Seguramente
hoy voy a ser polémico. De todas formas, para evitar erróneas interpretaciones,
empezaré por puntualizar que me parece muy bien que se persiga a los conductores
irresponsables. Lo que no me creo es que el fin primordial que se esté dando a las
multas de tráfico sea tratar de disminuir los accidentes. Se busca la
recaudación fácil, más que la infracción grave. Al pardillo, más que al
delincuente.
Sucede
algo parecido con los resultados de los fallecimientos en carretera. Es positivo
que disminuyan, pero no que se utilicen los datos con fines electoralistas o
para desviar atenciones. Siempre me ha parecido de mal gusto que se comparen
los de determinados periodos de tiempo
de cada año con los del anterior, como si de una competición deportiva se
tratase. Tantos muertos menos que el año pasado; o números parecidos, a pesar
de que este año el puente ha sido más largo; o algún muerto más, pero muchos
menos heridos. Muertos, heridos,
empatados, perdidos, votos a favor, votos en contra…
Una prueba de la
politización de los datos: en esta estadística aparecen divididos por
legislaturas.
Seguro
que si digo que estoy harto de estas manipulaciones de datos poco
significativos, llegarán los políticos de turno a llamarme cafre. A decirme que
el simple hecho de que una familia española menos se vea privada de un ser
querido, ya debe ser un motivo de alegría que compense cualquier esfuerzo. Y se
quedarán tan anchos con su poco original ejercicio de demagogia. Puestos a frivolizar,
me gustaría preguntarles a cómo cotiza para sus intereses un muerto de otra
cosa; de enfermedad o de otro tipo de accidente. De los que forman parte de la
inmensa mayoría. De esos por los que también se puede luchar y que, aunque no muevan
votos, también tienen familia.
Me
estaba extrañando que este año, a la vuelta de Semana Santa, no nos dieran
demasiado la paliza con las estadísticas sobre los accidentes de tráfico. No me
había hecho ilusiones de que fuera porque los nuevos gobernantes hubiesen
cambiado el comportamiento y, efectivamente, se han confirmado mis temores. Simplemente es que ha
habido más muertos que el año pasado en las mismas fechas. Esta vez no hay
votos a ganar, que es lo que realmente importa. Espero que los salientes tengan
la delicadeza de no empezar a decir que con ellos se moría menos gente.
Creo que para que la información estadística cumpla su papel de “bien público”, es preciso que los actores de la vida política y social, así como el conjunto de los ciudadanos, tengan total confianza en su integridad, en su capacidad de explicar y analizar los hechos y de generar soluciones útiles.
ResponderEliminarLas cifras de los accidentes de carretera han sido siempre el caballo de batalla de los políticos. El barómetro en periodos de grandes desplazamientos(y de elecciones). Y por supuesto, existe también el trasfondo de la recaudación fácil. El “muerto de otra cosa” es casi siempre un gasto más para la Seguridad Social.
¿Crees que alguien puede tener confianza en esa integridad? Los primero que no los políticos, porque saben que son ellos mismos los que la manipulan. Tampoco los ciudadanos, porque saben que está politizada.
EliminarLos “muertos de otra cosa” son el 99% con un largo pico sin embargo, tal y como nos lo plantean, parece que el mayor peligro está en la carretera. Las compañías de seguros, que conocen esa preocupación, hacen atractivos sus seguros de vida incorporando (sin apenas coste) la cobertura del accidente de circulación con capitales multimillonarios.
Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Una novelista italiana, Susanna Tamaro, dijo:"Siempre hay alguien que te dice lo que debes hacer, ya no existe el silencio, en todas partes hay ruido; si tú no estás con tus propios pensamientos, cómo vas a entender el sentido de las cosas, es imposible. Vivimos bajo una manipulación perversa, muy sutil" un fuerte abrazo
ResponderEliminarAsí es la ganadería política. Al final da casi lo mismo que sean de un lado o del otro. Un abrazo.
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