REEDICIÓN (edición: 01/07/2017)
El dragón de Wawel |
ANTIGUA LEYENDA POLACA SOMERAMENTE PUNTUALIZADA
Cuenta la leyenda polaca que hace muchísimos años, en las tierras gobernadas por el príncipe Krakus, empezaron a desaparecer personas y animales. Anduvieron desconcertados hasta descubrir que el culpable era un enorme dragón, que se había instalado en una cueva. Tras intentar infructuosamente plantarle cara con el ejército, el príncipe ofreció la mano de su hija a aquel que fuera capaz de vencer al monstruo. Un valeroso y listo zapatero dejó por la noche en la puerta de la cueva una piel de borrego, que previamente había rellenado con azufre y alquitrán. Cuando el gigante se despertó a la mañana siguiente, engulló el cebo para desayunar. A continuación tuvo que ir al Vístula a saciar su sed y, al entrar el agua en contacto con lo que había comido, le estallaron las tripas.
Dice la leyenda que a partir de ese día volvió la tranquilidad a aquel lugar, el zapatero dejo la zapatería para casarse con la princesa y los habitantes vivieron felices. Descalzos, pero felices.
Dice la leyenda que a partir de ese día volvió la tranquilidad a aquel lugar, el zapatero dejo la zapatería para casarse con la princesa y los habitantes vivieron felices. Descalzos, pero felices.
El cuentecito tiene enjundia, Macondo.
ResponderEliminarSi a todos nos tocara la lotería y nos hiciéramos todos ricos se pararía el mundo.
Cada uno de nosotros somos necesarios a los demás.
Un abrazo.
No hay princesa para todos y las que hay suelen elegir bastante mal.
EliminarUn abrazo, Tecla.
Que raro ser la segunda en tu blog, Macondo, pero me alegro de ser de las primeras.
ResponderEliminarUn cuento de lo más original.
Me gustó el final sobre todo lo de descalzos .
Besos .
Lo de "descalzos" es mi somera aportación al cuento, así que celebro te haya gustado.
EliminarBesos.
Los dragones siempre tienen la culpa de todo... Pobrecitos...
ResponderEliminarY siempre tienen que pagar con su vida las aspiraciones de un listo a casarse con la princesa.
Eliminar:D
EliminarO sea, que desde que se volvió príncipe se olvidó de sus orígenes proletarios. Y hasta le dará igual tener descalzos a sus súbditos... Esto acabará en revolución, ya verás.
ResponderEliminarBesotes!!!
Con lo sencillo que hubiera sido buscar un colega que mantuviera abierta la zapatería, si el quería ejercer de príncipe consorte sin dar un palo al agua.
EliminarBesos.
Por eso !! y yo, tonta, pensabe que ir descalzo era una moda imbecil !
ResponderEliminarA la fuerza ahorcan. Si no hay zapatero, no hay zapatos.
EliminarHay que ver, los cuentos y sus lugares comunes... Si no fuera por ti...
ResponderEliminarBesitos y feliz finde.
A mí también se me terminaron los que conocía y estoy buscando nuevos.
EliminarBesos y buen fin de también para ti.
Y a los pies del Castillo de Cracovia, para los que lo quiera visitar, existe una escultura de un gran dragón que, para espanto de los niños, escupe fuego por la boca. Un saludo.
ResponderEliminarEs que estamos criando unos niños un poco tiquismiquis.
EliminarUn saludo.
Lo que me extraña es que el dragón no hubiera muerto antes intoxicado por tragarse a algunos humanos...
ResponderEliminarDescalzos y felices...pues adelante sin zapatos.
Besos.
En aquella ėpoca la especie humana no estaba tan corrompida.
EliminarBesos.
Moraleja: Se puede ser feliz sin un puñetero duro, la realeza, es capaz de vivir feliz y descalza... ¡Que se descalcen coño!!! jajaja
ResponderEliminarSalud y abrazo
Gracias por tu moraleja, Genín.
EliminarSalud y abrazo.
Jajaja, bueno, lo importante es ser feliz aunque vayamops por la vida descalzos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde.
Tú enseguida has pensado en la arena de tu playa, pero dime donde piso yo que soy de secano
EliminarUn abrazo y feliz finde también para ti.
Que listo el zapatero, ups perdón . El príncipe. Jaja el final me encanto y de tu cosecha. Muy bien. Saludos.
ResponderEliminarYa ves que no siempre se cumple eso de "zapatero a tus zapatos".
EliminarGracias.
Saludos, Jova.
Sabes que las feministas se te tiraran encima...los animalistas también, los republicanos también...La asociación de pies descalzos para una vida más libre..NO!
