REEDICIÓN (edición: 06/07/2017)
Las ranitas |
FÁBULA INDIA SOMERAMENTE RETOCADA
Cinco ranitas amigas fueron a dar una vuelta por el bosque. Lo que prometía ser una alegre mañana se convirtió en una desgracia, porque dos de ellas cayeron a un pozo. Las tres que quedaban arriba se asomaron para animarlas pero, cuando se dieron cuenta de lo profundo que era, les gritaron y gesticularon invitándoles a que se hicieran a la idea de quedarse allí para siempre. Una de ellas les hizo caso y se abandonó a su suerte, pero la otra demostró ser mucho más luchadora. Acumulando todas sus fuerzas, logro ganar la superficie de un tremendo salto. Las que estaban afuera le manifestaron su alegría por no haberse dejado influenciar por las negras expectativas que le habían pintado, pero ella les dijo que su sordera le había impedido escuchar las voces y que los gestos los había interpretado como ánimos para que tratara de salir. Por una vez su problema auditivo le había resultado ventajoso. Y de paso también lo fue para la compañera que se había quedado abajo, porque siguió su ejemplo y consiguió unirse al grupo. Y de esta forma pudo asistir al entierro de su bienhechora. La mala suerte quiso que volviendo a casa fuese atropellada por un camión, al no poder escuchar el ruido del mismo ni los gritos de sus amigas avisándole de su presencia.
Cuando s mal dia es mal dia ...
ResponderEliminarProfunda evidencia.
Eliminar¡¡¡¡Madre mía, pobres ranas!!! Adoro a las ranitas, y odio a los vehículos que las atropellan, e smuy triste verlas aplastadas. Muy fan de la sorda, me la imagino hablando la lengua de signos con sus dedos ultralargos aunque tú des a entender que habla normal.
ResponderEliminarUn abrazo y un cuento muy original aunque triste triste.
Yo es que le había atribuido una sordera parcial
EliminarUn abrazo, Marigem.
Pobre, parece que el destino de esa ranita era morir ese día.
ResponderEliminarMuchos besitos Macondo :)
No se debió levantar de la cama, porque tenía el día gafado.
EliminarBesos, Nieves.
Después de tanto esfuerzo, le llegó un final inesperado y trágico.
ResponderEliminarUn abrazo
Ya no sé si inesperado, por el precedente, pero clásico desde luego.
EliminarUn abrazo, Matías.
No hay bien que por mal no venga. No hay mal que por bien no venga.
ResponderEliminarAl final toca pringar.
Un abrazo.
Eso me pasa a mí con ese refran, que no sé si es el mal el que viene por el bien o el bien el que viene por el mal.
EliminarA pringar, efectivamente.
Un abrazo, Alfred.
Eso era cosa del destino... Besotes!!!
ResponderEliminarMejor habría estado en el pozo.
EliminarBesos.
Todo es relativo. Una misma cosa puede resultar positiva o negativa según las circustancias.
ResponderEliminarEn este caso la positiva (salir del pozo) llevó a otra más negativa (ser atropellada por el camión). Estaba condenada, la pobre.
EliminarO Dios mío!!! estoy de acuerdo con Mi Álter Ego.
ResponderEliminarHaces bien, porque es una chica muy sensata.
EliminarPues así pasa...
ResponderEliminarC'est la vie.
EliminarEso suele pasar, pero claro si uno se parara a pensar lo que nos puede suceder, creo que no salíamos de casa. Sean bien rana, o sea uno un sapo con los ojos muy grandes y barrigón.
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
Al final hay que terminar palmando, aunque sea de cornada de burro.
EliminarUn abrazo, Rafa.
Está claro que era su día!!
ResponderEliminarUn beso, Macondo.
Diáfano.
EliminarOtro beso para ti, Carmela.
No sabemos dónde puede encontrarse el final del camino.
ResponderEliminarBesos.
Por eso dicen que hay que vivir cada día como si fuera el último.
EliminarBesos, María.
Moraleja, no te fíes de las fábulas... :)
ResponderEliminarSalud y abrazo
Sobre todo si están manipuladas.
EliminarSalud y abrazo, Genín.
Pobres ranitas :( Asi nos suele pasar. La vida es sorpresa continua. Beso Macondo
ResponderEliminarAsí es, Demian.
EliminarAhora sé en que se basó Destino final.
ResponderEliminarSaludos.
Me pillas en fuera de juego, Raúl.
EliminarSaludos.
