Volvía
tranquilamente por la autovía de Madrid hacia Zaragoza. Varios conductores me
habían pasado a velocidades muy por encima del límite permitido. Vislumbré a lo
lejos, circulando, un coche de la Guardia Civil. Como era una recta larga y vi
que no venía nadie por detrás, me puse en el carril de adelantamiento con bastante
antelación. Al no haber nadie cerca para ser informado de la maniobra con el intermitente, no lo encendí. Poco después de
haber sobrepasado al vehículo citado volvió a ponerse delante, indicándome que
parara a la derecha. El agente de mayor graduación se acercó a mi ventanilla. Me
preguntó, siempre en tono irónico, si los intermitentes los llevaba de adorno y
otras sandeces parecidas. Le dejé hablar hasta que me comentó que iba a ponerme
una multa. Entonces ya intervine y le dije que había estado callado pensando
que iba a ser la única posibilidad que tenía de evitar la sanción, pero que si
iba a ponérmela de todas formas yo también quería hablar. Empecé por reconocer
que aunque el intermitente no aportaba nada a la seguridad de la maniobra quizá
debería haberlo encendido de todas formas, pero que en cualquier caso la
infracción me parecía mucho menos grave que
la cometida por los coches que acababan de adelantarnos a velocidades
estratosféricas. Que podía llegar a entender que habiéndose visto obligado a cambiar su anterior papel de agente de la autoridad por el de recaudador a destajo, al querer asumirlo, le resultara más cómodo parar a un pardillo circulando despacio
que emprender la persecución de un ciudadano a 200 km/h; pero que no me parecía
adecuado en absoluto (y menos en una persona que llevaba ese uniforme) que
se dirigiera a mí de forma tan impertinente. Evidentemente no nos pusimos de
acuerdo en la calificación del tono en el que me había hablado, pero tampoco me
pareció ya necesaria la disculpa considerando que el mío había terminado por
ponerse a la misma altura.
Mientras el agente iba a su coche en busca del
talonario de multas me dio por pensar en el
prestigio de la Guardia Civil, que evidentemente no iba a sufrir merma
alguna en mi opinión por lo que acababa de suceder. Cuando ocurre un accidente,
sus unidades correspondientes acuden prestas al auxilio de los heridos y reorganización
del tráfico. Cuando hay una redada de delincuentes de cualquier tipo, en la
mayoría de las ocasiones se encuentran sus tricornios detrás de la misma. Cuando un ciudadano está en peligro, siempre
hay alguno de sus representantes dispuesto a jugarse la vida para salvarlo. Cuando
un coche con su emblema se encuentra en nuestros alrededores sabemos, en
definitiva, que podemos respirar tranquilos. Pocas instituciones aglutinan un
respeto tan unánime de la ciudadanía, ganado a pulso por su buen hacer en el
día a día de muchísimos años en diferentes situaciones políticas. En el desfile del Día de las Fuerzas Armadas recogen siempre las ovaciones más
cerradas. A nadie se le oculta su decisiva colaboración en la casi desaparición
del terrorismo (a pesar del entorpecimiento
de la ganadería política), en cuya lucha han sufrido numerosas bajas.
Me
hallaba en esos pensamientos cuando se me acercó el segundo agente, inferior en
galones pero superior en todo lo demás:
—Vengo
a pedirle disculpas.
—¿Disculpas?
—Creo
que no hemos utilizado con usted un tono correcto.
—Usted
no ha intervenido en la conversación. En todo caso tendría que pedírmelas su
compañero.
—Los
dos llevamos el mismo uniforme y por respeto al mismo quería pedirle perdón.
—Lo acepto, si se queda más tranquilo, pero considero su solicitud innecesaria.
En ningún momento me he sentido ofendido por usted, ni por ese respetable uniforme
que prestigia vistiéndolo.
¡Honor
y gloria a la Guardia Civil!
Sólo diré una cosa, si tuvieras que vértelas con los mossos, a la Guardia Civil le pondrías un altar, si quieres malos modos, prepotencia y afán recaudatorio pásate por aquí.
ResponderEliminarEso sí, es nuestra policía, y eso mola aunque no tengan ni puta idea
Quizá no me haya expresado del todo bien, pero lo que trataba precisamente era de ponerle un altar a la Guardia Civil.
EliminarSi Macondo, te he entendido, soy yo la que no me he explicado, quería decir que si encima los comparas con otros, todavía los puedes valorar más.
EliminarReleo lo que he escrito, y sí, la que me expresé mal fui yo.
Pues ya nos hemos aclarado mutuamente.
EliminarAquí , en Aragón, no tenemos policía autonómica; pero ya había oído opiniones parecidas a la tuya de personas pertenecientes a comunidades que sí la tienen. A los políticos locales les mola alardear de que han conseguido tener fuerzas armadas propias, aunque empeoren lo que están haciendo las nacionales y cuesten un ojo de la cara. No se olvide que somos ricos.
Pienso que la situación que compartes con nosotros nutre también nuestra reflexión. ¿Somos siempre justos a la hora de juzgar nuestras instituciones? ¿De ir poniendo etiquetas a las organizaciones y grupos, pero también a los pueblos, por los comportamientos reprochables y aislados de algunos individuos? Pienso que no, que a menudo fallamos en nuestros juicios por centrarnos exclusivamente en los desbordamientos de esas minorías.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Chema; la labor de la Guardia Civil es encomiable por los servicios excepcionales que ha realizado y sigue llevan a cabo a diario. Todas las épocas han tenido sus heroes y con toda seguridad, estos hombres y mujeres, valientes y generosos, son los que mejor encarnan los heroes de nuestro tiempo, en nuestro país. Pero por desgracia, todo el mundo no sabe ser humilde con un uniforme. Luchar contra la ilusión de un poder ilimitado será siempre un esfuerzo demasiado grande para algunos.
Dentro tu indignación normal, creo que has reaccionado con bastante discernimiento; yo hubiese tardo algo más que tú en llegar a esa sabia conclusión, al menos no en el fragor del momento. Pero procuraré corregirme y adquirir mayor templanza, ¡Prometido! :)
Muchas gracias por tu artículo, Chema. Un fuerte abrazo
Puede dar la sensación de que estoy hablando de un pasado inmediato, pero no es así. Lo de la multa lo he recordado ahora, pero sucedió hace ya tiempo. He tenido todo ese tiempo para reaccionar con discernimiento, lo que por otro lado tampoco era complicado incluso ya en el momento. Pesan mucho los recuerdos positivos de la Guardia Civil, además de la reacción del segundo de la pareja.
EliminarTe honra, este post. Lo fácil es criticar y generalizar por una experiencia puntual.
ResponderEliminarMe gusta tu blog, me apunto.
Saludos
No sabes lo que me alegra que te haya gustado y que te hayas decidido a comentarlo, porque eso me ha permitido descubrir el tuyo y disfrutar leyéndolo un rato. Continuaré haciéndolo. Saludos.
EliminarPues oye, no creas, si no llega a ser por el colofón del post habría pensado que estabas siendo total y absolutamente irónico xD
ResponderEliminarLamento lo de la multa... En fin, mala educación la hay por todas partes.
La historia es tal cual la cuento. Por la multa no te preocupes, porque hace de ella mucho tiempo. Creo que incluso tuve que pagarla en pesetas.
EliminarSaludos.