o cuatro semanas desde que les comuniqué la equivocación.

Al año siguiente esperé pacientemente la llegada del libro con la nueva novela galardonada. Cuando llamé a Barcelona para preguntar me dijeron que debería haberlo recibido hacía tiempo, pero que al haber cambiado el sistema  informático se habían producido algunos fallos y yo me encontraba entre las víctimas. Tuve que volver a reclamarlo, pero terminó llegando.

Al año siguiente esperé pacientemente la llegada del libro con la nueva novela galardonada. Cuando llamé a Barcelona para preguntar me dijeron que debería haberlo recibido hacía tiempo, pero que al haber cambiado el sistema  informático se habían producido algunos fallos y yo me encontraba entre las víctimas. Tuve que volver a reclamarlo, pero terminó llegando.

Pensará el  amable lector que repito  los párrafos porque me he pasado de cañas, pero no es así. Sucede que ocurrió exactamente lo mismo dos años seguidos. Y añadiré que por lo menos otros dos más, pero como me parece que resultaría un poco reiterativo seguir haciendo la misma gracia hasta cuatro o cinco veces, de estas últimas me limitaré a dejar constancia. El caso es que ese cuarto o quinto año decidí escribir una carta a don José Manuel Lara, propietario y presidente de la editorial, comentándole lo que aquí estoy exponiendo y manifestándole mi opinión de que algo debía estar funcionando  mal  a sus espaldas, porque me parecía demasiada coincidencia que todo lo que me estaba sucediendo se debiera a un problema de mala suerte personal. Enseguida recibí su amable respuesta. Me pedía disculpas y me decía que había pasado nota al departamento correspondiente, para que se me enviara el libro de ese año y no volviera a ocurrir lo mismo en lo sucesivo.

A los pocos días recibí la novela con las excusas del departamento en cuestión, indicándome que el error se había debido a que acababan de cambiar el sistema informático. No tenía que preocuparme para los años siguientes, porque habían tomado buena nota para enviármelo puntualmente.

Han transcurrido veintiocho años. No han vuelto a mandarme el libro del premio Planeta nunca más, ni yo a reclamarlo. Supongo que seguirán perfeccionando el sistema informático.

martes, 12 de junio de 2012

Citas (101 a 110)







101. “La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido".


102. “Quien no tiene nada individual de qué envanecerse, se envanece de haber nacido aquí o allí” (Arthur Schopenhauer).


103. “La adulación es una moneda falsa que tiene curso gracias sólo a nuestra vanidad” (François de la Rochefoucauld).


104. “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas” (William George Ward).


105. “El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla” (Manuel Vicent).


106. “Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio” (Joan Manuel Serrat).


107. "Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír” (Swami Sivananda).


108. “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad” (Sócrates).


109. “¿Qué es la avaricia? Un continuo vivir en la pobreza por temor a ser pobre” (San Bernardo de Claraval).


110. “El 28 de diciembre nos recuerda lo que somos durante los otros 364 días del año” (Mark Twain).


Citas (91 a 100)                                     Página principal                                   Citas (111 a 120)