Macondo, Destino final es una saga de pelis donde un grupo de jóvenes mueren de una forma peculiar.
EliminarReal como la vida misma. No hay nada bueno no malo por completo. Todo tiene sus ventajas y desventajas. Lo que a la pobre ranita sorda le sirvió para salir del agujero, le sirvió de trampolín hacia el más allá.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo del bien que por mal no viene y lo del mas que por bien no viene, que se comentaba por arriba.
EliminarUn abrazo, Josep.
Yo veo en este magnífico cuento dos mensajes, a saber, que muy pocas veces hay que hacer caso de lo que dicen las amigas (cosa distinta es lo que dicen EL AMIGO o LA AMIGA de verdad) y, sobre todo, sobre todo, que nadie puede escapar a su destino.
ResponderEliminar¿Te he dicho ya que me encanta el cuento? Bueno, pues te lo digo ahora. ¡¡¡Me encanta!!!
Besos.
Me alegra que te haya gustado, Sara.
EliminarBesos.
Válgame!!!! pero así sucede, me hiciste recordar un caso real, hace unos años tuvimos un terremoto de 7.2, justo antes del de Haití, donde se destruyó casi todo, lo recuerdas? pues aquí hubo un muerto, pero porque salió corriendo y la atropellaron..... =((((
ResponderEliminarPobre ranita!!
Besos
Recuerdo el terremoto, pero no el caso del muerto.
EliminarBesos.
Cuando la hora llega nada lo cambia.
ResponderEliminarAbrazos
La guadaña es insobornable.
EliminarUn abrazo.
Ahí fue cuando se inventó la Ranaburguer, que compite con la Cangreburger en el restaurante de Bob Esponja.. Pero ese ya sería otro cuento. Saludos.
ResponderEliminarA tiempo estás de hacer una reinvención personal del cuento.
EliminarSaludos.
Ahora me has hecho darme cuenta de que yo me levanto todos los días don el pie izquierdo.
ResponderEliminarSaludos.
Si es que no se puedo uno alegrar de nada eh...
ResponderEliminarSaludos.
A veces no se sabe cómo está uno más acertado, si actuando o quedándose quieto.
EliminarSaludos.
Ay, Señor... Que inmenso desastre todo... Como el propio mundo...
ResponderEliminarComo la vida misma.
EliminarPobre rana las estrellas le iluminaron al revés.
ResponderEliminarBesos Chema
Eso debió ser.
EliminarBesos, Malque.
El destino viene con fecha,cariños.
ResponderEliminarAsí es, Fiaris.
EliminarBesos.
Cuando toca, toca. Da igual como te pongas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por seguirme ;)
Ni lo sordo que seas o bien que oigas.
EliminarEs un placer seguirte, no me des las gracias.
Un abrazo.
Bendita sordera en este caso, seguro. Eso sí, el día que te toca, te vas :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Así es la cosa, por muchas vueltas que le des.
EliminarUn abrazo.
¡Ay por dios qué triste! Ya ves, lo que fue bueno para una cosa supuso su desgracia para otra.
ResponderEliminarFeliz finde.
Nunca se saba por dónde te viene la vida.
EliminarFeliz finde también para ti.
Todo, hasta los defectos físicos, tiene su pro y su contra. Ahora bien, esa ranita era sorda pero no ciega; al menos podria haber visto al camión. Y creo que fue la cháchara lo que la distrajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buena puntualización. Estoy pensando si retocarlo, pero no tiene mucho arreglo.
EliminarUn abrazo.
Pobrecina la ranita, si es que lo que tiene que ser al final es. Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo, Ester.
EliminarSigues reeditando. Te has vuelto perezoso. Para cuándo obras nuevas?
ResponderEliminarBesos.
Si que estoy vago, la verdad. Tendré que ponerme las pilas o reeditar otras cosas, porque los cuentos se me terminan con este.
EliminarBesos.
Estaba predestinada y más en estos días.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo de salir de Málaga y meterse en Malagón, o en Guatemala y meterse en Guatepeor.
EliminarUn abrazo.
Por lo menos, logró postergar su muerte. Y no es poco.
ResponderEliminarSaludos.
Si se hubiera quedado en el pozo no se hubiera muerto, al menos tan pronto.
EliminarSaludos.
Nada es perfecto en la vida, muy buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
El cuento no es mío. Solo el final.
EliminarUn abrazo, Amapola.
Vaya! si es que la suerte llega por barrios , como los confinamientos.
