En 1979 José Luis Coll publicó su Diccionario de Coll. En tono humorístico modificaba las palabras para darles otros significados. Me gustó la idea y se la copié, con la diferencia que a mí me dio por cambiar solamente las definiciones sin retocar los vocablos. Anduve escribiendo sin constancia alguna durante siete u ocho años, hasta que me cansé. Muy pocas personas las habían leído.
Durmieron en un cajón durante más de veinte años. Poco después de crear el blog pensé que hacer una sección con las mismas podría ser una buena forma de despertarlas y presentarlas en sociedad. Seleccioné las 400 que me parecieron menos malas de las 1000 que aproximadamente había escritas. Juntándolas de 15 en 15 tenía para 27 entradas. El 14 de marzo de 2012 vio la luz la primera.
El tercer y último comentario a esa primera entrada decía lo siguiente:
"¡Hola! Mi nombre es Miguel y estoy dando una vuelta por los blogs que tienen enlazados algunos blogueros que me gustan y he dado contigo. He hecho un repaso aleatorio y el tono general del blog me gusta bastante, así que lo repasaré con más calma. No soy muy amigo de las citas, salvo para rematar algún argumento, pero sí que me encanta jugar con las palabras y esto del diccionario personal me gusta y mucho. Yo también he hecho algún juego de este tipo en mi blog.
Bueno, sólo quería dejar constancia de mi paso por aquí y la promesa de seguir haciéndolo.
Un saludo."
Y vaya si cumplió con su promesa. Desde aquél día se convirtió en uno de los seguidores más asiduos de mi blog. Y yo del suyo, porque el mayor favor que me hizo entrando a leerme fue que me permitió conocerle. Primero como escritor y poco a poco como persona.
Con la tristeza de que ya no se encuentra físicamente entre nosotros, pero al mismo tiempo con el consuelo de saber que su recuerdo siempre estará presente, me sorprendí hace unos días para confirmarlo con un entrañable comentario de su hija Yesenia en mi Carta a Miguel Merino, escritor y amigo:
"Antes de nada te cuento como conocí tu blog. Entre los millones y millones de libros que podrás imaginar ha habido siempre por casa había uno que desde pequeñita le quitaba a mi padre (se lo quitaba porque era pequeñita de verdad y no era la lectura más adecuada... luego ya me lo dejaba él a mano) pues bueno, era El diccionario de Coll, que supongo conocerás. El diccionario un día desapareció (Aún lo sigo buscando) y con los años mi padre te descubrió a ti y me regaló un acceso directo en el escritorio del ordenador a tu blog para disfrutar de tu diccionario también.
Y de la Macondografía ni hablamos, cuando llegué del trabajo me estaba esperando con el móvil en la mano como un niño pequeño el día de Reyes: toma, toma, a tu padre ya le hacen entrevistas y largas jajaja. Nunca creí que un hombre pudiera hincharle tanto el ego.
Que te digo. Que muchísimas gracias por tus palabras, para mí no puede ser más que un orgullo leeros y para él. Él os seguirá visitando seguro y eso le estará haciendo feliz también, un abrazo."
Aunque haya aglutinado en la persona de Miguel mi gratitud, sería injusto que no la hiciera extensiva a todas y cada una de las que me habéis ido apoyando en la publicación de las 67 entradas. Y puedo decir 67 entradas (en vez de las 27 previstas) porque aunque las primeras 400 definiciones se terminaron, vuestro ánimo me invitó a echarle 3 en 1 a mi máquina de inventar para seguir hasta las 1000 que alcanzamos el último día.
Muchísimas gracias a todos.