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya tiene mérito meter la pata en tantos frentes al mismo tiempo. Espero que en la asociación de los pies descalzos haya algún buen abogado que quiera defenderme.
EliminarUn abrazo.
Este método del cebo explosivo sigue vigente en las películas de bichos gigantes. Ya se sabe que en los clásicos está la solución para casi todo.
ResponderEliminar"Descalzos, pero felices" :D También nos enseñan los clásicos que todo tiene un precio.
Lo malo es que ascendió solo el zapatero, pero el tributo del descalzo lo pagaron todos.
EliminarVaya susto, entré a tu blog y no había nada. ¿Dónde está Chema? Tres veces y tu blog no aparecía. ¡Virgen del Chjongo Parado! Vuelvo y estás ¡Fiuuu qué susto!
ResponderEliminarGracias por preocuparte.
EliminarNo entiendo. ¿Ese Macondo que comentó en mi blog eres tú? Le pucho al enlace y me manda a un Macondo que no tiene blog. Muy extraño. Te busqué con Toro, le pucho a tu nombre y me manda aquí. Muy extraño esto.
ResponderEliminarComo me encuentro de viaje estoy respondiendo por primera vez a través de una tableta. Seguramente es ese el problema.
EliminarSiento las molestias.
Besos.
Es lo importante, desde luego, aunque también se puede vivir felizmente calzado. Incluso me han dicho que hay quien vive felizmente casado.
ResponderEliminarUn delicioso cuento con moraleja. Y es que el ingenio no conoce de clases sociales y el tesoro más valioso es la vida tranquila y en paz. Esa es la mayor riqueza. Saludos!
ResponderEliminarTranquila, en paz y sin dar un palo al agua.
EliminarSaludos
No se puede tener todo, o la princesa o los zapatos, y claro el listillo del zapatero supo elegir bien, aunque me imagino que su princesa si tendrá zapatos, sino de que le sirve un tener un zapatero en casa si no le hace zapatos.
ResponderEliminarBesos Chema.
Puri
Lo de si le hacía zapatos a su santa no le he investigado.
EliminarBesos, Puri.
Desde luego el dragón explotó.
ResponderEliminarY lo de los pies pues seguro que llega algún zapatero avispado de otro pueblo a hacer negocios.
Besos
A lo mejor hay invasión de zapateros, tratando de correr la misma suerte que el colega.
EliminarBesos.
A menudo vale mas el ingenio que la fuerza.
ResponderEliminarTu añadido muy original :))
Un beso
Gracias, Carmela.
EliminarBesos.
el final me ha encantado. No se puede tener todo en esta vida.
ResponderEliminarBuena semana!!!
El que gana es el zapatero. La princisa está por ver. El ciudadano de a pie (nunca mejor dicho) es siempre el que pierde sin recibir nada a cambio.
EliminarBuena semana también para ti, Mª Ángeles.
Qué grande el zapatero. Tenía todo planeado,estoy seguro.
ResponderEliminarMacondo, quiero hablar con vos. ¿Me escribís?
freddykingfiles@hotmail.com
Ahora te mando un mensaje.
EliminarEl dragón no parece que fuera muy listo eh...
ResponderEliminarSaludos.
Por la boca muere el pez.
EliminarSaludos.
Jajajaja me ha encantado eso de descalzos pero felices!! bien!
ResponderEliminarBesos =)))
Renunciar a los zapatos les parecía una tontería si a cambio conseguían dejar de formar parte de la dieta del dragón.
EliminarBesos.
O sea, que el zapatero dejó de cumplir la famosa máxima de "zapatero a tus zapatos". Pero, desde luego, debió valer la pena porque es de suponer que, como en todos los cuentos, su prometida era muy bella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por lo menos el curro lo dejó. Si encima la princesa estaba de buen ver, miel sobre hojuelas.
EliminarUn abrazo.
Y juro que eso es verdad
ResponderEliminar¿Eres el zapatero?
Eliminar¡Qué bonito! :) :) :)
ResponderEliminar.)
EliminarJajaja quizás como se suele decir fue peor el remedio que la enfermedad, ya que ahora se habían quedado sin zapatero; pero ¡coño ya no había más zapateros en toda la contorná!...
ResponderEliminarAbrazo Macondo.
Se ve que era el único. Podían haber casado a la chica con un carpintero si tenían más.
EliminarUn abrazo.
... entonces la princesa no acostumbrada a andar descalza pidió al esposo que o le hacía zapatos o lo dejaba por un hacedor de sandalias de muy buenos bigotes llegado de quiénsabedónde como invitado a la boda.