ResponderEliminarAsí funciona la cosa.
EliminarAy pobre. si está visto tenemos el día señalado y da igual ser sorda o no. Buen puente. Cuídate.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen puente también para ti, Laura.
EliminarUn abrazo.
Yo creo que la ranita medio sorda se vino arriba con el portentoso salto,... nunca mejor dicho!
ResponderEliminarNunca mejor dicho, efectivamente.
EliminarComo la vida misma, ni más ni menos. 😔
ResponderEliminarUn abrazo!
Así es, Mamen.
EliminarUn abrazo.
Esto va más allá que nadar para morirse en la orilla. Aunque haya mal que por bien no venga, no deja de ser malo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Un abrazo, Pepe.
EliminarAy pobre ranita!!! Qué penita Chema, con lo bien que le había ido ser sorda y después lo mal que le fue.
ResponderEliminarBesos
Así es, Conxita.
EliminarBesos.
La ironía de la vida, y la testarudez de la muerte. No nos libramos de ninguna de las dos. Y las ranas no iban a ser menos 😏
ResponderEliminarMe encanta, querido amigo.
Tu imaginación es un “pozo” sin fondo, donde no me importa caer 😁
Siempre un placer leerte.
Abrazo grande, y muy feliz semana 😘
Aquí no he puesto más que una gota de imaginación, porque el cuento me lo he encontrado hecho.
EliminarUn placer que vengas a leerme.
Muy feliz semana también para ti.
Un abrazo.
Después del salto habría pensado que era su día y, efectivamente, lo era.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
Que barbaridad... Que barbaridad...
ResponderEliminar:)
EliminarPobre ranita, su mala suerte de estar en el cuento
ResponderEliminarCuídate
Tienen afán de protagonismo, se meten en sitios que desconocen y pagan las consecuencias. :)
EliminarCuídate tú también.
Estaba escrito en algún lugar que había llegado su hora de una u otra manera. ¡Pobre! Y es que nunca se sabe...
ResponderEliminarEstá claro que no era su día.
EliminarComo decía mi madre, cuando te viene derecha, ni aunque te metas debajo del manto de la Virgen.
ResponderEliminarY es verdad que a veces es mejor estar sordo ante algunas palabras.
Un cuento con doble moraleja.
Saludos.
En eso me entretengo, en ponerles una segunda moraleja a los cuentos.
EliminarSaludos.
Moraleja: hay que ponerse a hacer audífonos para ranas.
ResponderEliminarSaludos, Macondo
Croac!
Borgo.
Los negocios aparentemente más raros a veces son los mejores.
EliminarSaludos, Borgo.
Un cuento muy emotivo, si señor. Como este puñetero año que estamos viviendo. ¿Me harías el favor de pasarte por mi blog y leer el último cuento que he puesto: El castillo del miedo? Solo si te apetece y tienes tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Ahora me paso por tu blog. Disculpa el retraso, pero ya puedes ver cuándo he entrado por aquí. Y no es un favor, sino un placer para mí.
EliminarUn saludo, Conchita.
Ja, ja, ja... Si es que cuando no puede ser, no puede ser y además es imposible. El destino tenía fechada su hora y no tardó en cobrársela. Genial giro al cuento. Un fuerte abrazo, Macondo!!
ResponderEliminarGracias, David.
EliminarUn fuerte abrazo.
Mi querido Macondo.
ResponderEliminarExcelente!!!! como siempre.
Alguien decia que Suerte es el apodo de Dios.
Fraterno abrazo!!!
Gracias, Ricardo.
EliminarUn fuerte abrazo.
La genialidad, Macondo. De razón que hay tanto atropellado, pero sordo de la cabeza por la borrachera. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarUn abrazo, Carlos.
Eliminarooooh Chema, como has dejado ese final!!!!! la sorda ranita que daba ejemplo a las demás y encima muere atropellada, no me lo puedo creer, qué bárbaro, animal de dos patas jeejeje, siempre niño malo. jajaja. Un abrazote
ResponderEliminarEmpecé con los cuentos clásicos, pero luego ya los fui retorciendo un poco. Con este doy por terminado el asunto. Como todavía estoy vago para escribir, reeditaré otra cosa.
EliminarUn abrazo, Emerencia.
Sigo pensando lo mismo...
ResponderEliminarUn día estás alegre por lo que sea y a los pocos días estás confinado... o peor.
Saludos.
De todas formas prefiero el confinamiento a lo del camión.
EliminarSaludos.