sábado, 9 de junio de 2012

Historia de una multa








Volvía tranquilamente por la autovía de Madrid hacia Zaragoza. Varios conductores me habían pasado a velocidades muy por encima del límite permitido. Vislumbré a lo lejos, circulando, un coche de la Guardia Civil. Como era una recta larga y vi que no venía nadie por detrás, me puse en el carril de adelantamiento con bastante antelación. Al no haber nadie cerca para ser informado de la maniobra con el  intermitente, no lo encendí. Poco después de haber sobrepasado al vehículo citado volvió a ponerse delante, indicándome que parara a la derecha. El agente de mayor graduación se acercó a mi ventanilla. Me preguntó, siempre en tono irónico, si los intermitentes los llevaba de adorno y otras sandeces parecidas. Le dejé hablar hasta que me comentó que iba a ponerme una multa. Entonces ya intervine y le dije que había estado callado pensando que iba a ser la única posibilidad que tenía de evitar la sanción, pero que si iba a ponérmela de todas formas yo también quería hablar. Empecé por reconocer que aunque el intermitente no aportaba nada a la seguridad de la maniobra quizá debería haberlo encendido de todas formas, pero que en cualquier caso la infracción me  parecía mucho menos grave que la cometida por los coches que acababan de adelantarnos a velocidades estratosféricas. Que podía llegar a entender que habiéndose visto obligado a cambiar su anterior papel de agente de la autoridad por el de recaudador a destajo, al querer asumirlo, le resultara más cómodo parar a un pardillo circulando despacio que emprender la persecución de un ciudadano a 200 km/h; pero que no me parecía adecuado en absoluto (y menos en una persona que llevaba ese uniforme) que se dirigiera a mí de forma tan impertinente. Evidentemente no nos pusimos de acuerdo en la calificación del tono en el que me había hablado, pero tampoco me pareció ya necesaria la disculpa considerando que el mío había terminado por ponerse a la misma altura.

Mientras el agente iba a su coche en busca del talonario de multas me dio por pensar en el  prestigio de la Guardia Civil, que evidentemente no iba a sufrir merma alguna en mi opinión por lo que acababa de suceder. Cuando ocurre un accidente, sus unidades correspondientes acuden prestas al auxilio de los heridos y reorganización del tráfico. Cuando hay una redada de delincuentes de cualquier tipo, en la mayoría de las ocasiones se encuentran sus tricornios detrás de la  misma. Cuando un ciudadano está en peligro, siempre hay alguno de sus representantes dispuesto a jugarse la vida para salvarlo. Cuando un coche con su emblema se encuentra en nuestros alrededores sabemos, en definitiva, que podemos respirar tranquilos. Pocas instituciones aglutinan un respeto tan unánime de la ciudadanía, ganado a pulso por su buen hacer en el día a día de muchísimos años en diferentes situaciones políticas. En el desfile del Día de las Fuerzas Armadas recogen siempre las ovaciones más cerradas. A nadie se le oculta su decisiva colaboración en la casi desaparición del terrorismo (a  pesar del entorpecimiento de la ganadería política), en cuya lucha han sufrido numerosas bajas. 

Me hallaba en esos pensamientos cuando se me acercó el segundo agente, inferior en galones pero superior en todo lo demás:
—Vengo a pedirle disculpas.
—¿Disculpas?
—Creo que no hemos utilizado con usted un tono correcto.
—Usted no ha intervenido en la conversación. En todo caso tendría que pedírmelas su compañero.
—Los dos llevamos el mismo uniforme y por respeto al mismo quería pedirle perdón.
—Lo acepto, si se queda más tranquilo, pero considero su solicitud innecesaria. En ningún momento me he sentido ofendido por usted, ni por ese respetable uniforme que prestigia vistiéndolo.

¡Honor y gloria a la Guardia Civil!

miércoles, 6 de junio de 2012

Diccionario en tono de humor (8)





Reinvención personal, en clave de humor, del significado de las palabras.


CENTONAR. Amontonar cien cosas sin orden.
CERCA. Valla  próxima.
CERRO. Signo numerral sin valor propio.
CESAR. Dejar de ostentar el título de emperador romano.
CHARRO. Vehículo salmantino para transportar objetos diversos.
CHINCHÓN. Hinchazón anisada.
CHIFLADO. Instrumento musical de viento del que solo se puede sacar la primera nota.
CHILLÓN. Silla de brazos tapizada con colores demasiado vivos.
CHISMEAR. Orinar orina.
CHISPORROTEAR. Despedir chispas el  canuto.
CHISTERA. Sombrero de copa alta que mueve a la risa.
CHOCHEAR. Extremar el macho el cariño y afición por la  entrepierna de la hembra.
CÍRCULO. Recinto destinado en la antigua Roma para algunos espectáculos publículos.
COMENSAL. Cada una de las personas reunidas en una misma mesa a comer cloruro sódico.
COMPRENDER. Apresar a una persona, a pesar de entender los motivos que le han impulsado a cometer la falta que le ha condenado.