ResponderEliminarEl zapatero quien ya se había acostumbrado a la vida de palacio se puso en friega a hacerle varios pares de chanclas a la reina no vaya a ser que de veras lo cambie por el otro y adiós vida palaciega.
Fin
:P
Besos Chema
Queda mucho más chulo el cuento con tu aportación.
EliminarBesos, Flor.
Si es que no se puede tener todo... peor es lo de ahora que pronto no tendremos nada.
ResponderEliminarSaludos.
Total, para estar en casa confinados, ni zapatos van a hacernos falta.
EliminarSaludos.
No parece que las cosas hayan cambiado mucho en este tiempo.
ResponderEliminarQuizás ahora con la gente confinada y sin salir le costase más al dragón seguir con su dieta. Lo bueno sería decir que las entrañas de dragón hervidas son la solución definitiva contra cierto virus y así...
Un abrazo.
Tantos científicos buscando una vacuna y que al final la solución estuviera en las tripas de un dragón. Habría que poner un criadero de dragones, porque con uno no hacemos nada.
EliminarUn abrazo.
Es que no podemos tenerlo todo. A veces para tener algo hay que renunciar a otra cosa. La cuestión es saber valorar qué es más importante. Si en lugar de haber ocurrido en Polonia, hubiera sido en España, como aquí lo queremos todo sin renunciar a nada (p.ej. no queremos enfermar pero tampoco dejar de salir de copas), pues continuaríamos con el dragón y andaríamos descalzos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que es sencillo saber lo que es más importante. Para el zapatero casarse con la princesa y vivir del cuento. Para todos los demás, tener zapatos.
EliminarUn abrazo.
Hay que saber química. Este San Jorge zapatero es muy listo.
ResponderEliminarUn abrazo, Macondo
Nuestro común patrón es mucho más noble para enfrentarse a los dragones. Utilizaba la espada, no engaños chapuceros como el zapatero polaco.
EliminarUn abrazo.
¿Y que hizo con la zapatería, la vendió o la traspasó? Unos abrazucos
ResponderEliminarSe la cedió a un tal José, de Nazaret.
EliminarUn abrazo.
Pues qué listo era el zapatero,sabía de química, oalquimia, más bien, en aquellos tiempos.
ResponderEliminarY pobres subditos, que vivían descalzos.
Feliz finde.
Creo que no les importaba demasiado ir descalzos. Las calles polacas están inmaculadas, porque los perros de allí son muy educados y no defecan en medio de ellas.
EliminarFeliz finde también para ti.
Cuentan que los que "se pusieron las botas", fueron los pedicuros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que los que estropean los pies son los zapatos, no andar descalzo.
EliminarUn abrazo.
Quedaron descalzos porque se forraron los pies, jajaja !!!
ResponderEliminarEres genial, Chema. Abrazos y feliz sábado !!!
Tanto como genial es mucho decir, pero te lo agradezco.
EliminarBuen fin de semana.
Un abrazo.
No solo el pueblo ganó, tambien los callistas:))
ResponderEliminarBuen fin de semana. Cuídate.
Un abrazo.
Buen fin de semana también para ti, Laura.
EliminarUn abrazo.
Querido Macondo :
ResponderEliminarEntonces " Zapatero a tus zapatos "
Excelente cuento y muy bien narrado.
Abrazos!!!!!!!!!
Muchas gracias, Ricardo.
EliminarUn abrazo.
En verdad lleva dos buenos mensajes implícitos. El primero: mejor vivir descalzo, que morir calzado; y el segundo: la felicidad no está en lo que nos pongamos, sino en lo que seamos. Aunque lo ideal sería vivir calzado y sentirnos felices (puestos a pedir...) 😏
ResponderEliminarBueno, este es mi punto de vista, claro…
En cualquier caso, siempre es un placer leerte, querido amigo.
Abrazo grande, y muy feliz finde 😘
Gracias, una vez más, por tu inteligente punto de vista.
EliminarUn placer también para mí, como siempre, tu visita.
Feliz finde.
Un fuerte abrazo.
¿Y que hubiera pasado si el dragón se enteraba del ofrecimiento del príncipe y se entregaba a si mismo, dándose por vencido? La princesa hubiera tenido que casarse con el dragón.
ResponderEliminarSaludos.
Se me ocurre que el príncipe era una persona de palabra, por lo que casó a su hija con la dragón, ajustició a este por los crímenes cometidos y se dedicó a buscar nuevo marido a la viuda.
EliminarSaludos.
