En Mis primeros pasos informáticos dejé pendiente mi experiencia con el programa DBase III Plus. He decidido contarla bajo este título tan discreto. Y realmente no estoy mintiendo, aunque también es verdad que no hay mayor mentira que una verdad a medias. Pero hoy estoy con el ego subido y no voy a cambiarlo. Fantasma que es uno.
Estaba
trabajando yo por aquél entonces en una agencia de valores, perteneciente a un
banco. Acababan de ponerse de moda los fondos de inversión, como
una forma de diversificar riesgos y obtener al mismo tiempo beneficios
fiscales. El banco informaba trimestralmente al cliente sobre la evolución del
dinero que había invertido. Yo consideraba la información escasa, teniendo en
cuenta que era un producto nuevo en el mercado. Decidí buscarme la vida por mi
cuenta y me compré un libro para aprender a manejar el Dbase III Plus, con la
idea de crear un programa que me permitiera ofrecer a mis clientes una
información mensual paralela a la que ya recibían. Al principio me costó pero
terminé familiarizándome más o menos con él, lo que me permitió llevar
a cabo el plan previsto. Resultó más que compensado mi esfuerzo cuando recibí
comentarios tan gratificantes como “Ya
tenía ganas de recibir una información que se entendiera de un banco”.
Habiendo
empezado por un programa relativamente complicado, todos los que hice después
fueron como coser y cantar. El que es objeto de este escrito estuvo entre
ellos. Un amigo de mi cuñado tiene encomendado un puesto de farmacia en la General Motors de Figueruelas. Le habían hecho un programa con Dbase III Plus para
llevar el control de los medicamentos, pero le faltaba un detalle que podía
facilitarle sensiblemente el trabajo. Había solicitado presupuesto para que se
lo incorporaran, pero le pidieron el oro y el moro. Le dije que me dejara
intentarlo. En una tarde le hice un sencillo programa nuevo, con todo lo que
necesitaba y por supuesto gratis. No hace mucho tiempo (veinte años después) me
lo encontré y me dijo que seguía utilizándolo, a pesar de que en muchas
ocasiones los alemanes habían intentado cambiárselo por otros mucho más
actuales.
Yo
no he dicho en ningún momento que mi
programa fuera decisivo en el funcionamiento de la GM. Simplemente me he limitado a comentar que allí hay un programa
mío y no he mentido. Además lleva funcionando más de veinte años.
Enhorabuena. No está mal presumir de lo que es cierto. Un saludo.
ResponderEliminarGracias maja, pero vamos... los motivos para presumir son muy relativos. En todo caso de haber podido echar una mano a un amigo, que ya es bastante satisfactorio.
EliminarChema, al final te voy a tener que ceder el apodo...como decimos por aquí, eres más apañao que un jarrillo lata.
ResponderEliminarCreo también que la perfección es muerte. Hace poco publiqué en mi facebook personal una cita del director de cine, Fernando Colomo: "Hay cosas tan perfectas que nacen muertas". Añadí el siguiente comentario: "Cuando algo es perfecto, está finiquitado, concluido, acabado. No hay nada que quitar ni poner; ni le sobra ni le falta. No da lugar a debate, a matices, a interpretaciones, a intercambios de puntos de vista. Punto final."
Un fuerte abrazo.
A los que somos un poco perfeccionistas nos pone los pelos un poco de punta la frase en cuestión, pero por otro lado nos ayuda a relajarnos haciéndonos pensar que no hay que buscar lo que no se puede lograr. Y aunque se pudiera, resulta mucho más práctico conseguir varios "muy bien" en vez de darle vueltas y más vueltas al primero tratando de convertirlo en "impecable".
EliminarAy mi autodidacta! Siempre aprendiendo por su cuenta, no sabes lo que te admiro por ser capaz no sólo de intentarlo que ya es un mérito, si no de conseguirlo.
ResponderEliminarA mí me falta constancia, empiezo muchas cosas pero no termino ninguna.
Un abrazo, y sigue así con tu ego subido, que tienes motivos.
No creas, que yo también dejo cosas empezadas. De todas formas, muchas gracias hermosa. Con amigas como tú no me hacen falta abuelas. Un fuerte abrazo.
EliminarCon permiso...
ResponderEliminarPues la verdad, no es que se deba ir fanfarroneando por la vida, pero desde luego hay que sentirse orgulloso de lo que se consigue y si los demás no lo han conseguido... pues que se fastidien. Haces bien en reclamar tu valía.
Gracias por dejarme comentar.
Saludos.
Al contrario, las gracias a ti por entrar al blog y por comentar. Saludos.
EliminarChema, Guahh, lo que daria yo por tener esas habilidades!!! es de aprovecharlas, yo un cero a la izquierda, por más cursos, a mi tienes que decir, apachas aca luego alla y zass, hacer un programa, para amigos que admiro, y veo que esta dentro de tus cualidades, como la chispa del diccionario. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarNo vayas a pensar que tengo una habilidad especial para la informática. Precisamente lo jocoso del asunto es poder jugar con el hecho de que un modesto programa hecho por un aficionado se encuentre funcionando (por supuesto a nivel de usuario particular) en un lugar de la GM. Además, tengo que reconocerte que desde entonces me he quedado bastante obsoleto en mis conocimientos. De todas formas, gracias por mirarme con tan buenos ojos. Un fuerte abrazo, Regina.
EliminarMe encanta leer esto ... ¿por qué? ... yo tengo un caso similar utilizando Clipper :D ... desarrollé un software de TPV hace ya 15 años y hace un par me encontré a un ex-compañero de empresa y se sigue vendiendo !!! Curioso mundo. Lo mejor de todo es que me largué de la empresa (hace los mismos 15 años) porque le pedí aumento al jefe y me dijo es que si te subo ... no ganaría dinero contigo ... Ver para creer ...
ResponderEliminarDisculpa el retraso. Se me pasó ayer este comentario tuyo.
ResponderEliminarTe agradezco que los equipares, pero mis méritos no son como los tuyos. Se ve que tú hiciste un software profesional al que la que fue tu empresa está sacando un rendimiento económico 15 años después. En mi caso es el programa de un aficionado (yo) a un amigo que no sabía nada de esto. Es ese amigo el único que lleva tantos años sacándole partido. Lo de que ese partido se lo saque trabajando en la GM es la curiosa anécdota.