Hola, Macondo. Sin duda que mejor andar descalzo que ser primer plato de un dragón. Aunque algún día se descubrirá el por qué nadie en ese pueblo se hizo cargo de la zapatería, je, je, je... Un abrazo!
ResponderEliminarLo normal sería lo que tú dices, incluso es muy posible que en el cuento de verdad así sucediera; pero no me chafes ese final, porque lo de que se quedaron descalzos es mi única aportación al cuento. :)
EliminarTu puntualización final me hizo gracia, jajajajaja
ResponderEliminarEs lo único mío.
EliminarAhora, son los dragones los que se casan con las princesas...
ResponderEliminarEspero tu reportaje fotográfico sobre esa afirmación.
EliminarUn abrazo.
los dragones son malos por definición en occidente. en oriente son buenos. o los malos somos nosotros? vi en un reportaje de la dos, que los dragones son el único "bicho fantastico" presente en todas las culturas, y en todas ellas van descalzos.
ResponderEliminarSaludoss macondo
Los dragones no sé, pero nosotros somos malos en Oriente y Occidente. Calzados o descalzos.
EliminarSaludos.
No hay mal que por bien no venga. De todas maneras, la explosión de las entrañas de un dragón debe de tener un alto poder destructivo, en este caso una gran dosis de ingenio y humor, ja, ja.
ResponderEliminarMuy bueno, Chema. Un abrazo.
Gracias, pero solo es mía la palabra en negrita del final. El resto del mérito es de los polacos.
EliminarUn abrazo, Pepe.
Muy buena tu apreciación del final con esa ironía que te caracteriza.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias, Maripaz.
EliminarUn abrazo.
Grande la palabra del final, es cierto que fueron felices aunque descalzos, espero que otro se iniciase en el oficio de zapatero. Un saludo.
ResponderEliminarEl hecho de que fueran descalzos indica que no debió estar demasiado bien cubierta la vacante.
EliminarUn saludo.
Es importante ser feliz, la fortuna sonrió al zapatero y resto del pueblo.
ResponderEliminar:)
Besos.
A pesar de los zapatos.
Eliminar:)
Desde luego el ingenio no entiende clases, y si solo había un zapatero en el reino igual no no usaban mucho los zapatos...
ResponderEliminarBesos y a cuidarse
Desconozco el tamaño del reino. Igual era chiquitín.
EliminarCuídate tú también, Conxita.
Besos.
Pues me ha encantado este cambio, ahora el dragón, genial...
ResponderEliminarMe gusta ese final, la fortuna para todos, no para unos pocos.
Feliz lunes Macondo.
Un abrazo
Celebro que te haya gustado.
EliminarFeliz semana.
Un abrazo, Carmen.
Descalzos pero felices. Claro, todo tiene un precio. Y espero que a la princesa le gustase el mozo, que en realidad es ella la que más paga.
ResponderEliminarUn saludo, Macondo.
Y si no le gusta la fugamos con el jardinero, como a la de Juan Sin Miedo .
EliminarUn saludo.
Se ganó el "pan" con el sudor de su frente, ya sabes de zapatero remendón a zapatero prodigioso. Y la princesita sin dar un palo al agua ¡qué suerte tienen algunas!
ResponderEliminarUn abrazo, Chema.
Las gracias de la princesita, independientemente de las propias, las tenía su padre.
EliminarUn abrazo, Estrella.
Vaya,vaya con la historia,cariños.
ResponderEliminarUn abrazo, Fiaris.
EliminarUn cuento corto pero bien definido con un final idílico, de remendón a príncipe, buena decisión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo.
Un abrazo, Matías.
EliminarLo importante es la felicidad, y si hay que vivir descalzos, pues vivamos descalzos😀.
ResponderEliminarYa lo había leído hace tres años, pero me gustó volver a leerlo.
Besazos.
Y a mí me ha gustado que lo releyeras.
EliminarBesos.
Cuánto se aprende con tus reelaboraciones de los cuentos y leyendas. Ésta, recupera la figura del ogro, mítica para nosotros los latinoamericanos, y lo deja expuesto en su maldad, pero puesto a buen recaudo por un zapatero, con más ingenio que los avezados estrategas militares del reino. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarLa verdad es que se rompían poco la cabeza pensando argumentos. Son todos parecidos.
EliminarUn abrazo, Carlos.
Espero que el matrimonio sea largo y que la unión sea feliz y coman perdices.
ResponderEliminarEl zapatero que va a hacer toda su vida?
Saludos
Supongo que el zapatero de acomodará a la mejor vida sin problemas, aunque en algún momento de aburrimiento no digo que no eche en falta la zapatería.
EliminarSaludos.